sábado, 20 de agosto de 2011

El Caso Del Inspector Cash

En la comisaría de Niah estaba siendo un día de lo más tranquilo. No habían tenido incidencias de ningún tipo durante la noche, ni tampoco durante lo poco que llevaban de mañana. Pero todo cambió cuando, a las 08:00 en punto, apareció una joven completamente magullada y llorando acompañada por otro muchacho. Se aproximaron al mostrador donde se realizaban las denuncias. La muchacha rubia, de 1’65m de altura, ojos marrones, de unos 50kg de peso, de 23 años de edad y con su piel, morena llena de heridas y de sangre habló entre balbuceos y le dijo al policía que estaba allí que quería denunciar un caso de violencia de género. Como ayuda emocional llevaba a un chico de 1’73m de altura, pelo castaño, sobre 60kg de peso, ojos marrones, con la piel pálida y aproximadamente 25 años de edad. El policía que formalizó la denuncia, envió a la joven a una sala de interrogatorios para que le contase su historia al inspector  Cash, el encargado de los casos de violencia de género.
Cash comenzó con las preguntas:
-      ¿Cuál es tu nombre? –
-      Aider –
-      Bien, Aider. Sé que esto es difícil para ti, pero necesito que me cuentes todo cuanto ha ocurrido. –
-      Intentaré no llorar y relatárselo todo con total detalle. Verá, todo comenzó esta mañana cuando salí de casa de un amigo tras pasar la noche con él. Me fui sin despertarle, dejándole una nota sobre la mesa –
-      ¿Por qué no se despidió de él? –
-      Verá, su novia había estado llamándole toda la noche y quería salir de allí antes de que ella apareciese. Sabía que si le despertaba no me dejaría irme –
-      Así que se trataba de un caso de infidelidad. ¿Cuál es el nombre de su amigo? –
-      ¿Es necesario? Me gustaría dejarle al margen de esto –
-      Está bien. Continua –
-      Tras dejar la nota, salí de la casa a eso de las 06:30. Me dirigí a casa de mi mejor amigo, ya que estoy viviendo allí mientras estoy de vacaciones aquí. Cuando llevaba unos 500 metros caminados un hombre se me abalanzó encima y comenzó a pegarme. Me arrinconó contra una pared, me dio un bofetón, me lamió el cuello y me dijo “Aider, te amo”. Me tiró al suelo y continuó pegándome. Luego me robó el bolso y se fue.               –
-      ¿Puede describirme al hombre? ¿Qué llevaba en el bolso? –
-      Era un hombre de unos 35 años de edad, con  barba de unos días, puede que de 1’80m y 75kg de peso, pelo oscuro… No me fijé en los ojos, pero sí en que le faltaba un pedazo de cartílago en la oreja izquierda. En mi bolso llevaba mi móvil, la cartera y toda mi documentación –
-      Bien. Ahora le diré a nuestro dibujante que venga para que haga con usted un retrato robot. También le pediré que me haga una lista de las cosas robadas y le ayudaré a hacer documentación y a cancelar tarjetas de crédito si lo necesita. ¿Quiere que llame a un médico? –
-      No, gracias –
-      Una última pregunta. ¿Qué hizo tras la agresión? –
-      Como pude me levanté del suelo y caminé hasta casa de Naj, el chico que está fuera. Le conté lo ocurrido y me acompañó hasta aquí –
-      Espere aquí, ahora vendrá el dibujante – dijo Cash mientras acababa de escribir la información que Aider le había proporcionado en la libreta que tenía sobre la mesa. Cogió la libreta, se levantó de la silla y salió de la fría sala de interrogatorios. Una vez fuera de ella avisó a Na de que ya podía ir a junto de su amiga.


(Continuará…)




Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

martes, 9 de agosto de 2011

Brisa Suave Y Fría

Una fría y suave brisa acariciaba mis pies y mis piernas cuando me encontraba en el baño, de pie, frente al espejo peinando mi fino pelo liso y negro cuando de pronto un golpear en la puerta llegó hasta mis oídos. A través del espejo observé la puerta completamente inmóvil, de pronto se movió igual que cuando alguien la golpea y de nuevo el sonido anterior se repitió. Mi mente pensaba... y la conclusión más lógica a la que había llegado era que el golpear y el movimiento de la puerta lo provocaba la brisa de aire que quizá fuera fuese más intensa de lo que a mí me parecía dentro del cuarto de baño. Sin darle mayor importancia a lo sucedido, yo continuaba peinando mi pelo negro ante el espejo cuando volvió a repetirse la situación. Esta vez ya me estaba dando la vuelta, preparada para abrir aquella puerta que estaba siendo golpeada... pero algo aparecía bajo ella. Atravesando la pequeña ranura que había entre el suelo y la puerta, había aparecido un sobre de papel de un color algo amarillento. Sin dudarlo ni un momento, me agaché, me senté en el suelo, dejé el peine que todavía sujetaba en mi mano derecha en el suelo y cogí aquel sobre de papel. Con delicadeza lo abrí y saqué muy despacio el pequeño cacho de papel del mismo color que el sobre que llevaba dentro. Lo miré con total atención y en voz alta leí lo que ponía "te quiero". Rápidamente me levanté del suelo y abrí la puerta del cuarto de baño para ver si se trataba de algún tipo de broma que mi hermano estaba llevando a cabo. Pero tras la puerta no había nadie. Con el sobre y la nota todavía en la mano, recorrí cada rincón de mi casa y allí no había nadie. Mientras buscaba por toda la casa, incluso bajo las camas, me di cuenta de que la brisa que estaba sitiendo era imposible. Todas las ventanas y puertas de la casa estaban totalmente cerradas, ya que no es encontrábamos en invierno y hacía mucho frío, a parte de la lluvia. Observé de nuevo los papeles que tenía en mi mano, miré toda la casa con atención y pensé. No podía ser, sentí una brisa que no podía haber y recogí una nota que nadie podía haber dejado... ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era aquella brisa suave y fría que sentía?


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra