lunes, 31 de octubre de 2011

Historia De Un Maltrato

Todo parecía completamente normal. Aquel chico parecía que era el verdadero amor de Carla. Era un buen muchacho, amable, atento, cariñoso, con buena apariencia… Incluso jugaba con el niño de cinco años que Carla tenía de una relación anterior. Pero un día todo aquello comenzó a cambiar…
De pronto él se volvió posesivo y obsesivo. Aarón, que ese era el nombre del aquel muchacho de apariencia pacífica, comenzó a enviarle ramos de flores todos los días al banco en el que ella trabajaba. Al principio a Carla aquello le parecía un gesto muy amable y romántico, un símbolo de que la amaba. Al mes aquellos regalos se convirtieron en continúas visitas al despacho de Carla y si ella no podía recibirle él se enfadaba. Después de cada visita sin poder verse, la joven recibía llamadas amenazadoras a su teléfono móvil. Carla regresaba cada día a su casa, aterrorizada por aquellas palabras amenazadoras, pero en cuanto abrazaba a su hijo ese sentimiento se desvanecía.
Carla dejó de recibir flores, visitas y llamadas. ¿Qué había pasado? ¿Su amor se había olvidado de ella? La joven no comprendía nada. Ella le amaba, pero el comportamiento de Aarón estaba siendo muy extraño. Aquel día le añoraba y decidió llamarle para saber que le sucedía. Le pidió perdón por no poder recibirlo siempre en el trabajo. Aarón aceptó las disculpas y quedaron para cenar esa noche. Carla  dejó a su pequeño de cinco años en casa de la vecina para que jugase con el hijo que ella tenía.
Carla tenía todo preparado para la cena. Estaba muy ilusionada por ver al chico que había amenazado, algo que parecía haber olvidado.  El timbre sonó y la muchacha abrió la puerta con una enorme sonrisa dibujada en su boca. Tras la puerta, allí estaba, Aarón con un cuchillo en la mano. Empujó a Carla, la cual cayó al suelo, y cerró la puerta con un fuerte golpe. Amenazó a Carla y la insultó hasta hacerla llorar. Ella lloraba con tanta fuerza que creía que el color de sus lágrimas se iba a volver rojo. Tras ser insultada, golpeada y amenazada recordó a su hijo, reunió todas las fuerzas que pudo y se dispuso a atacar.
Aarón al ver que estaba tan aterrorizada se paseaba por la casa tranquilo con el cuchillo en la mano y hasta se tomó el lujo de observar el paisaje desde la ventana.  En ese momento, Carla no dudó, se levantó del suelo y corrió. Le dio un fuerte empujón a Aarón, el cual salió disparado por la ventana junto con fragmentos de cristal. Carla no comprobó si seguía vivo. Llamó a la policía y fue a buscar a su hijo a casa de la vecina.
Carla acabó con aquel maltratador psicológico y, al final, también físico. Pero ella es consciente de que cientos de mujeres mueren a manos de aquellas personas que dicen amarlas y que no sobreviven como lo hizo ella.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

miércoles, 26 de octubre de 2011

El Juez De Los Condenados

Un nuevo preso ha llegado a las celdas de la famosa cárcel de Wataku. Él es Saita y ha sido condenado por cometer más de treinta asesinatos. Saita en sus delitos mató a famosos psicópatas de la ciudad, los cuales llevaban años siendo buscados por la ley. Pero ahora que la policía ha logrado capturar y condenar al que el pueblo considera un héroe, muertes muy extrañas han comenzado a surgir en la prisión de Wataku.

Saita era un chico normal, pero estaba harto de ver cómo los criminales de su ciudad se escapaban sin condena. Por lo que un día decidió tomarse la ley por su mano y empezó a impartir justicia. Poco a poco se fue deshaciendo de los psicópatas de Wataku. Cuando eliminó a todos sus objetivos se entregó a la policía y declaró ante el juez ser culpable de los treinta homicidios de los que se le acusaba. Pero nadie supo darse cuenta de que lo que quería era terminar con su “exterminación” dentro de la cárcel. Quería convertirse en el juez de los condenados y deshacerse de todos los criminales aunque para ello se tuviese que convertir en uno de ellos.


(Continuará…)






Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

lunes, 17 de octubre de 2011

Placer Entre Amigas

Aquella dulce joven, de 21 años de edad, se encontraba allí. Estaba tendida en la cama de su habitación, el único lugar dónde ella creía tener intimidad. De pronto, alguien abrió la puerta, pero Danna no se dio cuenta. Apareció entonces su mejor amiga, una chica rubia con el pelo muy largo y liso. Su bronceada piel se dejaba ver entre el pequeño top violeta y la minifalda negra que llevaba puesta. Los zapatos de tacón que calzaba aumentaban su altura hasta el metro noventa. Sus ojos color miel observaban atónitos la imagen que estaban viendo.
Bárbara estaba observando desde la puerta el esbelto cuerpo de Danna totalmente desnudo tumbado entre las sábanas de seda roja de la cama. La joven tenía su cuerpo totalmente a la vista y los largos cabellos rizos y pelirrojos caían suavemente sobre los pálidos hombros de Danna. Bárbara seguía observando a su amiga gimiendo por el placer que ella misma se estaba proporcionando con sus propios dedos. Continuó observando a la dulce chica, la cual tenía los ojos cerrados por el placer impidiendo que Bárbara pudiese ver sus hermosos ojos verdes. La joven pelirroja seguía sin percatarse de que su mejor amiga estaba allí y sin darse cuenta de que ésta empezaba a aproximarse a la cama. La muchacha rubia se aceró a la cama y subió a ella haciendo que su corta falda permitiese ver el pequeño tanga de encaje rojo que llevaba. Se acercó gateando hasta Danna y comenzó a acariciarle aquellos firmes pechos de gran tamaño.
Danna abrió los ojos al sentir aquellas excitantes caricias. Observó con lujuriosa nada el despampanante cuerpo de su amiga y dejó de masturbarse. Colocó las manos sobre los hombros de Bárbara, la cual estaba arrodillada en la cama, ante ella. Se miraron fijamente durante un par de minutos. Lentamente fueron acercando sus bocas hasta fundirse en un profundo beso que provocó una gran explosión de excitación. Entrelazaron sus lenguas, se mordieron suavemente los labios y Bárbara deslizó su boca hasta el cuello de Danna. Con suaves, pero intensos mordiscos fue deslizándose poco a poco por el cuerpo de su amiga. Dejó que su boca se perdiese entre las piernas de la joven pelirroja que empezaba a emitir esporádicos sonidos. Bárbara deslizó su lengua, subiendo y bajando, por aquel lugar tan erótico. Danna no dejaba de gemir y tenía agarrada a su amiga de la cabeza para asegurarse de que no iba a salir de entre sus piernas.
La joven rubia comenzó a sentir líquido en su boca y que Danna le apretaba cada vez más la cabeza y supo que el orgasmo había llegado.


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

viernes, 14 de octubre de 2011

Hombre Lobo - Vampiro

Querido diario:
Hoy te empiezo a escribir, porque si no lo hago acabaré volviéndome loca. Estos últimos días han estado pasando muchas cosas, pero nada ha sido tan impactante como lo que sucedió hoy cuando me despedía de Rick.
Empezaré contando esta historia desde hace unos tres meses… Necesito poner todos mis pensamientos en orden contarle esto a alguien, aunque tan sólo sea a una libreta de color negro como esta.
Hace aproximadamente tres meses, descubrí que era una bruja. Así es, mi familia descendía de brujas y yo, ahora era una. Te preguntarás cómo lo descubrí y eso es lo que te voy a contar. Mis padres viajan mucho debido a su trabajo como extractores de minerales y cuando se van de viaje a mí me dejan en una pequeña casa de huéspedes que hay al lado de mi hogar. Allí vive una anciana un tanto extraña, la cual me lleva cuidando desde que soy un bebé siempre que mis padres viajan. El nombre de esa anciana es Tie. En la ciudad casi todos piensan que está loca, pero la verdad es una señora de lo más adorable. Bueno, el caso es que hace unos tres meses, mis padres se fueron de viaje y yo me quedé en la que ya era mi habitación de la casa de la señora Tie. Allí ella me contaba fantásticas historias sobre hombres lobo, brujas, vampiros, duendes y diversos seres de cuento. Pero una noche, estaba con ella, en la cocina, charlando sobre qué tal me iba el instituto, cuando de pronto, sin saber cómo, hice levitar una taza con leche hasta mi boca y beber de ella sin utilizar las manos. No sé cómo pasó, pero sé que en ese momento estaba deseando tomar un poco de leche de aquella taza que me había servido la señora Tie muy amablemente. Aquel acontecimiento me hizo quedar sin palabras, boquiabierta viendo la taza levitar. Miré a la señora Tie de reojo, para ver cuál era su reacción. La anciana estaba allí, a mi lado, riéndose de lo que estaba pasando. Entonces, conseguí reaccionar y preguntarle por qué se reía. La anciana, me contestó, con aquella voz tan aguda y suave. Me dijo:
-      Arania, cielo. Creo que ya es hora de qué conozcas tu verdadero yo. –
Cuando me dijo eso no comprendí nada. Pero la señora Tie cogió de un estante cercano un viejo libro (o eso me pareció por el aspecto que tenía) y comenzó a narrarme la historia que aquel libro contaba en forma de imágenes. El libro contaba la historia de una familia de jóvenes brujas y magos. Poco a poco me contó con todo detalle aquello y comencé a reconocer a personas de aquellas fotos. ¡Oh dios mío! En una de aquellas fotos estaba mi abuela con mi madre de niña. La señora Tie me estaba contando la historia de mi familia y me estaba explicando que YO, Arania, soy una bruja. Aquel “incidente” con la taza era el descubrimiento de muchos de mis poderes.
Durante los meses que estuvieron fuera mis padres, aquella anciana que parecía tan débil, me enseñó a utilizar muchos de los poderes que yo no sabía ni que tenía. Me enseño a levitar cosas cuando se me antojase, me enseñó a utilizar la telepatía con seres fantásticos, me enseñó a leer el aura de las personas, me dio libros con múltiples hechizos y me dijo que pronto empezaría a tener premoniciones.
Todo esto, te lo cuento querido diario, porque es importante en la historia que voy a contarte ahora. Lo cierto es que ya sabía que muchas de aquellas historias que me contaba la señora Tie eran ciertas. Porque hacía unos cinco años, mejor amigo, Rick, me había contado algo sorprendente sobre los barones de su familia. Me había contado que todos los barones de su familia eran hombres lobo, aunque trataban de pasar desapercibidos. Claramente, cuando me lo contó no me lo creí, pero un noche de luna llena… me lo demostró. Ante mis ojos lo tuve a él, totalmente convertido en un lobo muy siniestro, como salido de una de las historias que aquella anciana me contaba. Comprendí en ese momento que una de aquellas historias era la historia de la familia de Rick.
Dos historias reales, sobre familias reales. ¿Cuántas de esas historias son ciertas y cuántas reales? Creo que sólo la señora Tie lo sabe.
Bueno, sigo con la historia que me estoy yendo por las ramas. El caso, es que tras descubrir que soy una bruja. Cada tarde después de las clases practicaba hechizos y poderes con la señora Tie. Una de aquellas tardes, Rick se presentó en la casa. La anciana fue a abrirle la puerta, mientras yo continuaba practicando como helar un vaso de agua en el patio trasero. La señora Tie dejó entra a Rick y cuando ambos llegaron al patio trasero me vieron a mí… ¡a mí! Congelando aquel vaso de agua que la señora Tie había colocado sobre una mesa. Rick se quedó sin palabras, igual que yo tras el “incidente” con la taza. Entonces, en aquel mismo momento, me vi obligada a contarle a mi mejor amigo el hombre lobo que soy una bruja.
Rick aceptó mi condición e incluso participó en los entrenamientos con la señora Tie, ayudando a que pronto me convirtiese en algo más que una buja novata.
Pasaron tres meses y llegamos al día de hoy. Mis padres siguen de viaje, extrayendo minerales de vete tú a saber dónde y yo sigo en casa de la señora Tie. Esta tarde Rick vino a ayudarme en mi entrenamiento leyendo el aura de la gente y a apreciar cualquier tipo de alteración en ella. El entrenamiento finalizó y la señora Tie me dijo que ya estaba lista, que ahora debía de seguir entrenando y aprendiendo hechizos para llegar a ser una gran bruja. Pero yo sabía que aún no lo había aprendido todo… Las premoniciones… Aún no las había tenido. Tras el entrenamiento Rick se fue a su casa, porque aquel día era luna llena y debía prepararse para no hacer daño a nadie. Cuando se fue, se despidió de mí con un abrazo. Esto no es lo raro de la historia. Querido diario, sé que no comprendes porqué alargo tanto la historia, pero ahora lo vas a comprender todo…
En el momento de aquel abrazo… Tuve mi primera (pero no la última) premonición. Lo que vi… Me aterró. Todavía no se lo he contado a nadie y pienso en si debería contárselo a la señora Tie.
Mi premonición fue… Lo que vi fue… Vi a Rick… Una noche de luna llena transformado en hombre lobo… Y a punto de transformarse también en un… VAMPIRO. Estaba totalmente transformado, tal como el día en el que se transformó ante mí, pero sus ojos… sus dientes… los rasgos de su cara… Se estaban volviendo los de un vampiro.
¿Cómo puede ser? ¿Puede un hombre lobo ser a la vez un vampiro? ¿Cómo se transformó Rick en un vampiro? ¿A estado intercambiando sangre con alguna vampira y no me lo ha contado?
Estoy asustada, desconcertada… y no sé qué hacer. Nunca había escuchando que un hombre lobo pudiese ser también un vampiro. El caso es que aquello fue una premonición… lo que significa que quizá… aún no sea un vampiro. Tengo que investigar cómo puede suceder eso, debo preguntarle a la señora Tie si mi premonición puede ser posible y sobre todo… tengo que evitar que ocurra…
¿Será eso posible? ¿Será posible evitar que una premonición ocurra?
Todavía no lo sé, pero… Te prometo querido diario… Que lo voy a averiguar… Por el bien de Rick…


(Continuará…)

Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

domingo, 9 de octubre de 2011

Sueños Eróticos

Eidan se encontraba tumbado en la cama, con los ojos cerrados. Se estaba quedando dormido y su subconsciente ya empezaba a generar imágenes en su mente. Comenzó a soñar... a soñar que Ainara, aquella joven que vivía en el piso de enfrente, entraba en la habitación con un vestido negro de encaje muy transparente. Que ella se subía a la cama y que comenzaba a gatear por ella con una lasciva mirada. Aquellos movimientos hacían que aquel vestido permitiese ver casi por completo uno de aquellos pechos que él tanto deseaba. Se paró a unos centímetros de él y se sentó con las piernas un poco abiertas permitiendo que Eidan viese que no llevaba ningún tipo de ropa interior. Ainara continuaba con un pecho fuera del vestido y ahora comenzaba a tocarlo con su mano izquierda mientras su mano derecha se perdía ya entre aquellas piernas que Eidan deseaba acariciar...


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

Hombre Misterioso Entra En La Habitación

Una joven se encontraba tumbada sobre la cama, estaba leyendo. En ese momento entro un muchacho fuerte y esbelto que llamó la atención de la chica. Ella lo observó de arriba a abajo con total detenimiento, a continuación se quitó las gafas con un lento movimiento con la mano derecha y las dejó sobre el libro que hasta entonces estaba leyendo. Lentamente el apuesto muchacho comenzó a caminar acercándose cada vez más y más a ella. Él se encontraba ante la cama ya, justo frente a ella, de pie. El chico se agachó lentamente y aproximó su boca al cuello de la joven y comenzó a besarlo. Lo lamió con suave delicadeza y mientras lo hacía se colocó lentamente sobre la chica. Su lengua poco a poco fue bajando del cuello al pecho, del pecho a la barriga... así hasta recorrer todas las curvas de aquel cuerpo femenino que tenía bajo su cuerpo. Con suavidad acercó su mano a los hombros de la joven y con mucha delicadeza le fue bajando las asas de la camiseta y desabrochó todos y cada uno de los botones, quitándole así la prenda de ropa que llevaba. Después alzó un poco a la chica con un brazo que colocó bajo su cintura y con la mano derecha le desabrochó el sujetador dejando sus lindos senos al aire. Dejó caer el cuerpo femenino con suavidad de nuevo sobre la cama y aproximó su boca hasta aquel pecho que estaba totalmente al descubierto....







Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

El Mejor Amigo De Mi Hermano Es Un Vampiro

Mi nombre es Ariadna y hoy os voy a contar cómo empezó todo mi contacto con los seres de la noche…
Todo dio comienzo cuando tenía 20 años. Llevaba años enamorada de Ángel, el mejor amigo de mi hermano. Un chico cuatro años mayor que yo, con el pelo rubio, de 1’90 cm, unos 75 kg de peso, ojos verdes con una pequeña franja naranja alrededor de la pupila, unos labios finos y carnosos… En fin, un chico muy hermoso. Pero yo creía que aquel amor era imposible por la diferencia de edad y porque era el mejor amigo de mí hermano. Un día todo aquello cambió.
Los padres de Ángel se fueron de viaje y mis padres decidieron acogerle en mi casa, pero como la habitación de mi hermano es muy pequeña lo metieron a dormir en la mí. Sí, allí, en el suelo de mi habitación, sobre una cama hinchable, tendría durmiendo al amor de mi vida.
La primera cena con Ángel en casa pasó y llegó el momento de irse a dormir. Yo ya estaba en pijama y metida en la cama, leyendo un libro sobre vampiros. Ángel entró en la habitación, con unos pantalones cortos de color azul y sin camiseta. A lo largo de los años había visto aquella imagen en numerosas ocasiones, pero nunca me había impactado cómo aquel día. Él entró y se tumbó en la cama hinchable. Yo fingí que aquella situación no me incomodaba y continué leyendo. De pronto sentí su mirada clavada en mí y después dijo:
-      Ari, quiero preguntarte algo. –
-      Dime – le respondí mientras dejaba el libro sobre la cama y le miraba.
-      ¿Yo te gusto? –
-      Em… Pues sí… - contesté totalmente colorada. –
Ángel se levantó y se arrodilló ante mi cama, clavando aquellos preciosos ojos verdes en mí. Y volvió a hablar:
-      Ariadna, ya tienes la edad que esperaba para poder decirte esto. Ari, estoy enamorado de ti desde… desde siempre. Ahora ya tienes 20 años y la diferencia de edad ya no se nota tanto. –
Ángel se aproximó más a mí. Me acarició la cara y después… me besó. Me besó con aquellos labios que deseaba desde hacía tanto tiempo.
-      Ahora lo que te pido es que no quiero que tu hermano se entere de esto. Si se llega a enterar me mata. Pero te amo y no puedo esperar más para estar a tu lado – dijo al finalizar aquel beso tan dulce y carnoso.
Después de aquella extraña y a la vez feliz noche. Mi vida comenzó a cambiar. Comencé una relación en secreto con el mejor amigo de mi hermano. Ángel pasaba los días en mi casa y dormí en mi habitación, pero a los ojos de los demás para mi él seguía siendo un “capullo”. Pero a las espaldas del mundo, él era la persona a la que yo más amaba. Los días pasaron y cada vez tenía más ganas de gritarle al mundo que estaba con él, pero seguíamos ocultándolo, viéndonos a escondidas, besándonos en la oscuridad de mi habitación… Todo ello en total secreto. Aunque él todavía tenía algo que confesarme, algo que haría que mi vida sufriese un cambio radical…
Habían pasado ya 47 noches desde que Ángel y yo habíamos empezado con aquella extraña relación y desde que él estaba viviendo temporalmente en mi casa. Esa noche, Ángela me había dejado una nota dentro del libro que estaba leyendo en la que ponía: “Ponle una excusa a tus padres para pasar la noche fuera y nos vemos en la puerta de mi casa a media noche. Firma tu amado secreto”. Como bien decía la nota, busqué una excusa. Hablé con mi mejor amiga y le pedí que me cubriese, ya que les diría a mis padres que iría a dormir a su casa. Ella aceptó y mis padres me creyeron. Así que… preparé una mochila con ropa y me dispuse a salir de casa. A media noche llegué a la casa de Ángel, la cual estaba vacía porque sus padres aún no habían vuelto de viaje. Me acerqué a la puerta de la casa y en ella había un sobre pegado en el que en el exterior ponía mi nombre. Lo despegué de la puerta y saqué la nota que había dentro. “Entra, la puerta está abierta y dirígete al salón”. Empujé la puerta y esta se abrió. Entré y la cerré con un pequeño empujón. Caminé hasta llegar al salón, el cual estaba lleno de velas por todas partes, con las persianas completamente bajadas y con una mesa llena con rosas negras y comida. Ángel se encontraba de pie junto a la mesa. Cuando vi todo aquello no pude evitar emocionarme y él se aproximó poco a poco hacía mí. Me besó, me cogió de la mano y me pidió que me sentase en el sofá.
-      Ángel, esto es precioso. Pero… ¿por qué lo has hecho? – le pregunté intrigada.
-      Verás, Ari, llevamos ya 47 noches juntos y tengo algo muy gordo que confesarte, pero… quizá debamos cenar antes. Ven, vamos a la mesa. –
Me cogió de la mano y me llevó hasta la mesa. Dónde una maravillosa y romántica cena juntos. Cuando acabamos… yo no pude esperar más y le pregunté qué sucedía. Ángel se levantó y se arrodilló junto a la silla en la que me encontraba sentada.
-      Ariadna, lo que te tengo que te tengo que decir no es fácil, pero eres mi novia y quiero que lo sepas. Verás… Bueno… espera, creo que es mejor que lo veas por ti misma – cuando acabó de decirlo giró la cara y miró hacia abajo.
-      Me estás asustando, ¿qué ocurre? –
-      Lo que vas a ver ahora mismo no es fácil de entender y espero que no salgas huyendo cuando lo veas – en ese momento levantó la cabeza.
Algo sorprendente fue lo que vi. Tenía unos colmillos enormes, sus ojos se había vuelto completamente negros y su cara… Su cara se había vuelto muy extraña.
-      Ari, soy un vampiro. –
-      ¿Qué? – me levanté de la silla sin apenas ni darme cuenta y vagué dando vueltas sin rumbo por aquel salón.
-      ¡Espera! ¡Ariadna! Todo tiene una explicación. Te contaré cómo pasó. Pero prométeme que no huirás y que no se lo dirás a nadie. Eres la primera persona a la que se lo cuento – dijo intentando que yo parase de dar vueltas.
-      Ángel, te amo y no huiré de tu lado. Sabes que me encantan los vampiros. Pero entiéndelo… esto no es fácil de digerir. No puedo aceptarlo en menos de un minuto – en ese momento paré quieta y me senté en el sofá de color negro.
-      Lo sé, sé que no es fácil. Pero creo que es mejor que sepas esto ahora y no dentro de unos años. Quiero que me ames tal cuál soy y esto forma parte de lo que soy –
-      Te amo tal cuál eres y esto no hará que ese sentimiento cambie. Pero… ¿cómo ocurrió? –
-      Todo ocurrió cuando tenía 9 años y volvía a casa de haber estado en tu casa, jugando con tu hermano. Regresaba por el mismo camino por el que viniste tú hasta aquí esta noche. Caminaba tranquilamente por él cuando de alguna parte salió algo que se abalanzo sobre mí y que me mordió en el cuello. Por el dolor del mordisco me desmayé. Así que no sé cómo ocurrió todo exactamente. Sé que me desperté y que regresé a casa como si nada hubiese pasado. Pero había pasado y cuando entré en mi cuarto… y vi a mi hámster… sentí un enorme impulso de chuparle la sangre. En aquel momento no comprendí con exactitud lo que pasaba, pero con el tiempo lo comprendí. –
-      Tu hámster… no murió… ¡lo mataste tú! –
-      Sí, suena horrible, pero fue como sucedió. –
-      Pero… Ángel… Tengo una duda. Según los libros que he leído sobre vampiros, para poder convertirte en uno tienes que haber intercambiado sangre con él, ¿no? –
-      Así es, con el tiempo me he encontrado con otros como yo que me han explicado ese tipo de cosas y que me han explicado por qué puedo salir a la luz. Quizá aquel ser me hizo beber de su sangre cuando estaba desmayado. No lo sé… -
-      Esto es increíble… Mi novio… El mejor amigo de mi hermano… Es un vampiro… -
-      Ari, siento no habértelo dicho antes, pero tenía miedo de que me abandonases. –
-      No te abandonaré. Pero… ¡conviérteme! –
-      No, no haré eso. No quiero condenarte a una vida eterna, en la que tengas que ver morir a tus seres queridos y en la que tengas que huir de todos los lugares para no ser descubierta. No te condenaré a una vida eterna junto a mí… - dijo mientras volvía a poner su cara de forma normal.
-      Ti lo has dicho… Una vida eterna junto a ti. Eso significaría que algún día tendríamos que dejar de ocultar nuestro amor. –
-      No. Ariadna. Me niego a convertirte. Al menos… No ahora. –


(Continuará…)



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

martes, 4 de octubre de 2011

Un Monstruo Tras El Espejo (Acabado)

Era por la mañana muy temprano. Llevaba ya unos quince minutos despierta. Me encontraba observando cómo transcurría todo en la calle desde la ventana. El día estaba nublado y el gris oscuro de las nubes indicaba que probablemente acabaría lloviendo. Por la calle no había casi gente, ni tráfico ya que era domingo y la gente debía de estar todavía en la cama. Mientras veía la ciudad, en el cristal de la ventana vi reflejada la silueta de algo que parecía ser un hombre. No le di importancia, ya que aún estaba algo dormida. Dejé de observar el exterior y me dirigí al cuarto de baño que había dentro de mi dormitorio. Entré y cogí del mueble azul situado encima del lavabo el cepillo y la pasta de dientes. Desenrosqué la tapa del bote de la pasta de dientes, lo apreté por el medio del tubo y coloqué la pasta sobre el cepillo. Cerré de nuevo el bote y comencé a lavarme los dientes. Mientras me miraba en el espejo, todavía algo dormida, en el cristal apareció una imagen. Del espejo salieron unos brazos y una boca horrible, con unos dientes negros y putrefactos. Unas manos semejantes a unas garras me agarraron de los hombros y me metieron dentro del espejo. Por la rapidez con la que se me introdujo en el espejo se me calló el cepillo de dientes de la boca.
Aparecí en un lugar muy extraño, oscuro y sucio. Todavía tenía la boca llena de pasta de dientes y aún llevaba el pijama puesto. Escupí a un lado la pasta de mi boca y me limpié los restos con la manga de la camiseta de mi pijama color violeta. Intenté retroceder tras mis pasos, pero una pared tras de mí me lo impedía. Así que me adentré cuidadosamente en ese tan oscuro y desconocido mundo tras mi espejo.
Caminé con pasos cortos y poco decididos, ya que no veía nada a mí alrededor e iba descalza por el lugar sin saber qué era lo que estaba pisando. Por lo que podía sentir en mis pies, debía de estar caminando sobre un suelo de baldosa, porque estaba muy frio y resbalaba un poco, aquello me recordaba a cuando estaba en el baño de mi casa porque sentía lo mismo. Caminé y caminé, sin saber cuánto tiempo llevaba allí porque tampoco llevaba un reloj conmigo. Di, probablemente, unos diez pasos más cuando el camino comenzó a clarear. La oscuridad se iba desvaneciendo cada vez que daba un paso más. Di unos cuatro o cinco pasos más hacía delante, pero esta vez con una poca más de decisión que antes. Tras el cuarto o quinto paso, me adentré por fin en el claro. Observé a mi alrededor y vi que el suelo era de baldosa color blanco con pequeñas rayas grisáceas, las paredes de aquello que parecía ser un dormitorio era de color blanco también y pegada a la pared que se encontraba a mi derecha había algo parecido a una cama. Aquello que simulaba a la cama de mi habitación estaba hecho con materiales muy extraños que no lograba identificar qué eran y estaban bastante sucios. Continué mirando a mí alrededor y entonces me di cuenta. Aquello… aquel lugar en el que me encontraba… era una réplica de mi cuarto. Lo único que no se parecía era el suelo. Lo demás… ¡todo! ¡Era igual! La cama estaba colocada en la misma posición, las paredes tenían colocados cuadros que simulaban a los míos… todo, todo lo que allí había era prácticamente una copia de mi casa. Entonces mi di cuenta, pensé durante un rato y supe que si aquello era una réplica de mi habitación… probablemente el resto del lugar también lo sería. Caminé un poco más y vi que en la habitación había otro pequeño cuarto. “El baño” pensé. Me acerqué y abrí la puerta. Efectivamente, aquello era el cuarto de baño, con los muebles de color azul, igual que el mío. El espejo me llamó la atención. No se parecía en nada al mío. Era redondo y el mío era rectangular, el marco era de un color parecido al bronce pero parecía muy viejo y el mío no tenía marco, me miré en el espejo, pero para mi sorpresa… lo que vi… no fue a mí. Lo que vi fue mi propio cuarto de baño, vi el bote de la pasta de dientes justo donde yo lo había dejado antes de ser trasladada a este lugar, el cepillo de dientes estaba en suelo… se me había caído. Se oyó un ruido, como el cerrar de una puerta y sonó muy cerca, como si fuese es cerrar de la puerta de aquella habitación. Me asusté. No sabía qué hacer y en el cuarto de baño no había ningún rincón dónde pudiese esconderme para no ser descubierta por el ser o lo que fuese lo que me llevó allí. Se abrió la puerta. Mis piernas comenzaron a temblar con mucha intensidad, mis ojos empezaron a soltar esporádicas lágrimas y mi respiración y mi latir del corazón comenzaron a acelerar. Cuando la puerta ya se había abierto por completo… lo vi. Vi entero, en toda su plenitud, al ser que me había capturado. Me desmayé.

Abrí los ojos. Me encontraba algo aturdida. Intenté frotarme los ojos con las manos, pero mis brazos… mis brazos… ¡no se movían! ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no era capaz de moverme? Sólo lograba mover mi cuello hacía delante y hacía los lados, si lo movía hacía detrás chocaba con una pared. El aturdimiento se pasó al cabo de un rato, entonces levanté un poco la cabeza, la giré hacía los lados y comprendí porqué no podía moverme. Estaba encadenada… Encadenada de pies y manos a una pared. Parecía que estaba colgada a mucha altura, porque veía mucho trozo de pared bajo mis pies. Observé a  mí alrededor, buscando al monstruo que me había encadenado allí. Me di cuenta. Me encontraba en otra réplica de mi casa. Estaba encadenada a la alta pared de mi terraza, pero desde allí no se veía la calle de Manhattan en la que se encontraba el edificio en el que vivo. Desde allí lo que se veía… a parte del continuar de la pared de color granate, era el vacío, el vacío absoluto. No sabía qué hacer… Gritar no me serviría de nada. Y el ser que me tenía capturada parecía que no volvería a visitarme.
El tiempo pasaba muy lento estando allí colgada y más al no saber qué hora, ni si habían pasado cinco minutos.  Aquello era totalmente angustioso y el hambre y la sed estaban empezando a surgir. La angustia aumentaba cada vez intentaba moverme y me daba cuenta de que estaba encadenada sin poder mover nada más que la cabeza. De no poder moverme, ya casi no sentía las piernas, ni los brazos. La boca la tenía totalmente seca, ya casi ni generaba saliva… me estaba deshidratando. Necesitaba algo de agua ya y la noche estaba cayendo, con la cuál vendría el frío.
Oscuridad… La noche ya había dado aparición y desde el punto en el que me hallaba la luna no me iluminaba, por lo que no veía absolutamente nada. Deduje que la noche estaba nublada, porque sentía frío y como humo atravesando mi cuerpo. Oí de pronto un ruido que venía de debajo de mía y del lado izquierdo. Como todo aquel lugar era una copia de mi propia casa, deduje que el ruido procedía de la puerta corredera que daba a la terraza. Pero como no veía, no podía saber si aquello era así o no. Otro ruido llegó a mis oídos. Era como una mezcla del sonido que produce un grillo y el que produce una avispa, era un sonido que sin duda nunca antes había podido escuchar. En ese momento imaginé que el ser que me había capturado se encontraba allí. De pronto, se oyeron pasos… pasos en la pared… ¿Estaba aquel extraño ser caminando por la pared? Algo me agarró bruscamente la cabeza y me la inclinó hacia atrás con un movimiento seco, lo que me provocó un intenso dolor en el cuello. Lo que me tenía agarrado, las garras de aquel monstruo deduje, me abrió con la misma brusquedad que antes la boca y deslizó un líquido en ella. Era agua… fresca y fría agua que corría por mi boca y por mi garganta como si fuese la mayor delicia que hubiese en el mundo. Bebí como si se me fuese la vida en ello, bebí como si no hubiese fin… pero hubo fin. El agua se acabó y lo que quiera que fuese lo que tuviese al lado… se fue de nuevo y me volvió a dejar allí sola. Mi mente comenzó a pensar y no pudo evitar imaginar que aquello que le acaba de dar de beber era el cruel ser que la había introducido en aquel mundo detrás de mi espejo. Pero... si me tenía allí… ¿por qué me daba agua? No lo sabía… estaba allí colgada en el aire, sin poder ver absolutamente nada en aquella oscuridad, con ganas de beber más agua, con frío y con mucha hambre… pero nada podía hacer yo más que esperar a que aquel ser decidiese volver a aparecer.
No sé cómo sucedió, no sé si me dormí o si me desmayé, pero me desperté por la mañana (deduje por la claridad que había en el lugar) y ya no estaba encadenada en la pared de aquella terraza que daba al vacío. Me encontraba en… en… ¡aquello era…! ¡Era mi habitación! No sé como llegué hasta allí, pero me desperté tumbada en mi cama y ya no estaba encadenada. En mis muñecas aún podía observar las marcas de los grilletes que la noche anterior me habían estado manteniendo pegada a una pared. Observé a mí alrededor y corroboré que estaba en la réplica de mi habitación. Mientras miraba todo cuanto había reparé en que en el suelo, justo al lado de la cama, había un plato y un vaso. En el plato había algo que parecía puré pero no tenía el color que tiene el puré normal, tenía un color verdoso muy extraño y en el vaso parecía haber agua. Cogí el plato y olí aquel alimento tan raro. No olía mal. En el plato había también algo similar a una cuchara. La cogía y comencé a comer. Estaba rico, tenía un sabor peculiar, pero no me importaba, comería lo que hiciese falta o me moriría de hambre. Cuando me acabé aquel alimento, coloqué de nuevo el plato en el suelo y cogí el vaso. Comencé a beber. Era agua… Nunca en la vida imaginé que un vaso de agua podía llegar a ser algo tan añorado para mí, pero aquella agua era como tomar el mayor manjar que uno se puede imaginar. Aproveché que estaba en mi supuesta habitación y me levanté de la cama, las piernas me tambaleaban mucho y me costaba caminar, y me dirigí al cuarto de baño. Me lavé la cara, las manos e hice mis necesidades humanas. Abrí el armario azul que había encima del lavabo, donde se suponía que tendría que estar mi cepillo de dientes. Allí estaba. Un cepillo de dientes y una pasta muy extraña. Lo cogí y me lavé los dientes como si de una mañana normal se tratase. Al finalizar, me dirigí tambaleando de nuevo a la cama. Caminaba, aunque a mis piernas les costaba un poco y temblaban mucho en cada paso que daba. Logré llegar a la cama, con algo de dificultad, y me senté en ella. Me senté apoyando mi espalda contra la pared, pudiendo observar así las dos puertas que había en la habitación. ¿Dos puertas? Eso me sorprendió cuando reparé en ello. Una era la puerta por la que había entrado en aquel lugar, justo desde el lugar dónde había llegado nada más ser arrastrada a aquel mundo, y la otra… la otra puerta era la que daba al resto de la casa. Mi mente pensó… Si yo entré por aquella puerta… Quizá si vuelvo a salir por ella encuentre la salida y pueda volver a mi casa. Pero… ¿de qué me serviría? Aquel monstruo podría volver a capturarme del mismo modo del que lo había hecho. No podía pensar… Me costaba hacerlo…
La puerta se abrió y nuevamente tras ella volvió a aparecer aquel monstruo. Con largos pasos se aproximó a mí y se colocó frente a la cama. Allí le tenía, ante mí. Me observaba con aquellos ojos amarillos sin pupila y sin párpados, con la boca abierta mostrando aquellos negros y putrefactos dientes que apenas se abrían para producir aquel sonido tan extraño y ensordecedor. Sus sucias garras con uñas enormemente largas estaban arrastrándose ya por las sábanas de la cama. Su cuerpo extremadamente delgado y de color azul oscuro, en el que se notaba cada uno de los huesos que le formaban se estaba, se estaba aproximando cada vez más a mí. Mi corazón comenzó a latir con total rapidez y mi cuerpo temblaba de una forma exagerada. No sabía lo que podía pasar en aquel momento. ¿Me comería? ¿Volvería a encadenarme a algún lugar? Se aproximaba cada vez más… Ya sentía su aliento sobre mi cara y sus ojos estaban tan cerca de los míos que podía verme en ellos. Su sucia y asquerosa boca se aproximaba cada vez más… Bruscamente se separó de mí y se volvió a ir por el mismo sitio por el que había venido. No comprendía nada… ¿Qué acababa de suceder? ¿Por qué había actuado aquel ser de ese modo? No importaba, lo realmente importante era que continuaba viva y ahora tenía que pensar algo para acabar con aquello de algún modo. Debía hacer un esfuerzo y pensar algo antes de que él volviese a aparecer. Tenía que pensar algo para poder huir de allí y para acabar con aquel extraño mundo. Pensaba… pero nada se me ocurría… pensé como había llegado allí… ¡El espejo! ¡Claro! ¡Allí estaba la clave! ¿Cómo no me podía haber dado cuenta antes? Había llegado allí a través del espejo… así que la clave debía de estar en él… El espejo de la réplica de mi cuarto de baño tenía que ser la clave. Tras esos pensamientos me levanté de la cama con todo el sigilo que mis tambaleantes piernas me permitían, procurando no hacer ruido para que aquel ser no me escuchase. Caminé hasta el baño y entré en él. Observé durante unos minutos y comprendí que aquel espejo era la conexión entre aquel extraño mundo y mi casa… De algún modo debían de estar conectados y por eso se podía acceder de un mundo a otro. ¿Pero cómo podía yo romper aquella conexión? Romper… ¡eso era! Me acerqué todo cuando pude a aquel espejo y lo golpeé con un brusco y seco codazo. El espejo se rompió en múltiples y pequeños pedazos. En ese momento se oyó un grito muy agudo y siniestro que procedía de alguno de los lugares de aquella extraña réplica de mi casa. Rápidamente cogí uno de los fragmentos más grandes que había del espejo en el suelo y lo coloqué dentro de la manga de la camiseta de mi pijama violeta. De pronto apareció aquel monstruo y entró en el baño totalmente enfurecido produciendo extrañísimos sonidos con su putrefacta boca. Como pude logré escabullirme y huir del cuarto de baño. Corrí hacía la puerta que conducía al oscuro pasillo por el que había llegado a aquel lugar el día anterior. Corrí todo lo rápido pasillo por aquel pasillo que seguí sin conocer con luz. Entonces recordé que aquel camino acababa en una pared y que no tendría escapatoria. Me quedé inmóvil, intentando pensar con rapidez, pero aquel ser llegó antes de que algún pensamiento surgiese de mi mente. No sabía qué hacer, estaba muy asustada, pero tenía que superar el pánico si quería regresar a mi casa. No sé cómo, ni de dónde saqué el valor necesario para hacer lo que hice. Pero cuando tenía al monstruo muy cerca de mí, con rapidez saqué de mi camiseta el pedazo de espejo que había guardado y se lo clavé en lo que yo creía que era el estómago. El ser jadeó, gritó y probablemente sollozó, hasta que cayó sin aliento al suelo. Me desmallé…
Aparecí en mi cama, en mi verdadera casa. No sé porqué me desmayé, pero había despertado en mi cama y no en una réplica como había estado anteriormente. Sin pensarlo salí de la cama y corrí hasta el baño. Una vez dentro vi que el espejo estaba roto, echo pedacitos en el suelo… Y en el suelo… entre los pedazos de espejo… estaba mi cepillo de dientes… Seguí allí. Todo aquello me llevó a pensar que no lo había soñado… sino que todo aquello era real, había sucedido. Me senté con cuidado en el suelo de baldosa blanca con pequeñas franjas grisáceas para no clavarme ningún cristal y observé atentamente todos y cada uno de los pedazos. Cogí uno de los cachos entre mis manos y… ¡no podía ser! No me veía reflejada en él… Veía al monstruo, al extraño ser todavía tendido aparentemente sin vida en el suelo de aquel paralelo mundo. Me quedé totalmente aturdida. De pronto… unos dientes salieron del pedazo de cristal provocando que lo tirase al suelo y que se rompiese todavía más. Me levanté del suelo y me dirigí a la cocina a por una escoba y un recogedor. Tenía que deshacerme de aquellos pedazos de espejo e intentar olvidar todo cuanto había sucedido. Tendía que olvidar o me acabaría volviendo loca. Pero antes de olvidar tenía que deshacerme de aquellos trozos y alejarlo lo más posible de mí.
Regresé al cuarto de baño dispuesta a barrer todo aquel desorden pero… Ya no había pedazos en el suelo. El espejo estaba colocado en su sitio, completamente entero.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

Un Monstruo Tras El Espejo (2)

Era por la mañana muy temprano. Llevaba ya unos quince minutos despierta. Me encontraba observando cómo transcurría todo en la calle desde la ventana. El día estaba nublado y el gris oscuro de las nubes indicaba que probablemente acabaría lloviendo. Por la calle no había casi gente, ni tráfico ya que era domingo y la gente debía de estar todavía en la cama. Mientras veía la ciudad, en el cristal de la ventana vi reflejada la silueta de algo que parecía ser un hombre. No le di importancia, ya que aún estaba algo dormida. Dejé de observar el exterior y me dirigí al cuarto de baño que había dentro de mi dormitorio. Entré y cogí del mueble azul situado encima del lavabo el cepillo y la pasta de dientes. Desenrosqué la tapa del bote de la pasta de dientes, lo apreté por el medio del tubo y coloqué la pasta sobre el cepillo. Cerré de nuevo el bote y comencé a lavarme los dientes. Mientras me miraba en el espejo, todavía algo dormida, en el cristal apareció una imagen. Del espejo salieron unos brazos y una boca horrible, con unos dientes negros y putrefactos. Unas manos semejantes a unas garras me agarraron de los hombros y me metieron dentro del espejo. Por la rapidez con la que se me introdujo en el espejo se me calló el cepillo de dientes de la boca.
Aparecí en un lugar muy extraño, oscuro y sucio. Todavía tenía la boca llena de pasta de dientes y aún llevaba el pijama puesto. Escupí a un lado la pasta de mi boca y me limpié los restos con la manga de la camiseta de mi pijama color violeta. Intenté retroceder tras mis pasos, pero una pared tras de mí me lo impedía. Así que me adentré cuidadosamente en ese tan oscuro y desconocido mundo tras mi espejo.
Caminé con pasos cortos y poco decididos, ya que no veía nada a mí alrededor e iba descalza por el lugar sin saber qué era lo que estaba pisando. Por lo que podía sentir en mis pies, debía de estar caminando sobre un suelo de baldosa, porque estaba muy frio y resbalaba un poco, aquello me recordaba a cuando estaba en el baño de mi casa porque sentía lo mismo. Caminé y caminé, sin saber cuánto tiempo llevaba allí porque tampoco llevaba un reloj conmigo. Di, probablemente, unos diez pasos más cuando el camino comenzó a clarear. La oscuridad se iba desvaneciendo cada vez que daba un paso más. Di unos cuatro o cinco pasos más hacía delante, pero esta vez con una poca más de decisión que antes. Tras el cuarto o quinto paso, me adentré por fin en el claro. Observé a mi alrededor y vi que el suelo era de baldosa color blanco con pequeñas rayas grisáceas, las paredes de aquello que parecía ser un dormitorio era de color blanco también y pegada a la pared que se encontraba a mi derecha había algo parecido a una cama. Aquello que simulaba a la cama de mi habitación estaba hecho con materiales muy extraños que no lograba identificar qué eran y estaban bastante sucios. Continué mirando a mí alrededor y entonces me di cuenta. Aquello… aquel lugar en el que me encontraba… era una réplica de mi cuarto. Lo único que no se parecía era el suelo. Lo demás… ¡todo! ¡Era igual! La cama estaba colocada en la misma posición, las paredes tenían colocados cuadros que simulaban a los míos… todo, todo lo que allí había era prácticamente una copia de mi casa. Entonces mi di cuenta, pensé durante un rato y supe que si aquello era una réplica de mi habitación… probablemente el resto del lugar también lo sería. Caminé un poco más y vi que en la habitación había otro pequeño cuarto. “El baño” pensé. Me acerqué y abrí la puerta. Efectivamente, aquello era el cuarto de baño, con los muebles de color azul, igual que el mío. El espejo me llamó la atención. No se parecía en nada al mío. Era redondo y el mío era rectangular, el marco era de un color parecido al bronce pero parecía muy viejo y el mío no tenía marco, me miré en el espejo, pero para mi sorpresa… lo que vi… no fue a mí. Lo que vi fue mi propio cuarto de baño, vi el bote de la pasta de dientes justo donde yo lo había dejado antes de ser trasladada a este lugar, el cepillo de dientes estaba en suelo… se me había caído. Se oyó un ruido, como el cerrar de una puerta y sonó muy cerca, como si fuese es cerrar de la puerta de aquella habitación. Me asusté. No sabía qué hacer y en el cuarto de baño no había ningún rincón dónde pudiese esconderme para no ser descubierta por el ser o lo que fuese lo que me llevó allí. Se abrió la puerta. Mis piernas comenzaron a temblar con mucha intensidad, mis ojos empezaron a soltar esporádicas lágrimas y mi respiración y mi latir del corazón comenzaron a acelerar. Cuando la puerta ya se había abierto por completo… lo vi. Vi entero, en toda su plenitud, al ser que me había capturado. Me desmayé.

Abrí los ojos. Me encontraba algo aturdida. Intenté frotarme los ojos con las manos, pero mis brazos… mis brazos… ¡no se movían! ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no era capaz de moverme? Sólo lograba mover mi cuello hacía delante y hacía los lados, si lo movía hacía detrás chocaba con una pared. El aturdimiento se pasó al cabo de un rato, entonces levanté un poco la cabeza, la giré hacía los lados y comprendí porqué no podía moverme. Estaba encadenada… Encadenada de pies y manos a una pared. Parecía que estaba colgada a mucha altura, porque veía mucho trozo de pared bajo mis pies. Observé a  mí alrededor, buscando al monstruo que me había encadenado allí. Me di cuenta. Me encontraba en otra réplica de mi casa. Estaba encadenada a la alta pared de mi terraza, pero desde allí no se veía la calle de Manhattan en la que se encontraba el edificio en el que vivo. Desde allí lo que se veía… a parte del continuar de la pared de color granate, era el vacío, el vacío absoluto. No sabía qué hacer… Gritar no me serviría de nada. Y el ser que me tenía capturada parecía que no volvería a visitarme.


(Continuará…)


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

lunes, 3 de octubre de 2011

Un Monstruo Tras El Espejo

Era por la mañana muy temprano. Llevaba ya unos quince minutos despierta. Me encontraba observando cómo transcurría todo en la calle desde la ventana. El día estaba nublado y el gris oscuro de las nubes indicaba que probablemente acabaría lloviendo. Por la calle no había casi gente, ni tráfico ya que era domingo y la gente debía de estar todavía en la cama. Mientras veía la ciudad, en el cristal de la ventana vi reflejada la silueta de algo que parecía ser un hombre. No le di importancia, ya que aún estaba algo dormida. Dejé de observar el exterior y me dirigí al cuarto de baño que había dentro de mi dormitorio. Entré y cogí del mueble azul situado encima del lavabo el cepillo y la pasta de dientes. Desenrosqué la tapa del bote de la pasta de dientes, lo apreté por el medio del tubo y coloqué la pasta sobre el cepillo. Cerré de nuevo el bote y comencé a lavarme los dientes. Mientras me miraba en el espejo, todavía algo dormida, en el cristal apareció una imagen. Del espejo salieron unos brazos y una boca horrible, con unos dientes negros y putrefactos. Unas manos semejantes a unas garras me agarraron de los hombros y me metieron dentro del espejo. Por la rapidez con la que se me introdujo en el espejo se me calló el cepillo de dientes de la boca.
Aparecí en un lugar muy extraño, oscuro y sucio. Todavía tenía la boca llena de pasta de dientes y aún llevaba el pijama puesto. Escupí a un lado la pasta de mi boca y me limpié los restos con la manga de la camiseta de mi pijama color violeta. Intenté retroceder tras mis pasos, pero una pared tras de mí me lo impedía. Así que me adentré cuidadosamente en ese tan oscuro y desconocido mundo tras mi espejo.

(Continuará…)


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra