sábado, 18 de diciembre de 2010

Vacío...

Hay momentos en los que te sientes solo incluso estando rodeado de gente, momentos en los que te aíslas un poco del mundo porque no te apetece estar con nadie, momentos en los que simplemente deseas estar con la única persona que te hace sentir acompañado en esos instantes tan extraños... Después de esos días en los que uno ha estado apático, vuelves al mundo real y te das cuenta de que ahora te han dado de lado. Sientes que ya no les importas o que quizás nunca les hayas importado. Sientes que te hacen vacío, que no les interesa lo que te haya podido pasar y que no te ayudarán a volver a la normalidad...

Aunque a veces... quizás sea mejor así...


Escrito Por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

sábado, 4 de diciembre de 2010

Brotes Psicóticos

Ángela llevaba tres años viviendo con su novio Breogan cuando empezó a sufrir unos extraños brotes psicóticos. Desde hacía unos meses se autolesionaba provocándose grabes daños físicos y agredía a Breogan sin lograr causarle mal alguno. Con el tiempo sus males psicológicos fueron en aumento y su novio la llevó a un especialista porque estaba muy preocupado por su chica. El especialista hizo un profundo análisis de la conducta de la joven y dictaminó que Ángela debía ser ingresada en una cárcel psiquiátrica debido a la tendencia agresiva que padecía.
A Breogan le costaba mucho dejar a su novia en aquel lugar. Cuando encerraron a Ángela en aquella habitación de cristal, ella no dejaba de llorar y de suplicar que no la dejasen allí. A pesar de lo mucho que le dolía, Breogan decidió que aquello era lo mejor para ambos.
Breogan visitaba cada día a Ángela y le daba todo el cariño que ella le permitía. La salud mental de la joven parecía haber mejorado y los médicos consideraban que en poco tiempo podría recibir el alta.
Breogan llevaba seis meses viviendo sin Ángela y ahora todo volvería a ser como antes. Iba a buscarla a la cárcel psiquiátrica para llevarla de vuelta a casa, junto a él. Se encontraba ya junto a la puerta de la habitación esperando a que el médico abriese la puerta y le permitiese entrar. Breogan entró en la celda y en ese momento Ángela sufrió un ataque de histeria y comenzó a tirarse del pelo y a pegarse. El joven trató de tranquilizarla. Se aproximó a ella, la abrazó contra su pecho y le acarició el pelo. Ángela lloraba cubriéndose los ojos con las manos permitiendo que su novio la abrazase. La chica parecía estar completamente tranquila  cuando agarró con sus propias manos el  cuello de su chico. Apretó con fuerza. Breogan intentó que le soltase pero Ángela acabó con sus propias manos con la vida de la persona que amaba. Después de eso… jamás recuperó la cordura.


Escrito Por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)


miércoles, 24 de noviembre de 2010

Extraños Sucesos II

Nuevamente...

6:25 am, explosión que me saca de mi pesadilla.
6:26 am, un objeto cae.
6:28 am, arañazos en el edificio.
6:30 am, el niño llora.
6.31 am, caricias.

Todo se ha repetido...de nuevo... y a las mismas horas. Ayer parecía que todo tenía una explicación racional. Problemas en la fachada de mi edifico debido a la obra que hay al lado. Pero... la explicación no acaba de convencerme. Ya van tres días seguidos ocurriendo lo mismo y siempre sucede a las mismas horas y en el mismo orden. ¿Qué pasa?


Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

lunes, 15 de noviembre de 2010

Extraños Sucesos II

Nuevamente...

6:25 am, explosión que me saca de mi pesadilla.
6:26 am, un objeto cae.
6:28 am, arañazos en el edificio.
6:30 am, el niño llora.
6.31 am, caricias.

Todo se ha repetido...de nuevo... y a las mismas horas. Ayer parecía que todo tenía una explicación racional. Problemas en la fachada de mi edifico debido a la obra que hay al lado. Pero... la explicación no acaba de convencerme. Ya van tres días seguidos ocurriendo lo mismo y siempre sucede a las mismas horas y en el mismo orden. ¿Qué pasa?


Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

domingo, 14 de noviembre de 2010

Extraños Sucesos

Una vez más el mismo sueño y los mismos extraños sucesos. De nuevo, he soñado que morías enterrado vivo, te he sentido agonizar, he notado las mismas sensaciones que tú y, de pronto, un estruendo. Una explosión que tan sólo yo he oído y que me ha hecho despertar de mi pesadilla. Tras la explosión, un objeto en el interior de mi habitación, inexplicablemente, cae al suelo. Cae provocando otro ruido más. A continuación, algo en el edificio se oye. Parece como si alguien arañase el edificio desde el exterior. Llantos, eso es lo que prosigue a los arañazos. El niño, que duerme en la habitación que hay situada bajo la mía, ha despertado y llora. Tras el llanto, una gélida sensación acaricia mi cuerpo. Así durante dos noche seguida y todo ocurre a la misma hora.
6:25 am, explosión que me saca de mi pesadilla.
6:26 am, un objeto cae.
6:28 am, arañazos en el edificio.
6:30 am, el niño llora

6.31 am, caricias,
Después, continuar durmiendo se me hace imposible y una pregunta aparece en mi cabeza. El niño… ¿escucha lo mismo que yo?


Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)


viernes, 12 de noviembre de 2010

Poseída

Ángela se encontraba durmiendo plácidamente junto a su novio. Ambos estaban en una casa de dos pisos junto con más amigos. Había un silencia absoluto, ya que todos dormían. De pronto, Ángela se levantó de la cama, salió de la habitación y se dirigió al salón. Caminó hacía la ventana, la abrió y se sentó en ella. La joven se arrancón un crucifijo que llevaba colgado del cuello, lo apretó con fuerza contra su mano y comenzó a balancearse.
Breogan se despertó al notar la ausencia de su novia en la cama. Se levantó y salió el pequeño dormitorio. En el pasillo, se encontró con Marcos, que salía del  cuarto de baño.
-          Marcos, ¿has visto a Ángela? Es que no está en la cama. –
-          No la he visto. Quizá haya ido a la cocina a por agua. –
Breogan asintió con la cabeza y se adentró en el salón para dirigirse a la cocina mientras Marcos regresaba a su habitación.
-          ¡Marcos! –
Breogan gritó al ver lo que estaba sucediendo en el salón. Marcos acudió a su llamada y vio a su amigo completamente paralizado, observando la venta. En ella se encontraba Ángela, sentada, balanceándose y arriesgándose a caer al vacío. El joven se acercó a ella e intentó convencerla para que entrase en la habitación. La joven hacía caso omiso.
Mientras, el resto de personas de la casa aparecieron alertados por el grito de Breogan. En cambio, todavía faltaba alguien.
Marcos continuaba intentando hacer entrar en razón a su amiga, cuando Breogan desapareció. El muchacho había recordado algo que su amigo Jan le había contado sobre Ángela.
Breogan entró en un cuarto y se aproximó a una cama. Jan dormía en ella. Le despertó.
-          Necesito tu ayuda. Ángela… está como… poseída. –
-          ¿Dónde está? –
-          En la ventana del salón. –
Jan salió corriendo de la habitación y se dirigió al salón, seguido por Breogan. Con calma, se aproximó a la ventana donde se encontraba su amiga. Le indicó a Marcos que se apartase y se acercó más a Ángela. La observó y cogió su mano izquierda. La tenía cerrada. Jan, con dificultad, le obligó a abrirla y observó que en ella tenía un crucifijo. Lo tenía clavado en la piel e impregnado de sangre debido  a la fuerza con que lo guardaba dentro de su mano. El muchacho se giró hacía sus amigos y dijo:
-          Necesito un mechero. –
Breogan cogió uno de un cajón de la cocina y se lo llevó a Jan. El chico lo cogió. Con la mano izquierda, mantuvo abierta la mano de Ángela. Con la derecha. Encendió el mechero, lo aproximó al crucifijo y quemó la mano de su amiga.
Al sentir el fuego, Ángela agonizó de dolor mientras sus amigos y su novio observaban atónitos la escena. De pronto, la joven sufrió un espasmo y se deslizó por la ventana. Jan la sujetó con fuerza y la condujo al interior de la casa. La tumbó en un sofá. Breogan se acercó a ella y la acarició con suma delicadeza.
Ángela estaba tumbada y temblaba con mucha intensidad. Abrió los ojos y se abrazó a su novio. Comenzó a llorar. Le dolía la mano. Observó el lugar foco de aquel dolor y pudo ver la marca de un crucifijo grabada con fuego. Alzó la mirada y buscó a Jan. Cuando lo encontró, le dijo:
-          Ha vuelto a pasar, ¿verdad? Esto no ha acabado aún. Tenemos que hacer algo. Y ya. –
Jan asintió con un suave movimiento de cabeza.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mundo Paralelo

Me gusta vagar por la calle sintiendo el frío de las gotas de lluvia deslizándose por mi cara. Caminar acompañada de personas que aparecen y desaparecen de mi lado del mismo modo que se desvanece el vapor de un cristal. Personas que veo pero que en realidad no están ahí. Gente que tan sólo yo veo, porque son fruto de mi imaginación, simples visiones que a veces me aterran.
Camino acompañada bajo la lluvia, pero en realidad no llueve y estoy sola. Todo está en mi mente. He creado un mundo paralelo en el que me siento a gusto cuando estoy triste, pero ese mundo se está aproximando a la realidad…
Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

sábado, 23 de octubre de 2010

Asesinato, dulce asesinato

“Te secuestraré, te tumbaré sobre una cama de clavos y te ataré para que no puedas escapar. Te clavaré astillas bajo las uñas de los dedos de pies y manos. Te clavaré alfileres en los ojos y los sacaré muy lentamente para volver a clavarlos. Te asfixiaré con mis propias manos y cuando creas que el dolor ha terminado, te devolveré la vida para continuar torturando tu vomitivo cuerpo. Cuando hayas recuperado completamente la consciencia volveré a hacerte sufrir, hasta que me aburra de escuchar tus patéticos gritos de dolor. Cuando me haya hartado de jugar contigo, te abriré en canal y destrozaré cada órgano que haya dentro de ti. Siento odio, repugnancia, asco e ira hacía ti. Te haré pagar por todo el sufrimiento que has causado y disfrutaré haciéndolo. Tendré un orgasmo mientras mutilo tu repugnante cuerpo. No vales para nada y te lo haré ver mientras te asesino.”
Ángela había perdido completamente la cabeza. Sólo pensaba en matarla. Quería deshacerse de ella y torturarla del modo más cruel que existiese. No la soportaba, necesitaba acabar con ella. Las ansias de matar se apoderaban de ella y ese día saciaría su sed de sangre.
Vagaba por la calle con total tranquilidad. Entonces la vio. Caminaba con aires de superioridad y con una sonrisa falsa dibujada en la cara. Ángela se paró y esperó hasta tenerla cerca. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un cuchillo. Se abalanzó sobre ella y, como si estuviese poseída por el mismo diablo, comenzó a clavar el cuchillo en aquel cuerpo femenino que tantas nauseas le provocaba. Acuchilló, desgarró y mutiló al ser que más odiaba en el mundo.
Con las manos y la ropa manchadas de sangre, regresó corriendo a casa dejando el destrozado cuerpo tirado en la calle.
Llegó a casa. Dejó el arma del crimen sobre la mesa. Cogió el teléfono y llamó a la policía.
“He cometido un crimen. He acuchillado, desgarrado y mutilado al ser más asqueroso que había en este mundo. Le he hecho pagar por todo el sufrimiento que ha causado con su falsedad. No me arrepiento de lo que he hecho. Se lo merecía. Lo haría con gusto mil veces más. Era repugnante, vomitiva, odiosa y me producía un asco impresionante. He matado a esa zorra y me siento orgullosa de ello.”

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

jueves, 21 de octubre de 2010

Criatura De La Noche

“Se acerca el día. Terror, diversión y lujuria se verán unidas durante toda una noche. Los seres más siniestros del universo se mostrarán como cada año y entre ellos...te buscaré. Te buscaré entre las sombras, entre todos los maléficos seres de la noche...Esta vez...espero no fallar, espero encontrarte, sino...esperaré a que se repita esta noche el próximo año.
Te buscaré mi vampiro y espero encontrarte. No pararé hasta que te encuentre, aunque buscarte me lleve toda la vida...
Estas palabras fueron escritas por mí hace casi un año. Aquel año busqué en la noche del terror a mi ser de las sombras y no lo encontré. Esa noche está próxima una vez más, pero esta vez es diferente, ya no tengo que buscar en la oscuridad a mi criatura. Ya no busco a mi vampiro. No busco porque… ya he encontrado. Entre oscuridad, niebla, terror… entre hombres lobo, vampiros, demonios y demás seres siniestros he encontrado lo que buscaba. No es un vampiro, no es un demonio… no sé qué clase de criatura es, sólo sé que le amo. No me importa qué tipo de ser sea, no me importa lo cruel que pueda llegar a ser su raza, no me importa lo sangriento o siniestro que pueda llegar a ser… sólo me importa estar a su lado. “
Zae dejó de escribir. Miró fijamente a la ventana que se encontraba delante de ella, tras su escritorio. Era de noche, la luna estaba llena y una suave niebla se deslizaba entre las hojas de los árboles que se encontraban en el frio de la calle. Observaba aquel siniestro árbol que estaba situado delante de su casa. Había algo en él que la atraía. Vio como las hojas se movía y un golpe se escuchó tras ella, en su habitación. Se giró bruscamente, asustada. Miró con detenimiento cada rincón de su cuarto y no vio nada. De nuevo se giró y continuó observando aquel árbol a través de la ventana. Esta vez…había una figura que se dejaba ver en la oscuridad. Zae sonrió, no pudo evitarlo. Conocía a aquel ser que estaba allí fuera. Era la criatura de la que se había enamorado, su novio Marck. Le miró muy fijamente. Esa noche en él había algo distinto. El joven comenzó a caminar y se acercaba a la casa. Zae le miraba, atónita. Los rasgos físicos de su novio eran distintos y apreciaba algo en su cara que no le gustaba.
De pronto, Marck miró hacía la ventana tras la que ella se encontraba y dejó ver en su boca una maléfica sonrisa. Desapareció. Zae ya no lo podía ver. Se levantó de la silla donde se encontraba y se giró. Gritó, pero la voz no se oyó. Marck estaba ante ella y no era el mismo. Sus ojos eran amarillos, sus colmillos largos y brillantes, tenía garras en las manos, sus venas estaban muy marcadas por todo el cuerpo y su cabello era del color de la luna. Zae estaba muy asustada. Sabía que su novio era una criatura de la noche, pero jamás imaginó que sería así. Pensó en lo que había escrito antes de que todo eso sucediese y se dio cuenta de que había mentido. Sí le importaba el tipo de ser que era su novio, sí le importaba lo cruel que pudiese llegar a ser… y estaba a punto de comprobarlo.
Se abalanzó sobre ella. Zae estaba en el suelo con su novio encima. Marck la miró y de un garrazo la abrió en canal. Su novia murió al instante sin apenas poder gritar de dolor. Con sus garras continuó destrozando el todavía caliente cuerpo de Zae. Acercó su boca al cuello intacto de la joven y le mordió con tal fiereza que le arrancó la piel. A continuación, con sus manos empapadas en sangre arrancó los órganos del interior de Zae y se los comió.
Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

viernes, 8 de octubre de 2010

Guiada Por Los Espíritus Y Por La Locura

Empiezo a temer por mi salud mental. Sin duda, esto no puede ser normal. Estoy aquí, sentada en el suelo, viendo las tumbas que hay a mi alrededor. Me encuentro en el cementerio, sentada al lado de mi estatua favorita, escribiendo y no puedo dejar de pensar en lo mismo. No sé como soy capaz de pensar en algo así en un lugar tan sagrado como este. No logro quitarme estos lujuriosos pensamientos de mi cabeza y ni estando rodeada de muerte soy capaz de olvidarlo. ¿Qué me pasa? Tengo que sacarme esto de la mente, no puedo pensar más en ello o me volveré verdaderamente loca.
Aquí estoy, sentada al lado de una de las tumbas más tristes que hay en este cementerio y en mi mente sólo hay un pensamiento. Tan sólo pienso en lo que se siente al notar el roce de tus labios, tus caricias, tu respiración sobre mí, el rozar de tu cuerpo contra el mío, tu piel, tu calor, tu mirada fija en mí… En mi mente sólo hay lujuria, no hay ningún buen pensamiento. No sé como soy capaz de pensar en algo así en este sitio.
Empiezo a ver alucinaciones. Estos pensamientos están logrando que pierda la cabeza. Cada pensamiento ahora se empieza a hacer más real. Mis pensamientos empiezan a ser tan fuertes y tan constantes que mientras pienso en ellos puedo sentirlos. Estando aquí, rodeada de cruces, siento lo que sentiría si mis lujuriosos pensamientos se hiciesen reales. Noto el calor, noto el rozar… lo siento. Lo siento como si fuese real, pero no lo es. No es real, sólo son mis pensamientos en la soledad de este sagrado territorio. Me estoy volviendo loca, siento mis propios pensamientos como si fuesen reales.
Continúo pensando en lo mismo, no puedo sacármelo de la cabeza. Mientras escribo la temperatura de mi cuerpo aumenta y siento como algo acaricia mi piel. Pienso en lo que se sentiría si me acariciases y noto esas caricias en mi piel. Pienso en lo que se sentiría al notar el roce de tus labios y siento calor en mi propia boca. Mis pensamientos se están haciendo reales. Son reales, reales en mi propia soledad en la que estoy rodeada de espíritus que hacen que pueda sentir todo cuanto pienso. Sí, son ellos los que hacen que sienta todo esto. Son ellos los que hacen que puedan hacerse reales estos lujuriosos pensamientos en un lugar como este.
Me estoy dejando llevar. Mientras escribo estas palabras me estoy dejando llevar por mis pensamientos y por los espíritus. No hago nada, tan sólo me dejo llevar, dejo que todo fluya. Ellos controlan ahora la situación. No les impido que permitan que todo lo que se pasa por mi mente se haga real. Me gusta esto, me gusta sentir mis pensamientos en mi propia piel. Me gusta sentir que cada cosa que pienso se hace real, aunque sólo sea en mi locura. Todo esto está pasando en mi imaginación, aunque lo sienta, no es del todo real. Tan sólo siento mis pensamientos porque son muy fuertes. Mi locura me ha llevado a creer que los espíritus me ayudan a sentir lo que quiero. Me gusta esto, me gusta esta dulce locura, me gusta que los espíritus me hagan sentir lo que estoy sintiendo. Ahora… dejaré de escribir y me centraré en un único pensamiento. Un pensamiento que los espíritus harán real en mi locura. Un pensamiento simple que se puede describir con una sola palabra, placer.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Lujuria

Se la llevó a su habitación. El cuarto estaba situado en el sótano de aquella antigua iglesia. Estaba muy oscuro. Entraron y él encendió unas cuantas velas que dejaron el lugar en penumbra. Cerró la puerta y sonrió a la chica. Fue aproximándose poco a poco a ella, hasta que ambos cayeron en la cama que había situada al fondo de la habitación. Comenzó a besarla. Le mordisqueó las orejas, lamió su cuello y deslizó su lengua hasta el pecho. Se quitó la camiseta y se tumbó sobre ella. Continuó lamiendo el cuello y le susurró al oído: “necesito sangre”. Ella no pensó, sólo respondió: “tómala”. Clavó los colmillos en la sensual garganta. Notó dos pequeños pinchazos. La sangre comenzó a brotar. Chupó el líquido hasta que la voz de la joven hizo que parase. “Quiero ser como tú, conviérteme”. Cogió de su mesilla de noche una pequeña pero afilada daga. Se hizo un leve corte en el cuello y esperó a que la sangre comenzase a caer. Aproximó la boca de su amada y ella empezó a chupar. Poco a poco fue sintiendo el cambio. Podía sentir como sus colmillos aumentaban afilados. Ambos estaban sumergidos en el placer que aquello les provocaba. Mutuamente se absorbieron la sangre.
Sintieron dolor. Algo estaba atravesando el corazón de ambos. No se habían dado cuenta de la presencia del cura. Los habían cogido. El cura había clavado una estaca por la  espalda del chico y estaba atravesando el corazón de ambos. La pareja murió prácticamente al instante.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

lunes, 27 de septiembre de 2010

La Historia De Akane Olzon

Me llamo Akane Olzon y hoy os voy a contar la historia de mi vida. Todo dio comienzo un 23 de marzo del año 1991, ese día nací yo, en una pequeña ciudad llamada Byetar. Desde muy pequeñita mostré un tipo de comportamiento bastante agresivo y cambiante. En el colegio me relacionaba poco y pegaba a mis compañeros de clase. Con el tiempo aprendí que si me hacía daño a mi misma podía canalizar mi ira y de ese modo no hacía daño a los demás. Con seis años un compañero de clase me enfureció tanto que le di un puñetazo y le provoqué una grave lesión en el labio inferior. Este acto hizo que casi me expulsasen del colegio, pero no fue así. A los ocho años de edad, cuando jugaba en una pequeña asociación de vecinos de mi barrio, conocí a un niño con el que comencé a llevarme muy bien desde el primer momento. Él era un par de años mayor que yo y hacía poco que se había mudado a la ciudad, venía de una ciudad lejana llamada Polum. Todas las tardes iba a jugar con él y a mis padres eso les gustaba porque decían que mi comportamiento había mejorado desde que estaba con él. Pasó un año y conocí a cuatro chicos más. Eran amigos de él y se habían mudado también a Byetar. Sus padres habían sido trasladados a la ciudad al trasladarse también la fábrica en la que trabajaban. Sin darme cuenta estaba formando parte de una pequeña pandilla formada por mí y cinco chicos más, sus nombres eran Scott, Jhonn, Byron, David y William. Con el tiempo nos fuimos juntando con otros chicos del barrio, algo que fue un gran error y que formaría parte de la parte oscura de mi vida.
El tiempo pasó y con doce años de edad continuaba saliendo con mis cinco amigos, pero ahora también estábamos con los chicos malos del barrio. A una edad tan temprana me vi influida por ellos y metida en el mundo de las drogas. Siendo tan joven fumaba, consumía heroína, cocaína y demás sustancias. Con catorce años de edad perdí la virginidad sin ser apenas consciente por encontrarme drogada en ese momento. Durante esa época conocí a un chico llamado Alejandro el cual abusaba de mí cuando no era consciente de mis actos. No soportaba que abusase de mí y así me di cuenta de que lo que estaba haciendo no estaba bien. Hablé con mis cinco amigos de toda la vida y decimos que los seis debíamos dejar las drogas. Con mucha fuerza de voluntad logramos escaparnos de ese mundo, aunque no fue fácil hacerlo. Dejamos de lado aquellas amistades y comenzamos a escribir una nueva página del libro que forma nuestras vidas.
Conocía a nuevas personas en el instituto y tuve otro nuevo grupo de amigos, pero sin dejar de lado a mis cinco compañeros. Pronto comenzaría mi primera relación sería y estable con un chico. Esa relación finalizó cuando yo tenía 17 años tras un largo tiempo. Dio comienzo así otra etapa difícil de mi vida. Me vi sola, pues la mayoría de los que creían mis amigos no lo eran. Solamente estaban conmigo porque era la novia de su amigo. Me vi sola, aunque con el apoyo de mis cinco amigos, mi grupo de siempre, el de toda la vida. Con su ayuda comencé otra nueva página. Al comenzarla olvidé todo lo malo de mi pasado. Olvidé mis tres intentos de suicidio, los cuatro intentos de violación realizados por un viejo amigo y la desastrosa y larga relación que había tenido. Seguí adelante con mis estudios y fui conociendo a gente. Formé un grupo con mis cinco amigos, un grupo del que nadie en mi vida salvo ellos conocería su existencia. Durante el curso se me fue diagnosticada una enfermedad mental que haría que mi vida se complicase más aún y que provocaría un cuarto intento de suicidio.
A los dieciocho años de edad daría comienzo un largo capítulo de mi vida que contendría muchas partes buenas y una trágica historia. Intentaré contárosla con todo detalle y con un orden cronológico correcto. A esta edad conocería a la que, actualmente, es mi mejor amiga. Nos conocimos a través de una amiga que ambas teníamos en común. Con el tiempo nos empezamos a llevar muy bien y nos dimos cuenta de la cantidad de cosas que teníamos en común.  En el instituto estaba siendo un buen año y estaba con gente con la que me llevaba muy bien. Mi problema mental mejoraba y mi vida amorosa iba genial. Tenía un novio del que creía estar enamorada, pero con el tiempo su comportamiento posesivo me haría darme cuenta de que realmente estaba enamorada de otra persona. Me había enamorado de un gran amigo, alguien con el que siempre estaba. Durante el verano recibiría una noticia que me impactaría mucho. Mi padre me contaría que durante el matrimonio había tenido una relación con otra mujer de la cual había salido un hijo y ese hijo era Alejandro, un viejo amigo de la etapa oscura de mi vida. Un viejo amigo que había intentado violarme en cuatro ocasiones y que en ese momento se encontraba en la cárcel. Me costó asimilar la noticia, pero el buen momento que estaba viviendo me ayudó. Tenía una gran amiga, había encontrado el amor, tenía a mis amigos de toda la vida y un nuevo grupo de amigos. Nada podía ir mejor. El año pasó rápido y con ello llegaron ya los diecinueve años. El nuevo año comenzó con muy buen pie. Dio comienzo con una gran fiesta en la que estaría con mi mejor amiga y en la que conocería a nuevas personas. Un nuevo curso de comienzo y con ello volver a ver a mis compañeros. Mi mejor amiga se iría de Byetar a estudiar en otra ciudad, mi grupo secreto empezaría a ensayar con más frecuencia y conocería a grandes personas.
Tras las vacaciones de navidad y tras dar la bienvenida al nuevo año comenzaría algo en mi  vida. Dejé atrás mis sentimientos de amor y conocí a nuevos compañeros de clase. Entre los cuales encontré a un grandísimo amigo. Volví al instituto después de las vacaciones con más fuerza que nunca y dispuesta a conseguir todo cuanto me propusiese. Comencé a sentir extrañas sensaciones y descubrí que podría ser bruja. Muchas de mis sensaciones se hacían realidad y eso me llevó a sentir muchas malas cosas, como muertes. Comencé a llevarme muy con el chico en el que llevaba mucho tiempo fijándome, uno de mis mitos eróticos del instituto. Mi relación con él acabó en un pequeño lio y yo me enamoraría de él. Con mi mejor amiga todo iría genial. Se puede decir que viví un gran momento, hasta que algo ocurrió. Tras meses de sentir una extraña sensación, una semana antes de mi decimonoveno cumpleaños murió mi tío. Una persona muy querida por mí y, con esto, empezaría una serie de tragedias en mi vida. Poco después de esta gran pérdida y tras creer que me estaba recuperando del golpe, me dieron la noticia de que Alejandro había salido de la cárcel. Tenía miedo. Él lo conocía todo sobre mí y había intentado violarme en cuatro ocasiones. Me asusté, pero el tiempo pasó y no ocurrió nada. Olvidé que estaba libre. Todo continuaba adelante, pero se acabaría. Una noche me encontré con él y logró su objetivo. Me violó mientras me decía que me amaba. Tras la denuncia él fue asesinado en un tiroteo con la policía. Creí que se acabaría así la pesadilla, pero me equivoqué. Las consecuencias llegaron. Mis pruebas médicas realizadas tras la violación rebelarían que me había quedado embarazada. No sabía qué hacer. Dentro de mí había un ser que había sido engendrado por la persona que más odio en mi vida, yo estaba enamorada de un chico genial y no sabía si contarle lo que me pasaba. No sabía que debía hacer, si tener al bebé o no. Era demasiado joven como para ser madre, pero tomé una decisión.
Ahora tengo veintitrés años y un niño de cuatro años maravilloso. Sí, tomé la decisión de tener al bebé. Creí que él no  tenía la culpa de lo que había sucedido y de que su padre actuase como no debía. Él no debía pagar por aquello, merecía vivir. Estoy sola, pero le tengo a él, mi precioso niño que es lo que me da fuerzas para continuar cada día adelante. Mi grupo secreto con mis cinco amigos de toda la vida dejó de ser secreto y comenzó a dar conciertos. Ahora ya vamos por nuestro quinto disco y continuamos dando conciertos. Ya no vivo en Byetar, mi ciudad natal. Me mudé hace dos años a Polum junto con mi hijo y mi grupo musical. Vivo en una gran casa con mis cinco amigos, los cuales me ayudan con el cuidado de mi pequeño. Además de trabajar como cantante del grupo también trabajo como psicóloga y colaboro con una asociación que ayuda a las chicas que han sido violadas. Después de muchas páginas oscuras en mi vida me di cuenta de que si continúas adelante es posible transformarlas y convertirlas en páginas de luz. Por eso he decidido no rendirme y luchar, algo que también le enseño a mi hijo. Y esta es, en resumidas cuentas, las historia de mi vida.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Espíritus

Estaba tumbada en la cama, sin hacer nada. Era de noche y me encontraba totalmente a oscuras encerrada en mi habitación. Tan sólo estaba tumbada, mirando al techo, sin pensar en nada en concreto. Todo estaba en silencio. Mis ojos comenzaban a cerrarse poco a poco, el sueño me estaba invadiendo. Estaba casi dormida cuando sentí algo muy extraño. Algo me estaba tapando la boca y me inmovilizaba por completo en mi cama.  Abrí los ojos y estaba sola, pero seguía sin poder moverme. No había nadie allí y, sin embargo, yo sentía como una mano caliente me tapaba la boca. No podía moverme y no sabía qué hacer. Pensé y entonces recordé. “Si me relajo se desvanecerá”, esas palabras aparecieron en mi mente. Lo hice. Me relajé. Traté de olvidar aquella presencia y aquella sensación de inmovilidad. Conseguí relajarme y todo aquello desapareció. Encendí la luz y observé con detenimiento toda mi habitación. Buscaba algo, no sabía el qué, pero buscaba y esperaba encontrar algo en mi habitación. Como es normal, no encontré nada. Mi habitación continuaba igual que siempre, igual que como todos los días. Mi mente no dejaba de buscar una explicación a lo que acababa de suceder. Se me ocurrían muchas razones para lo que acababa de suceder. Podía ser una situación sobrenatural en que un espíritu había intentado ahogarme.  Esa era la explicación que con más fuerza se dibujaba en mi mente, pero tenía que haber algún tipo de explicación racional. Quizá había sido un sueño y yo creía estar despierta. Esa era la explicación más racional que lograba mi mente. Dejé de pensar y volví a apagar la luz. Me tumbé y continué mirando al techo, pero esta vez sí pensaba. No podía dejar de pensar en lo que me había sucedido hacía unos minutos.
Continuaba pensando y de nuevo sentía algo extraño en mi habitación. Sentía una extraña presencia, sentía que algo estaba dentro de mi habitación. Me levanté y me senté en la cama. Quería averiguar qué era lo que estaba pasando y ahora era consciente de que estaba totalmente despierta.
Esperaba que eso que había en mi habitación se acercase a mí. Permanecí sentada en la cama y no me moví.  Pasaron quince minutos y allí seguía yo, sentada y esperando. Pasaron diez minutos más y, entonces, pasó todo. De pronto algo se iluminó en mi habitación. Había una potente y limpia luz blanca delante de mi cama. Me froté los ojos creyendo que estaba alucinando, pero continuaba allí. La luz se fue desvaneciendo y poco a poco fue apareciendo una figura. No distinguía lo que era aquella figura, pero se estaba aproximando a mí. Se sentó en mi cama, muy cerca de donde me encontraba yo. La figura se hizo cada vez más clara y por fin logré ver que era. Allí sentada, allí estaba. Era una mujer joven y muy hermosa. Me miró y entonces habló:
-          Tienes que ayudarme. Algo va a suceder. Vais a morir todos a manos del espíritu de mi marido. Tienes que ayudarme a encontrarlo antes que salga la luz del sol o será demasiado tarde. -
Me desperté. Me levanté totalmente asustada por el sueño que acababa de tener. Había tenido un sueño muy extraño, pero tenía la sensación de que todo había sido real. Salí de mi habitación y bajé las escaleras. La casa estaba en silencio y en la cocina no había nadie, lo cual era muy extraño. Subí  de nuevo las escaleras y fui a la habitación de mis padres. Encendí la luz y comenzó el horror. La habitación estaba llena de sangre y en la cama se encontraban los cuerpos sin vida de mis padres. Salí corriendo de allí y me dirigí a la habitación de mi hermano. Lo que vi allí fue peor. Mi hermano estaba en el suelo y a su alrededor se encontraban todos sus órganos. Huí y bajé corriendo las escaleras. Salí de la casa y sentí una punzada en el pecho. La sangre comenzó a brotar y me desvanecí.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Delirante Comportamiento

Era un día normal. Era viernes y Ángela estaba en clase, deseando que llegase a su fin para salir con todos sus amigos por la noche. Ella se encontraba mirando por la ventana y no dejaba de abrir y cerrar su bolígrafo cuando la campana sonó. Recogió rápidamente sus cosas, salió de clase y se dirigió a la puerta continúa a la de su clase. Allí se encontró con una amiga. Bajaron las escaleras y se fueron a cenar juntas. Mientras cenaban todo comenzó…
Ángela y su amiga Zoe se encontraban cenando en un bar cercano a su instituto. Zoe estaba preocupada porque el comportamiento de su amiga estaba empezando a resultar un tanto extraño. Ángela había pasado de ser una chica callada a no dejar de hablar y a no poder parar quieta ni un minuto. No dejaba de moverse.
-          Ángela, ¿estás bien? –
-          Sí, ¿por qué? –
-          Estás muy rara, no dejas de moverte. ¡Para ya! Me estás poniendo nerviosa.-
-          No puedo parar. Necesito moverme. –
Las chicas acabaron de cenar, pagaron la cuenta y se fueron del local. Se pusieron en camino al local en el que había quedado por la noche con sus amigos. Empezaba a oscurecer y Ángela continuaba rara. Mientras caminaba no dejaba de dar saltitos y no dejaba de hablar ni un solo minuto.
Llegaron al local y entraron. Allí se encontraron con algunos amigos. Se acercaron a ellos, pidieron algo de beber, aunque sin nada de alcohol, y disfrutaron de la compañía de sus amigos. Parecía una noche normal, pero el extraño comportamiento de Ángela acababa de empezar…
Se encontraban en una mesa, charlando, cuando de pronto Ángela se levantó de la silla y se dirigió a la barra. Zoe la observó extrañada y pensó que iría a pedir algo más de beber. Mientras pensaba pudo ver como su amiga se subía a la barra del bar y comenzaba a bailar. Ángela estaba bailando y estaba comenzando a quitarse la ropa mientras tonteaba con los chicos que había allí. Zoe estaba sorprendida por la forma de actuar de su amiga y sus amigos se habían aproximado a ella para seguirle el juego. Ángela estaba casi desnuda, sólo llevaba puesta la ropa interior, cuando se arrodilló en la barra, se aproximó a uno de sus amigos, le agarró la cabeza y lo besó. Luego hizo lo mismo con todos los chicos que estaban próximos a ella. Zoe no podía soportar el espectáculo que estaba montando su amiga por lo que decidió salir del bar. Cuando salió se encontró fuera con el mejor amigo de Ángela, Breogan, y le contó todo lo que estaba pasando. Breogan no daba crédito a lo que Zoe le estaba contando y decidió entrar para comprobarlo por sí mismo.
Breogan entró en el local y allí estaba ella, semidesnuda e insinuándose a todo chico que se le acercase. Se acercó a ella e intentó hacerla entrar en razón pero Ángela no le escuchaba. Breogan salió del bar y le pidió a Zoe que entrase con él para que intentase hacer entrar en razón a su amiga. Ambos se aproximaron a la barra. Ángela se quedó quieta y los observó. No pestañeaba, no se movía, no hacía nada. De pronto, miró atónita a su alrededor, observó su cuerpo y fue consciente de lo que estaba pasando. Se asustó. Cogió su ropa de la barra y salió corriendo. Entró en los baños, cerró la puerta y sentó en el suelo donde se sumergió en el llanto.
-          Ángela, ¿qué ha pasado? ¿Por qué has actuado así? –
-          No lo sé, Zoe. No recuerdo nada de lo que ha pasado, no recuerdo lo que he hecho. –
Ángela a penas pudo acabar la frase. Se desvaneció en el suelo mientras hablaba.
-          ¡Breogan! ¡Corre! ¡Ven! ¡Breogan! ¡Por favor! –
-          ¡Zoe! ¿Qué pasa? –
-          Es Ángela, se ha desmayado. –
Breogan se acercó a toda prisa a Ángela.  La cogió en brazos y le explicó a su amiga lo que harían para solucionar todo aquello.
-          Zoe, escúchame bien. Toma las llaves de mi coche, está aparcado en la calle de abajo. Ve yendo y ábrelo. Yo iré detrás de ti con Ángela en brazos. La vamos a llevar al hospital, ¿Vale? –
Zoe tomó las llaves de la mano de su amigo y salió del bar a toda prisa. Se dirigió hacia el lugar que le había indicado Breogan y abrió el coche. Esperó hasta que el chico llegase con su amiga en brazos. No tardó mucho en llegar. La tumbaron en los asientos traseros y ambos se subieron al coche. Breogan era el que conducía y rápidamente se puso en camino al hospital.
Cuando llegaron al hospital, Zoe bajó del coche y buscó a un médico que pudiese ayudarles. Breogan volvió a coger en brazos a Ángela y entró con ella en el hospital donde su amiga Zoe ya estaba hablando con un médico. El doctor se acercó a él y le pidió que tumbase a la chica en una camilla que había próxima. Zoe le explicó con todo detalle lo que había sucedido. El médico les pidió que esperasen en la sala de espera mientras le realizaba unas pruebas a Ángela.
-          ¿Crees que se pondrá bien? –
-          No lo sé, pero espero que sí. No te preocupes, los médicos harán todo lo posible. –
-          Breogan, estoy asustada. –
El chico iba a responder cuando el médico que estaba atendiendo a Ángela se les acercó.
-          Chicos, vuestra amiga va a tener que permanecer algún tiempo ingresada. Tenemos que hacerle más pruebas. Actúa de un modo muy extraño. Mientras le realizábamos una prueba se levantó de repente de la camilla y ha intentado estrangular a uno de nuestros enfermeros. Hemos tenido que atarla a la camilla. Podréis verla luego, pero antes quería haceros unas preguntas. –
El médico hizo muchas preguntas a los dos amigos de Ángela. Cuando le había hecho todas las preguntas que quería, permitió que viesen a la chica. Los dirigió a la habitación en la que se encontraba la chica. Ángela estaba tumbada en la camilla, atada de pies y manos sin poder moverse ni un milímetro. Zoe no pudo evitar romper a llorar cuando vio el estado en el que se encontraba su amiga. Breogan se aproximó a Ángela y le acarició la cara con suma delicadeza. De pronto, algo agarró a Breogan por el cuello y Zoe salió corriendo de la habitación gritando. Ángela había logrado romper las correas que la tenían atada a la camilla y estaba intentando ahogar a su amigo. Varios enfermeros entraron en la habitación e inyectaron algo a la chica, algo que hizo que soltase a Breogan y cayese rendida sobre la camilla. Breogan salió totalmente perplejo de la habitación. No lograba comprender nada. Sólo podía preguntarse una cosa, ¿Ángela se había vuelto  loca?

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Otra Oportunidad

Para ella fue una bendición, como un milagro, como un deseo cumplido, como un sueño hecho realidad. Milagrosamente se había quedado embarazada. Un año más tarde de que su médico le dijese que jamás podría tener hijos, lo había logrado. Iba a tener un hijo propio, sangre de su sangre. Pasaron los nueve meses y nació una pequeña y dulce niña preciosa. Su madre la adoraba y la cuidaba con mucha dulzura. Pero un día algo trágico sucedió.
Una noche ella se despertó para ir al baño, pero antes  decidió ir a ver a su hija para comprobar que dormía plácidamente. Cuando entró en la habitación y se acercó a la cuna, donde descansaba el bebé de apenas  3 meses, se dio cuenta. La criatura no  respiraba. Rápidamente la cogió y pudo comprobarlo con total certeza. Aquel pequeño ser había perdido la vida. Llamó a una ambulancia a pesar de que ya no  se podía hacer nada por la niña. Los médicos llegaron y confirmaron lo que ella ya había confirmado minutos antes. Se llevaron ese pequeño cuerpo y ella se quedó tirada en el suelo de su casa envuelta en lágrimas y con el corazón totalmente roto. No podía dejar de llorar. Acababa de perder a lo que más quería en el mundo. Había perdido a su única hija, al único ser sangre de su sangre. No comprendía como el dios, al que tanto adoraba, había sido capaz de arrancarle de las manos a su mayor tesoro.
Los días pasaron y ella continuaba llorando. Se pasaba las horas en la habitación, que había  sido del bebé, abrazada a una muñeca que había pertenecido a su dulce hija. Con el tiempo la locura se apoderó de ella e hizo que empezase a creer que aquella muñeca era su hija. Había perdido completamente la cabeza y trataba a aquel pedazo de plástico igual que a un ser vivo. Fingía darle de comer, hablaba con la muñeca, la llama igual que a su hija, decía oírla llorar, le cambiaba los pañales y salía con ella a la calle. La paseaba en el carro de bebé que había comprado para su verdadera hija.
Un día salió a la calle con el carrito de bebé que contenía a la muñeca dentro. Como cada tarde llevó a la que ella creía que era su hija al parque. La colocó el un columpió y jugó con ella durante horas. Mientras balanceaba a aquel juguete, escuchó unos llantos tras un árbol cercano. De pronto olvidó a su pequeña muñeca en aquel columpió y se dirigió al lugar de donde procedía aquel triste sonido. Miró tras el árbol y se sorprendió. Tumbado en el suelo, al pie de aquel roble se encontraba un bebé, envuelto en una manta y sin dejar de llorar. Lo cogió en brazos y rápidamente se fue con él al hospital más cercano. Pidió ayuda a un médico y esperó hasta que comprobaron que aquella criatura del señor estaba en buen estado y sin ningún problema de salud. Mientras esperaba en la sala del hospital, recobró la cordura y se dio cuenta de que el ser al que había estado columpiando tan sólo era un muñeco y por fin admitió que su hija había muerto. Pero otro milagro le había sucedido, se había encontrado un bebé abandonado y haría todo lo posible para conseguir ser su madre legal. El médico le entregó al niño, un niño de apenas 1 mes de edad. Se lo llevó a casa y allí lo cuidó. Ella hizo todo lo necesario para hacerse con la custodia de aquella criatura. No era sangre de su sangre, pero ahora volvía a ser madre y lo trataría como si ella misma lo hubiese parido. Si su dios le brindaba esa oportunidad de nuevo, no podía volver a fallar. No podía permitir perder una vez más a un hijo.
El tiempo ha pasado y ella ya es una pobre anciana que goza de buena salud y de un hijo de 33 años que la cuida. No perdió al niño y consiguió criarlo ella sola. Ahora es él el que cuida de ella y el que agradece a Dios que su madre lo encontrase al pie de aquel roble. Milagrosamente el señor brindó otra oportunidad a una joven madre que había caído en la locura por perder a su hija.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Cárcel Psiquíatrica

Ángela acababa de encontrar su primer trabajo. Llevaba un mes fuera de la universidad, ya era una psicóloga con título. Ahora tenía que ganar experiencia en el terreno.
Llegó su primer día de trabajo y su novio, Breogan, decidió que la llevaría. Iban en el coche y entonces  él paró. Ángela observaba asombrada aquel edificio tan grande. Se despidió del chico y bajó del coche. Caminó hasta la puerta principal, la abrió y entró. Contempló el lugar. Al pasar aquella puerta había un enorme parking y jardines. “Aquí debe de ser donde dejan sus coches los empleados”, pensó. Caminó por aquella amplia zona hasta llegar a las escaleras que llevaban a la entrada del edificio. En el primer escalón se paró. Miró hacía arriba y leyó lo que ponía en el cartel colocado en la fachada. “Cárcel psiquiátrica, espero que no me suceda nada”, se dijo a sí misma. Subió los siete escalones que quedaban y se adentró en el edificio.
-          Tú debes de ser la nueva celadora, ¿verdad? – le dijo una voz femenina desde una mesa que había en el lado derecho de la entrada.
Ángela asintió con la cabeza y se acercó a la mesa. Ante ella se encontraba una joven muchacha con el pelo largo de color rubí, con la piel oscura, los ojos verdes y una figura alta y delgada. La joven volvió a hablar.
-          Mi nombre es Claudia y te acompañaré en tu primer día de trabajo. Hoy te enseñaré como funcionan aquí las cosas y a partir de mañana harás el turno de noche sola. Acompáñame. Te enseñaré donde está tu taquilla y te daré tu uniforme de trabajo. –
Claudia comenzó a caminar por un largo pasillo. Ángela la siguió sin emitir sonido alguno. Caminaron durante un largo período de tiempo por un largo y estrecho pasillo. A los lados había enormes habitaciones de cristal cerradas con llave y con gente dentro. “Deben de ser los presos”, dedujo Ángela. En ese mismo momento, ambas chicas se pararon. Ángela observó que se habían detenido ante una puerta y que Claudia había sacado unas llaves para poder entrar. Se adentraron en la habitación. Un cuarto en el que las paredes no eran de cristal y en el que había cientos de taquillas.
-          Tu taquilla es la número trece. Dentro encontrarás tu uniforme. Aquí tienes la llave de la taquilla y la llave de la puerta. Cámbiate. Y después te daré el resto de llaves. Te espero fuera e… ¿cuál es tu nombre? –
-          Ángela. –
-          Pues Ángela, cámbiate. Te espero fuera. –
Claudia salió de la habitación y cerró la puerta. Dentro, Ángela había dejado su mochila en el suelo y se disponía a abrir su taquilla con la llave que acababa de recibir. Metió la llave en la cerradura, la giró y se abrió. Cogió el uniforme blanco que había dentro y se cambió. A continuación metió su ropa y su mochila en la taquilla. Cerró la puertecita metálica y giró la llave que todavía se encontraba en la cerradura. Sacó la llave y la observó. Estaba puesta en una pequeña anilla junto con la llave que abría la puerta de aquella habitación. “No puedo perderlas”, pensó. Se llevó las manos al cuello y desabrochó la cadena que llevaba. Colocó en ella la anilla que contenía aquellas dos llaves y volvió a colgarse la cadena. Salió del cuarto. Fuera estaba Claudia, la cual cerró con llave la puerta. Mientras tanto, Ángela observó que junto a la joven había un carro metálico. En él había bolsas de sangre, carpetas, un pedazo de carne, llaves y jeringuillas.
-          Claudia, ¿para qué es todo lo que hay en el carro? –
-          Las llaves son las que abren todas las habitaciones del edificio. En las carpetas tienes todos los informes de los presos. Así sabrás que inyección tienes que ponerles o que pastillas deben tomar. –
-          ¿Y la carne y la sangre? –
-          Son para dos de nuestros pacientes. Esas llaves y las carpetas ahora son tuyas. Guárdalas bien. Ahora acompáñame. –
Claudia agarró el pequeño carro y comenzó a caminar mientras lo empujaba. Detrás de ella caminaba Ángela. Al cabo de un rato se detuvieron.
-          Ángela, ahora vas a ver como es el trato con los dos pacientes más peligrosos que aquí hay. Estate atenta a todo. –
Ángela asintió y observó con total atención cada uno de los movimientos de Claudia. La joven cogió el pedazo de carne y una de las bolsas de sangre. Abrió la puerta y entró en una amplia habitación de cristal en la que se encontraban dos chicos. Claudia se acercó a ellos y les dio el pedazo de carne la bolsa de sangre, pero ninguno de los chicos parecía interesados por aquellos objetos. La chica salió de la habitación y se aseguró de cerrar bien la puerta.
-          Así es como se hace. Lee los informes y te será fácil. –
-          No parecen peligrosos. –
-          Las apariencias engañan. Bien. Tu tarjeta de identificación está en la carpeta que está por encima. Colócatela en el uniforme. Ahora ve a la mesa  de la entrada y lee los informes. El turno de noche es tranquilo. Yo me voy que me toca el turno de tarde. Mucha suerte, Ángela. –
Claudia se fue y Ángela se quedó  sola ante aquella habitación de cristal. Observó a los chicos que encontraban dentro. “No parecen unos psicópatas”, pensó. Agarró el carrito y comenzó a caminar, pero antes miró el número de la habitación.
Caminó hasta llegar a la mesa de la entrada. Se sentó en una silla y colocó las carpetas y el montón de llaves sobre la mesa. Abrió la primera carpeta, cogió la tarjeta de identificación y la colocó en su uniforme. Luego comenzó a leer los informes.
El sol salió. Ya eran las nueve de la mañana y el turno de Ángela había finalizado. La joven estaba se estaba cambiando y recogiendo todo lo que había en su taquilla. Metió las carpetas y el manojo de llaves en su mochila. Dejó su uniforme en la taquilla, la cerró y se fue. Se dirigió a la puerta principal donde le esperaba Breogan en el coche. Ángela subió al vehículo y ambos se fueron a casa.
Una vez tranquilos en su casa y desayunando, Breogan decidió preguntarle a su novia cómo le había ido.
-          Cielo, ¿qué tal en el trabajo? –
-          Muy bien. He conocido a una de las chicas del turno de tarde, se llama Claudia. Es muy simpática. Los presos son bastante tranquilos, al menos por ahora. Hay dos que me han llamado la atención. –
-          ¿Sí? ¿Por qué? –
-          Pues porque son los dos presos más peligrosos, pero parecen inofensivos. Están en la habitación trescientos trece. Uno de ellos es caníbal y el otro se cree un vampiro. –
-          Aunque parezcan inofensivos debes tener cuidado. –
-          Lo tendré. Me voy a dormir. –
El tiempo pasó y Ángela ya estaba de nuevo en la entrada de la cárcel psiquiátrica. Su segundo día de trabajo acababa de comenzar. Entró en el edificio y miró hacia la derecha esperando ver a Claudia allí, pero no estaba. Ángela se dirigió a la habitación de las taquillas y se preparó para comenzar su turno. Preparó el carro y recorrió el pasillo. Fue habitación por habitación dándole a cada preso lo que necesitaba. Llegó a la celda trescientos trece y se detuvo. “No puede ser”, dijo en alto con voz temblorosa. La puerta estaba abierta. Dentro había dos cuerpos en el suelo. Eran Claudia y el preso que se creía un vampiro. A ambos cuerpos les faltaban pedazos, como si alguien se los hubiese comido. Ángela corrió asustada por el pasillo. Tenía que salir de allí y llamar a la policía.
Llegó a la puerta principal  allí le esperaba el preso huido. Estaba de pie, con la boca empapada en sangre. La miró con ira. Ángela se quedó paralizada por el temor. El fugitivo se abalanzó sobre ella y le mordió el cuello. Tan fuerte se clavaron aquellos dientes empapados en sangre que la joven murió al instante. El preso comenzó a comerse el cuello de la chica hasta que la cabeza se le quedó en la mano. Dejó el cuerpo en el suelo y comenzó a vagar por el edificio con la cabeza de su víctima en la mano.
Breogan aguardaba impaciente en su coche. Ángela se retrasaba una hora. El joven decidió entrar en el lugar. Entró en el edificio y la primera imagen que vio fue tétrica. En el suelo se encontraba el cuerpo de su novia sin cabeza. Antes de que pudiese huir, algo le había mordido un brazo. Se escapó como pudo y observó a un chico joven que sostenía algo en una de sus manos. Era la cabeza de Ángela. Breogan echó a corre por el pasillo hasta llegar a una puerta abierta. Entró en la habitación trescientos trece y del suelo cogió una jeringuilla. Salió de allí y corrió hasta el asesino. Forcejeó con él y le clavó la aguja. Se desplomó. Breogan huyó y llamó a la policía.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

La gran película y sus actores

¿Somos realmente así o sólo interpretamos un papel en la vida? A veces pienso que todos somos actores de una gran película y que todos desempeñemos el papel que el director nos ha dado. Aunque también pienso que interpretar ese papel forma parte de nuestra forma de ser, ya que cada persona interpreta el papel que se le ha dado de una manera propia. Todo esto me lleva a pensar que la forma de ser de cada ser humano está basada en el personaje que le ha tocado interpretar en esta gran película que es el mundo. Pero… ¿alguien la ve? ¿Alguien ve esta película? Y… ¿quién es el director? ¿Y los guionistas? Creo que cada individuo es director y guionista de s propio cortometraje y que luego todos esos cortometrajes juntos forman la película. Esta es mi opinión, aunque continúo pensando en ello porque esta hipótesis no me convence por completo. Lo único que me convence es la metáfora de que todos somos actores interpretando nuestro papel en la gran película que es el mundo.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

El mundo en tu contra, sólo en tu mente

Sentir que a todas las personas les pasa algo contigo. Sentir que tus amigos te hacen vacío y que no les importas. Sentir que todo el mundo te observa de un modo extraño cuando vas por la calle. Te estás volviendo loco. Nada de eso es verdad. Tus amigos si es que los tienes, te tratan con la misma normalidad de siempre y la gente no te observa. Todo es normal a tu alrededor, pero tú no lo ves así. Crees que de pronto todo ha cambiado y se ha vuelto en contra tuya. ¿Por qué te sientes así? No lo sabes. A penas eres capaz de explicar cómo te sientes. Te frustras. No sabes que pasa y quieres saber si lo qué estás sintiendo es real o si es sólo un producto de tú imaginación. Sigues pensando que todo está en tu contra. No te creas el centro del mundo y que todo gira a tu alrededor. No eres tan importante como  para que todo se ponga contra ti. Estás loco. Todo son imaginaciones tuyas. Pero lo peor es que para darte cuenta has tenido que pensar en ello en tercera persona. Estás loco.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Diferencia de Estilos

No comprendo la diferencia de estilos. No entiendo porqué la gente juzga a otros solamente por su forma de vestir. Algunas personas a veces niegan su amistad a otras sólo porque no pertenecen a la misma "tribu urbana". Creo que los estilos sólo exteriorizan la forma de pensar de una persona o los ideales que tiene. Pero no porque no piense igual que nosotros y porque su estilo sea diferente debemos rechazarlos. Qué más da si somos pijos, emos, punkis, raperos, heavys... todos somos personas conviviendo juntos en un mismo planeta. Os puedo asegurar que es posible tener amigos de diferentes "tribus urbanas". Yo soy heavy y no por eso evito a las personas de los demás estilos. Tengo amigos pijos, emos, raperos, punkis y de mi mismo estilo. Os puedo asegurar que nuestra diferencia de pensamientos nunca ha sido un impedimento para ser amigos. Con esto intento decir que no debemos juzgar a las personas por su aspecto exterior, debemos ver más allá de eso y valorar el interior sin preocuparnos por la diferencia de estilo. Esto me sirve también para decir que al igual que no importa la diferencia de estilo tampoco importa la diferencia de raza, cultura o religión. Todos somos personas, seres vivos que merecen una oportunidad. Así que, al igual que no juzgamos un libro por su portada, tampoco debemos juzgar a una persona por su aspecto exterior.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Bienvenido a mi mundo

Bienvenido a mi mundo. Pase y elija que personaje desea ser hoy. Puede elegir entre princesas, vampiros, hombres lobo, humanos, hadas, brujas, elfos, ninfas, guerreros, duendes, musas, hechiceros, espíritus y demás seres. Elija también el bando del que desea estar, el bien o el mal. No se preocupe por ninguno de sus actos. Si el personaje que usted ha elegido pierde la vida, puede regresar mañana y elegir un nuevo personaje. Bien, esto es todo. ¿Ha decidido ya cómo desea que sea su personaje?

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Momento Traumático

Hay algo que recuerdo de mi infancia con muchísima claridad. Un hecho que me marcó de por vida y que, por desgracia nunca olvidaré.
Todo ocurrió cuando tenía cinco años. Habíamos salido mi padre, mi madre, mi hermano y yo a comprar y dar una vuelta. Era un viernes, no recuerdo la estación del año, pero era de noche y hacía algo de frío. Eran como las nueve de la noche. Estábamos volviendo a casa, tranquilos. Mi hermano y yo íbamos detrás de mis padres jugando. Cuando al llegar al semáforo que cruzaba una calle con la nuestra, mis padres se pararon. Estábamos esperando los cuatro parados para cruzar. Los siguientes minutos pasaron muy rápido, los recuerdo en modo de diapositivas.
Lo primero que recuerdo es que mi hermano saludó a una chica que estaba esperando para cruzar en la acera de enfrente. La recuerdo cruzando, cuando un camión se abalanzó sobre ella, pasándole por encima. No sé si el semáforo estaba en rojo o en verde, fue todo muy rápido. Lo siguiente que viene a mi mente, es un montón de gente saliendo de la nada que se aproximaban para ver lo ocurrido. Recuerdo gente llorando y gritando que se llamase a una ambulancia. En un momento de pánico de la gente, hubo un hueco por el que pude ver la cruel imagen que me marcaría de por vida. La imagen está tan clavada en mí, que todavía siento escalofríos al pensar en ello. Cuando me asomé a mirar, lo que vi fue a aquella chica, que mi hermano había saludado hacía pocos minutos, tirada en el suelo, debajo del camión que había pasado por encima de ella. Su cabeza estaba totalmente aplastada debajo de la rueda delantera del camión. Recuerdo que cuando mi madre se dio cuenta de que estaba viendo, le dijo a mi hermano que me cogiese y me llevase al supermercado que había allí para que yo no viese nada. Mi hermano me cogió de la mano y lo primero que yo le dije fue:"Aquello parecía pan". No sé que se pasaba por mi cabeza en ese momento para decir tal cosa, pero tenía cinco años y no era consciente de nada de lo que estaba pasando. Lo siguiente que recuerdo después de haber entrado con mi hermano en el supermercado está algo borroso. Si pienso en ese momento a mi mente solo vienen luces, gritos y muchas sirenas.
Ese día cuando volvimos a casa después de todo eso, mis padres nos acostaron en cama a mí y a mi hermano. Recuerdo que esa noche soñé con las imágenes de la chica debajo del camión. Nunca se borraran esas imágenes de mi cabeza...

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

Una Muerte

Era un jueves por la mañana. Tres chicos y una chica se dirigían a ensayar con el grupo que los cuatro tenían. Se dirigían como cada jueves por la mañana al local, una vez allí hicieron lo de siempre. Comenzaron a ensayar, cuando de pronto uno de ellos dijo:"hay un hombre en el suelo". Tiró su guitarra al suelo y salió corriendo. Sus compañeros hicieron lo mismo. Una vez fuera reconocieron al hombre, le conocían. Estaba completamente lila, casi no respiraba y tenía convulsiones. Dos se quedaron con él y los otros dos corrieron a pedir ayuda. Más personas salieron a ayudarles, pero nadie hacía nada, solo miraban y lloraban. La chica del grupo llamó corriendo una ambulancia, pero estaba nerviosa y no sabía que decir, de modo que le pasó su teléfono a uno de sus compañeros.
Lo tenían entre sus manos, el resto de la gente solo miraba y lloraba, nadie les ayudaba. La ambulancia llegó pronto. Uno de los chicos salió corriendo para encaminar a los médicos hasta el lugar. Los médicos llegaron, pero no se daban prisa. Los cuatro chicos gritaban que corriesen. Una vez llegaron hicieron todo lo que pudieron. Estuvieron durante casi una hora intentando reanimarle, pero todo fue inútil, no había esperanza.
Los chicos estaban dentro del local, con las miradas perdidas y sin saber qué hacer, ni que decir. Unos amigos llegaron e intentaron animarles, pero sabían que la experiencia era muy dolorosa. Prácticamente se les había muerto en las manos.
Veían a los conocidos del hombre llorar. Veían como se llevaban el cuerpo todavía caliente y como le sacaban todas su pertenencias. No hablaban, apenas ni se miraban.
Al cabo de un rato comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que ese día algunas cosas no habían sido como cada jueves. Dentro del local la bajista y uno de los guitarristas no estaban en su lugar habitual. De haberlo estado habrían visto caer al hombre. De manera que al pensar esto un fuerte sentimiento de culpa se apoderó de la bajista, sentía que podían a ver hecho más.
Decidieron irse, no tenían ganas de seguir tocando. De vuelta a casa casi no hablaron.
Esa misma tarde el batería y la bajista fueron juntos a clase, como cada tarde. Pero su rutina ya se había roto y así seguiría durante todo el día.
Ella no habló mucho en toda la tarde, de hecho pasó bastantes días casi sin hablar. Las imágenes de aquel suceso se apoderaban de ella y se sentía fatal.
Pocos días después esta chica sufrió la pérdida de un ser muy querido para ella. Ya iban dos muertes en una misma semana. Se sentía gafada. Sentía que todo lo querido por ella tenía un mal final, se sentía culpable por todo. Para ella sería el principio de muchas situaciones inolvidables y quizás traumáticas...

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)