miércoles, 28 de diciembre de 2011

Fain, La Tóxica (1ª Parte)

Fain era una joven química que trabajaba en el laboratorio de la universidad dónde ella misma se había sacado el título. Ella y otros cinco químicos trabajaban en un extraño experimento. Ellos apenas sabían realmente lo que hacía, tan sólo seguían las órdenes de una séptima persona. Ese último miembro era el jefe de la investigación y era un reconocido científico. Durante el trabajo, Fain comenzó a observar cosas sospechosas en su jefe. Cuando el equipo conseguía algún logro el científico les decía alfo así como: “Estamos muy cerca del fin de la humanidad”. La química, tras la extraña conducta de su jefe, trató de abandonar la investigación en numerosas ocasiones, pero cada intento se veía seguido de un aumento de sueldo.
Fain continuó trabajando en el laboratorio universitario, pero poco a poco sus cinco compañeros fueron desapareciendo extrañamente de su puesto de trabajo. Al cabo de tres años de investigación, Fain y su jefe eran los únicos que continuaban adelante con el extraño experimento. Fain cada día estaba más convencida de que su jefe estaba perdiendo el juicio y quería averiguar en qué estaba trabajando realmente. Para lograr su propósito intentó convertirse en la mano derecha del científico para que éste le dejase ver los archivos de la investigación.
La química logró hacerse la mano derecha del científico cuando éste enfermó gravemente. Poco tiempo después el hombre murió y Fain acudió al laboratorio para buscar los archivos. Sobre la mesa en la que solía trabajar su jefe vio una carpeta que ponía: “Para Fain”. La joven la abrió y cogió el papel que había dentro. Comenzó a leer:
“Fain, eres la única que ha sobrevivido a la investigación. Quiero que sigas adelante con ella, pero debes utilizar una máscara anti-gas, el experimento comienza a dar sus frutos. Tienes todos los informes necesarios en tu e-mail. Te los envié desde mi ordenador portátil en el hospital y luego les eliminé. Fain, no me decepciones y continúa con el trabajo”.
La joven dejó el papel sobre la mesa y de su bolso sacó un ordenador portátil de color rosa. Abrió el ordenador, pulsó el botón de encendido y abrió su e-mail.

jueves, 22 de diciembre de 2011

El Hombre Misterioso

Kalira acababa de salir de clase a fumar a la puerta del instituto en el que estudiaba. Tenía una hora libre hasta la siguiente clase y hacía buen día, aunque con algo de frío. Kalira encendió el cigarrillo y caminó hasta la parte trasera del recinto escolar. Tras el edificio había un bonito rincón al que a ella le gustaba ir. Había una cruz y un banco de piedra antigua. Aquello le encantaba y por eso se dirigió allí a fumar. Se sentó en el banco y miró al cielo mientras soltaba humo por la boca. Entonces… Una extraña figura apareció sobre la cruz. Kalira se acurrucó asustada en el banco. Observó. La figura resultó ser un chico de unos veinte años de edad, pelo negro, con la tez pálida y ojos verdes. El misterioso hombre vestía completamente de negro y ocultaba parte de su cara con un pañuelo, sólo dejaba ver sus hermosos ojos.
-      No deberías fumar cerca del incendio – dijo el muchacho con voz dulce.
Kalira se giró buscando un incendio, pero tras ella no vio nada. Se giró de nuevo y sobre la cruz ya no había nadie.

La hora libre de Kalira ya había pasado y ahora se encontraba en clase. La estudiante estaba de pie ante toda la clase y exponía un trabajo. En un momento se volvió para escribir algo en el encerado y al volver a su posición frente a sus compañeros miró la ventana.
-      ¡Fuego! ¡Fuego! – gritó Kalira señalando la ventana.
-      Rápido. Salgamos de aquí – les dijo el profesor.
Kalira y sus compañeros recogieron todas sus cosas y salieron lo más rápido posible de la clase. La chica estaba alcanzando las escaleras cuando el misterioso hombre de la cruz volvió a aparecer.
-      Llama a tu casa y dile a tu familia que cojan todas sus cosas y huyan. Alguien les ayudará. Tu casa va a arder – dijo el chico y después desapareció entre la multitud.
Mientras descendía las escaleras Kalira llamó a su madre por teléfono y con dificultad la convenció de que hiciese lo que ella le decía. La estudiante guardó el móvil en la cazadora y alcanzó por fin la puerta principal. Allí apareció de nuevo el hombre misterioso subido en una impresionante Harley Davidson. Miró a Kalira y le gritó:
-      ¡Rápido! Sube a la moto. Las llamas no tardarán en hacerse con este edificio. –
Ella no sabía quién era él, pero se subió a la moto. Lo único que quería era salir de aquel lugar. El muchacho condujo fuera del recinto. Condujo hasta que llegaron a un apartado lugar de la ciudad. Era un sitio muy alejado y con aproximadamente cinco casas. Se detuvieron ante una de aquellas enormes casas y bajaron de la moto. Caminaron hasta la puerta principal de la casa y entraron en ella. Kalira se quedó anonadada. Era una casa muy grande y lujosa. Tras observar todo a su alrededor miró al chico que la había llevado hasta allí. El cuál se había quitado el pañuelo que ocultaba su rostro.
-      Imagino que te estarás haciendo muchas preguntas y te las responderé. Pero antes debo presentarme. Mi nombre es Ezekiel dijo el chico acercándose a Kalira, la cual no pudo responder.
Ezekiel continuó hablando.
-      Kalira, puedes quedarte aquí hasta que encuentres dónde ir. –
-      Pero… ¿y mi familia? – logró decir la joven.
-      Un amigo ya ha ido a recogerlos. Serán instalados en la casa de al lado. Llegarán esta misma noche. No te preocupes. –
-      No entiendo nada. ¿Cómo sabías lo del incendio? ¿Y lo de mi casa? ¿Cómo sabes quién soy? –
-      Kalira, soy Ezekiel, estudio en el mismo instituto que tú por eso sé quién eres. Sobre los incendios… Todavía no puedo responderte a eso. –
-      ¿No tendrás algo que ver con los incendios? Y… ¿Qué voy a hacer ahora? Se supone que mi casa arderá y perderé todas mis cosas… -
-      Tranquila. Mis compañeros ayudarán a tu familia a recogerlo todo. Tu casa no arderá hasta media noche. Tu familia será alojada en la casa de al lado y pueden quedarse ahí todo el tiempo que quieran. Tú puedes quedarte aquí, conmigo. –
-      ¿Cómo sabes a qué hora arderá? ¿Tienes algo que ver? –
-      No tengo nada que ver. Sólo estoy informado. Kalira, debes confiar en mí. Por favor. –

Continuará...

martes, 20 de diciembre de 2011

La Navidad De Zaida Mich

Zaida regresaba a casa del colegio. Mientras caminaba observaba con el rostro triste todas las decoraciones navideñas que había por el barrio rico. Zaida caminaba y caminaba. Hasta que de pronto se detuvo ante el escaparate de una tienda de ropa. Observó impresionada un vestido de color rojo que creía que le encantaría a su madre. Zaida miró la etiqueta donde ponía el precio, era demasiado caro. La joven de quince años continuó caminando mientras pensaba. Ya era 22 de diciembre y la Navidad estaba muy cerca. Comenzó a adentrarse en su calle y entonces se le ocurrió una idea. Si trabajaba duro podría comprarle aquel vestido a su madre.
Zaida abrió la puerta de casa y allí estaba ella. En el sofá, completamente desnuda, drogada y cabalgando sobre uno de sus muchos clientes. La pequeña fingió no haberlo visto y caminó sin mirar atrás hasta su habitación. Cerró la puerta. Dejó la mochila sobre la cama. A continuación se desnudó. Abrió el armario y de él sacó la ropa más provocativa que tenía. Se vistió y se maquilló con llamativos colores.
Zaida abrió la puerta de su habitación. La quinceañera llevaba puesto un sujetador negro con encaje rojo que tapaba sus pequeños senos, un tanga rojo, unas medias de rejilla hasta el muslo, unos zapatos de alto tacón rojo y colgando del hombro izquierdo llevaba un pequeño bolso negro redondo. Zaida caminó hasta el salón donde aún se encontraba el cliente de su madre. El hombre estaba completamente desnudo tumbado en el sofá y observaba a la niña. Ella dio cuatro pasos dejando que el hombre viese bien su cuerpo y también sus dulces labios color rojo pasión. Zaida se detuvo ante el sofá y observó que el pene de aquel  hombre estaba completamente erecto. El cliente de su madre se dio cuenta de lo que miraba y le dijo:
-      ¿Quieres probarlo? A tu madre le encanta chuparlo, pero más aún tenerlo dentro. ¿Cuánto quieres a cambio de chupármela? –
-      Sabes que soy menor, ¿verdad? La juventud sale cara… - Contestó la pequeña prostituta mientras dejaba el bolso en el suelo y se arrodillaba acercándose extremadamente al pene del hombre.
-      Te doy 300 euros por una mamada y unas horas de folleteo. ¿Te parece suficiente? – dijo el hombre.
Zaida no respondió. Lo único que hizo fue abrir la boca, colocar con las manos el pene del cliente en ella y comenzó a dejar que sus labios tojo pasión se deslizasen por él. El hombre disfrutaba de tanto placer, tanto que en pocos minutos llenó de semen la boca de la menor. Después de ver que ella se había tragado todo el líquido le dijo:
-      Eres más puta que tu madre. ¿Cuántos años tienes? –
-      Tengo 15 años. ¿Ahora quieres follar? – contestó Zaida levantándose del suelo.
-      Me pone mucho follarme a una niña. Túmbate en el sofá y abre las piernas. Voy a enseñarte todo lo que le gusta a tu madre – dijo él levantándose del sofá.
Zaida obedeció. Se tumbó en el sofá y abrió las piernas. A continuación vio como las manos de aquel hombre de unos 45 años de edad se acercaban a su vagina. Con una mano apartó el tanga que la niña llevaba y luego introdujo dos dedos de la otra mano dentro de la vagina. Zaida sabía que si complacía todas las fantasías de aquel hombre ganaría el dinero suficiente para comprarle aquel vestido a su madre. Por todo eso fingió que le gustaba lo que le estaba haciendo. Zaida comenzó a gemir y a pedirle más a aquel hombre. El cuál parecía encantado con el comportamiento de la quinceañera. El cliente sacó los dedos de dentro de la vagina. Los observó y luego dijo:
-      Están empapados. Eres tan puta que te encanta follar conmigo. Como veo que te gusta te voy a dar unas cuantas órdenes. La primera desnúdate pero no te quites las medias. –
La muchacha hizo todo cuánto se le dijo durante horas. Después de tanto esfuerzo recibió más dinero del que había tratado. El cliente le dio 1000 euros en lugar de 300 cómo habían hablado. El hombre le dio el dinero y abandonó la casa. Zaida se fue a su habitación feliz con aquel dinero.

Al día siguiente la joven ya había empezado las vacaciones, pero aún así se levantó temprano. Eran las nueve de la mañana y ella ya se había duchado, cambiado y desayunado. Ahora abandonaba la casa con los 1000 euros escondidos en el sujetador. Descendió por las escaleras hasta llegar al portal, dónde se encontró con el dueño del piso en el que ella y su madre vivían. El hombre tenía unos 50 años de edad y era un conocido mafioso del barrio. Él la miró y le dijo:
-      Buenos días Zaida, ¿sabes si está tu madre en casa? Me tiene que dar el alquiler. –
-      Mi madre todavía está durmiendo, pero me ha dado a mí el dinero – Zaida sacó un fajo de billetes del lado derecho de su sujetador y se lo ofreció al mafioso, mientras continuaba – Aquí tienes. Hay 700 euros. Creo que eso salda nuestras deudas. –
-      Perfecto. Estamos en paz, pequeña – asintió el hombre.
Zaida asintió con la cabeza y salió por el portal con una gran sonrisa en la boca. Caminó felizmente hasta la tienda dónde el día anterior había visto aquel hermoso vestido. Entró en la tienda y se dirigió al mostrador. La empleada que había tras él la observaba extrañada. Estaba claro que Zaida no era bienvenida allí a pesar de que iba vestida con la mejor ropa que tenía. Después de un largo silencio, la empleada habló:
-      Hola pequeña. ¿En qué puedo ayudarte? –
-      Me gustaría llevarme el vestido rojo que tienen en el escaparate – dijo Zaida sonriente colocando el dinero sobre el mostrador.

Los días pasaron y ya era Noche Buena. Zaida había pasado todo el día decorando la casa de forma navideña y también cocinando. La joven había preparado una cena para su madre, la cual ese día no trabajaba.
Su madre entró en la casa y no pudo evitar emocionarse al ver todo lo que Zaida le había preparado.
-      Feliz Noche Buena, mamá. He hecho la cena y… ¡mira! Este año hay un regalo bajo el árbol. – dijo Zaida completamente entusiasmada.
-      Hija, no tenías porqué hacer toso esto. Aunque… este año habrá dos regalos bajo el árbol – dijo la madre de Zaida mientras sacaba un paquete de una bolsa que llevaba en la mano y lo colocó bajo el árbol. Así dio comienzo una hermosa cena navideña en casa de la joven Zaida Mich. Ella era feliz con pequeños momentos cómo aquel y estaba dispuesta a hacer todo lo posible para tener momentos así más a menudo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Z - 535

Dika se encontraba trabajando en su despacho. La joven estaba revisando los informes de sus últimos pacientes cuando alguien llamó a la puerta. Tras ella se encontraba Suder, uno de los psiquiatras de la cárcel y además el mejor amigo de la joven.
-      Dika, acaba de llegar un paciente a tu sección. Está en la celda treinta. Allí ya está esperando Enek con el informe – dijo Suder sujetando todavía el pomo de la puerta con la mano derecha.
-      Está bien. Finalizo este informe y voy a la celda treinta. Espérame allí con Enek – contestó Dika sin apenas apartar los ojos de los papeles con lo que estaba trabajando.
Suder se fue sin decir nada, como si estuviese cumpliendo una orden. El joven cerró la puerta con un pequeño golpe el cual parecía que Dika no había oído. La muchacha continuó revisando los últimos papeles del informe que tenía sobre la mesa. Cuando finalizó su trabajo metió los documentos en una carpeta de color marrón y ésta en el primer cajón del lado izquierdo de su mesa. Se levantó de la silla y se dirigió a la puerta. La abrió y se fue.

Suder y Enek estaban esperando ante la celda treinta. Dika en ese momento apareció por el largo pasillo donde estaba situada la celda. La psiquiatra se acercó a Enek y le dijo:
-      Enek, infórmame sobre el paciente. –
El joven la observó mientras le entregaba una carpeta de cartón rojo a la que era su compañera de trabajo y también su novia. Dika le echaba un vistazo a los papeles de dentro de la carpeta mientras Enek hablaba:
-      El paciente es Lisckia Clap, un joven de veintiocho años. Clap fue encontrado cuando devoraba el cuerpo de uno de sus vecinos. Nuestros trabajadores tuvieron que dispararle trece dardos tranquilizantes para lograr dormirle. El estado del cuerpo es muy putrefacto como si se tratase de un muerto viviente. –
-      ¿Qué se ha hecho con el cuerpo que Clap estaba devorando? – preguntó rápidamente Dika.
-      Están trabajando con él nuestros forenses en el sector siete – respondió Suder.
-      Bien. Cuando los forenses tengan el informe subírmelo a mi despacho. Suder, mientras Clap sigue dormido sácale una muestra de sangre y envíala al sector cuatro, allí sabrán qué hacer con ella. Enek, ¿se le encontró alguna pertenencia al paciente? – dijo Dika.
Ella y Enek comenzaron a caminar por el largo pasillo mientras Suder entraba en la celda para realizar el trabajo que su mejor amiga le había encargado. Suder entró en la celda y sacó una jeringuilla de uno de los bolsillos de su bata blanca. Se arrodilló ante el paciente que permanecía dormido en el suelo. Le levantó el brazo derecho, introdujo la jeringuilla y le extrajo sangre. Se levantó y se dirigió a la puerta de la celda. Cuando se disponía a abrir la puerta Clap se levantó del suelo y le empujó por la espalda. A Suder se le calló la jeringuilla fuera de la celda debido al golpe. En el suelo intentaba librarse de Lisckia Clap, pero éste ya le estaba empezando a devorar la barriga.

Enek y Dika caminaban por un pasillo dirigiéndose al sector dos. Llegaron al sector y Enek la llevó a la habitación tres. Allí estaban guardadas todas las pertenencias del paciente Lisckia Clap. Dika cogió la caja del paciente y comenzó a caminar fuera de la habitación.
-      Voy a mi despacho a llevar esto. Pásate tú a por el informe del forense. –
Cuando Dika se fue, Enek salió de la habitación y cerró la puerta con llave. El joven se puso en camino al sector siete para recoger el informe del forense. Para ello tuvo que pasar por delante de la celda treinta. Ante ella se encontró tirada en el suelo una jeringuilla con sangre. La recogió y la guardó en uno de los bolsillos de su bata blanca. Observó la celda y allí estaba Clap, con la boca inundada en sangre. En el suelo se podía observar un cuerpo sin movimiento.

Dika se encontraba ya en su despacho. Estaba revisando los objetos que se encontraban dentro de la caja. Pero allí no había nada de interés. Sólo una cartera de cuero marrón con documentación del paciente, un reloj, un collar de plata cuyo colgante era un pentáculo y también una hoja de libreta arrancada. El último objeto le llamó la atención a Dika. Era una hoja cuadriculada, algo rota como si fuese arrancada con violencia y estaba totalmente en blanco. Dika cogió la hoja y colocó la caja con las demás pertenencias en el suelo. Observó la hoja con mucha atención mientras pensaba porqué llevaría aquello Lisckia Clap. Pensó y pensó. Entonces recordó las historias de misterio que le gustaba leer y vio la solución. De un bote de lata negro que había sobre la mesa cogió un lápiz y pasó su mina delicadamente por la hoja. En el papel empezaron a aparecer letras. Eran las marcas de impresión de lo que habían escrito encima. “ES EL PRINCIPIO DEL FIN. Z – 535.” La psiquiatra no comprendía el mensaje. Lo copió en una hoja, guardó el papel original en un sobre y lo colocó en la carpeta roja donde estaba el informe del paciente. En ese momento la puerta del despacho se abrió y entró Enek en la habitación.
-      Dika, tengo malas noticias. Lisckia Clap ha matado a Suder. Me lo encontré comiéndose la barriga de Suder cuando me dirigía al sector siete. Fuera de la celda encontré una jeringuilla con sangre, la cual llevé ya al sector cuatro. El cuerpo de Suder está ya con los forenses. –
Dika se quedó totalmente anonadada. Acababa de perder a su mejor amigo y no sabía ni cómo reaccionar. Tan sólo se quedó mirando fijamente a su novio.
-      Te dejo aquí el informe del forense de la primera víctima de Clap – Enek dejó una carpeta de cartón verde sobre la mesa de Dika y abandonó la habitación.
Dika se quedó sola y rompió a llorar. Había tenido pacientes muy complicados, pero ninguno había sido cómo aquel. En ese momento se propuso algo. Se propuso que no pararía hasta encontrar el motivo del porqué de aquello.

Las horas pasaron y Dika continuaba encerrada en su despacho llorando, pero unos gritos muy fuertes detuvieron sus lloros. La chica se levantó de la silla y se dirigió a la puerta. Tras ella se escuchaba mucho ruido. Abrió un poco la puerta y observó por el hueco lo que estaba pasando. El pasillo estaba lleno de personas en el mismo estado que Lisckia Clap. Los que todavía eran normales estaban siendo devorados por los infectados. Dika cerró delicadamente la puerta. Sacó de uno de sus bolsillos de su bata blanca unas llaves y cerró la puerta con llave. Se detuvo un momento a pensar. Se dirigió a su mesa y comenzó a arrastrarla contra la puerta. Se sacó la bata blanca y la tiró sobre la mesa. Rápidamente cogió el suelo su mochila de cuero negro y la abrió. Cogió de la caja que todavía estaba en el suelo la pertenencias de Clap, de la mesa cogió las carpetas con los informes pertenecientes al caso y cerró la mochila. Se puso la mochila a la espalda, guardó las llaves que todavía tenían en la mano en el bolsillo delantero derecho de su pantalón color negro y se dirigió a la ventana. Abrió la ventana y observó el exterior. La altura no era mucha, el despacho se encontraba en un primer piso. Se sentó en la repisa de la ventana, respiró hondo y saltó. Con el salto se rasgó los pantalones convirtiéndose así en unos pantalones extremadamente cortos. Al caer al suelo Dika se hirió la rodilla izquierda, aún así se levantó del suelo cojeando y caminó hasta la entrada del edificio. Observó que la entrada estaba libre y entró. Corrió hasta el sector dos a pesar del dolor de rodilla. Dika alcanzó con dificultad el sector dos. Abrió la puerta y entró. Buscó con la mirada por la habitación algo con lo que atrancar la puerta. Estanterías. Dika las movió con dificultad hasta atrancar la puerta con ellas. Luego abrió la primera puerta con las llaves que sacó del bolsillo de su pantalón. Entró y abrió todas las cajas que allí había. Allí se encontraban todas las pertenencias de todos los pacientes cuyos casos ya habían sido cerrados. Entre todos los objetos encontró varios utensilios que podían serle de gran utilidad. Cogió un arco negro con dibujos rojos, tres flechas que pertenecían al arco y un pequeño hacha. Se colgó el hacha del cinturón se su pantalón y también las flechas. Guardó las llaves en la mochila y caminó recto por el pasillo con el arco en la mano. Caminó hasta el final del pasillo dónde se encontraba la habitación donde guardaban todos los medicamentos. Entró y dejó el arco sobre una mesa. Abrió todos los muebles y todos los cajones. De un cajón cogió una bolla d alcohol farmacéutico y se lo echó por la herida de la rodilla. Del mismo cajón cogió un rollo de venda y se vendó la rodilla. A continuación se quitó la mochila, la colocó junto al arco y la abrió. Metió en ella vendas, la botella de alcohol y todos los medicamentos que encontró. Cerró la mochila y se la colocó de nuevo a la espalda. Cogió el arco y se lo colgó del hombro derecho mientras observaba si había alfo más de utilidad en la habitación. Entonces encontró una pistola de dardos tranquilizantes junto a una caja de cincuenta dardos. Guardó en la mochila la caja y colgó la pistola de su cinturón. Sacó el hacha del cinturón y respiró hondo. Retrocedió sobre sus pasos y desatrancó la puerta. El pasillo estaba lleno de lo que parecía muertos vivientes. Dika se llenó de valor y comenzó a dar hachazos hasta ser el único se viviente en aquel pasillo.
Caminó entre cadáveres hasta llegar al sector cuatro. Allí encontró el tubo de ensayo con la muestra de sangre de Lisckia Clap y la carpeta correspondiente a su informe. Guardó la carpeta en mochila y se colgó como pudo el tubo de ensayo de su pantalón. Unos ruidos se oyeron tras ella. Dika se giró y vio a Enek y Suder acercándose hacia ella, infectados. Ella cogió la pistola y les disparó los diez dardos tranquilizantes que tenía, cinco a cada uno. Los chicos se cayeron al suelo y se durmieron. Dika vio cadenas, candados, mascarillas y camisas de fuerza. Eran los utensilios que se utilizaban con los pacientes más complicados. Cogió las camisas de fuerza y le puso dos a cada joven. A continuación le puso las mascarillas, los encadenó por el cuello y aseguró las cadenas con candados. Los observó. Mientras continuaban dormidos se preparó. Metió la pistola en la mochila y sacó de ella el colgante del pentáculo de Clap. Se lo colgó al cuello.

Enek y Suder despertaron cuando Dika caminaba por los pasillos rodeada de los cadáveres de sus pacientes y compañeros de trabajo. Mientras caminaba arrastraba por las cadenas que llevaba agarradas de la mano izquierda a dos no muertos.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Admirador Secreto

De debajo de la puerta apareció deslizándose un sobre de color negro con mi nombre escrito en letras mayúsculas blancas. Me agaché y recogí aquel sobre. Observé por la mirilla de la puerta si había alguien en el pasillo, pero no había nadie allí. Me fui con el sobre en la mano hasta mi habitación, me senté en la cama y continué observando con atención aquel extraño sobre negro.
Tras un rato de incertidumbre me decidí a abrir aquel sobre. Dentro había un pétalo de una rosa negra y un folio rojo con letras escritas con tinta negra. Dejé el sobre en la cama y comencé a leer:
“Las rosas negras son lo más bello que puede haber en un humilde jardín. Al igual que tú eres lo más bello que puede haber en la humilde vida de un plebeyo. Me gustaría ser ese plebeyo que te haga sentir día a día la reina de este humilde jardín que es vida. Quiero que seas mi rosa negra.”
La carta me emocionó, jamás me habían escrito palabras tan bonitas como aquellas. Después de un instante, observé atentamente la letra de la persona que había escrito aquella carta. Intenté reconocerla, pero no fui capaz. Sólo me quedaba esperar otra carta, si es que iba a haber más…



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

Chica Provocativa

Observaba con mirada provocativa y lujuriosa a aquel chico que desde la puerta no me quitaba los ojos de encima. Me tumbé en la cama y con un suave movimiento  me quité las gafas mientras le decía:

- Esta cama es demasiado grande para mí sola… ¿no vienes a hacerme compañía? –


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

viernes, 11 de noviembre de 2011

Niño Soldado

Vivo en un país en el que día a día las guerrillas libran batallas llevándose las vidas de cientos de inocentes sin importarles. Vivo en un lugar dónde los ejércitos de otros países campan a sus anchas y abusan del pueblo como si de sus esclavos se tratase. Mi nombre es Satur, tengo dieciséis años y quiero contaros como me convertí, o más bien como me convirtieron, en un niño soldado.
Todo comenzó hace ocho años. Mi padre era el líder de la mayor guerrilla de nuestro país. Mi madre era una pobre de casa que intentaba ocultarme lo que mi padre hacía. Yo era de los pocos niños privilegiados que podían acudir a la escuela. Cada día iba solo al colegio y mi madre se quedaba en casa realizando las tareas que mi padre le había mandado antes de salir a “trabajar”
Así transcurrían los días, hasta que un día cuando yo regresaba del colegio algo sucedió. La guerrilla enemiga a la de mi padre me                    capturó. Me llevaron a su base a la fuerza, a base de golpes y amenazas. Una vez allí me llevaron ante su líder. Él me encerró en una habitación muy, muy pequeña y me obligó a ver sangrientos asesinatos. Todos aquellos crímenes habían sido llevados a cabo por mi padre. Aquella gente me hizo ver aquellas imágenes una y otra vez y me lavaron el cerebro hasta convencerme de que mi propio padre era el enemigo. Me entrenaron, me enseñaron a disparar y me obligaron a mutilar a cientos de inocentes, incluso a mis propios amigos.
El líder de la guerrilla me adoptó y me nombró su sucesor, pero antes quería que le demostrase mi lealtad. Me encomendó una misión y si la cumplía algún día yo sería el líder. La misión de lealtad era eliminar al líder de la guerrilla enemiga. Acepté la misión y con un ejército me presenté en casa del enemigo. Cómo era de esperar, se alegraron al verme. Mi madre me abrazó creyendo que volvía a casa, asqueado por el afecto del enemigo le clavé un cuchillo y la dejé agonizar en el suelo. Mi padre se quedó atónito. Cogí una de las pistolas de mis hombres y disparé a mi padre en la cabeza. Sin pensarlo ni un segundo acabé con el enemigo, que era mi propia familia, las personas que me habían traído al mundo.
El líder de mi guerrilla se sintió muy orgulloso. Había cumplido con total éxito la misión de lealtad y con ocho años de edad fui nombrado su sucesor. Desde ese momento me convirtió en un auténtico cretino, me convirtió en un niño soldado sin escrúpulos.
Al cabo de tres años, el que yo creía que era mi padre, murió asesinado por el sucesor de mi padre biológico. Mataron a mi líder en venganza por lo que yo mismo había hecho. En ese momento me convertí en el líder más pequeño de la guerrilla más sanguinaria que mi país ha conocido nunca. Yo, Satur, me convertí el líder con tan sólo once años. Para entonces me había lavado tanto el cerebro y me había convertido en un soldado tan despiadado que ordené a mi ejército que capturasen y mutilasen a todos los que apoyasen a la guerrilla enemiga. De ese modo, todos los ciudadanos se vieron obligados a seguirme para poder salvar sus inocentes vidas. Incluso algunos soldados se volvieron a mi ejército para proteger a sus familias. Me convertí en un verdadero dictador con las manos completamente manchadas de sangre. Hundí en la más profunda miseria a mi propio pueblo y maté a todos y cada uno de los miembros que todavía vivían de mi familia.

Ahora tengo dieciséis años y me he dado cuenta de lo que he hecho. Sé que nunca lograré que mi pueblo me perdone y jamás recuperaré a mi verdadera familia. Lo único que he podido hacer es matar a todos aquellos soldados que todavía permanecían con las ideas de nuestro líder y abandonar aquella dictadura. Dejé a mi pueblo libre de aquellas batallas entre guerrillas y los dejé ser libres. En cambio, algo no he logrado cambiar, no he logrado que los demás ejércitos dejen de tratarnos como esclavos.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

El Principio De Zaida Mich

Claudia tiene ya cuarenta años de edad y día a día se pregunta por qué continúa viviendo.   Cada mañana se levanta con una sonrisa para ir a trabajar, pero pronto su breve felicidad es frustrada por un marido alcohólico que acaba de volver a casa. Entre golpes, gritos e insultos consigue salir de casa. Son las seis de la mañana y mientras se limpia las lágrimas de su pálido rostro piensa en la cantidad de portales que toca limpiar.
De camino al primer portal, elimina todo rastro de tristeza en su rostro y pone la buena cara del día a día. Cuando llega al portal se encuentra con su hija sin apenas prendas que cubran su cuerpo. Su niña ha acabado su jornada y ahora le toca ir a casa a ejercer  de madre. Claudia no soporta ver a su hija prostituyéndose, pero necesitan el dinero.
Clara es una chica joven que no pudo recibir muchos estudios porque su madre Claudia no se los pudo pagar. Ahora Clara es madre de una pequeña Zaida, hija de uno de sus muchos clientes, la cuál es la pequeña esperanza de la familia. Claudia, la abuela de Zaida, trabaja todo lo que puede para poder darle a su nieta la vida que a su hija no le pudo dar, mientras su marido sigue en algún lugar alcoholizándose. Pero el dinero que ella gana limpiando y lo que Clara gana exponiendo su cuerpo no es suficiente.

El tiempo ha pasado y Claudia falleció de un cáncer que hizo todavía más agónico su fin. Tras su muerte, Clara tuvo que soportar las eternas borracheras los maltratos y las violaciones de su propio padre. No lo soportó y decidió irse de allí con la pequeña Zaida de tres años de edad. Debido a la falta de dinero, Clara tan sólo pudo alquilar un pequeño piso en el peor barrio de la ciudad. La joven pronto cayó en una depresión que la llevó a caer en manos de las drogas. Así, Zaida creció rodeada de mafias, ajustes de cuentas, drogas y sexo.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

martes, 8 de noviembre de 2011

El Infierno De Fraser

He pasado más de diez años entre reformatorios y cárceles. Mi nombre es Fraser y esta es la fatídica historia de mi vida. Acabo de salir de la cárcel después de trece años y seis meses de condena. Ahora soy por fin libre pero mi error cometido cuando tenía quince años de edad me persigue a donde quiera que vaya y siempre me perseguirá. Quizá os estéis preguntando cuál fue ese gran error o quizá no, pero igualmente os lo voy a contar porque si os encontráis leyendo esto es porque algo os intriga. Es posible que mi larga condena os haga deducir que fue lo que hice, pero seré yo el que os confirme si vuestras hipótesis son correctas. Para ello, debo retroceder unos quince años atrás.
Esta historia da comienzo cuando yo tenía quince años de edad. Para aquel momento me encontraba saliendo con la hija pequeña del jefe de la policía de la ciudad. Ella era una belleza. Era pelirroja, con la tez pálida, los ojos color aceituna y catorce años de edad. A pesar de ser la hija de un policía no era, lo que se puede decir, una buena chica. Le gustaba el mal y me arrastró a ese bando con ella. Al principio hacíamos pequeñas gamberradas. Empezamos poniendo petardos en los buzones de las casas y acabamos robándole el coche de policía a su padre. En aquel momento no era consciente del mal que estaba haciendo y no me di cuenta de que todo aquello sería el principio de un gran infierno.
Una noche, mi novia, decidió hacer una fiesta en su casa con la peor gente de la ciudad, entre la cual me encontraba yo. La fiesta se alargó hasta altas horas de la noche. Al final sólo quedábamos mi novia, cinco chicos más y yo. A pesar de nuestras edades teníamos un alto nivel de alcohol en nuestro cuerpo mezclado con varios tipos de drogas que habíamos consumido. Todo aquello nos llevó a un comportamiento que nos amargaría de por vida.
Mi novia cogió una pistola que guardaba su padre en casa y comenzó a hacer idioteces con ella. Mis amigos y yo nos excitamos y abusamos de ella. La desnudamos, la tumbamos en el sofá y uno a uno fuimos perdiendo la virginidad con ella. Mientras ella seguía jugando con la pistola, yo me perdía entre sus piernas y le pervertía con todas mis fuerzas. En un arrebato le quité la pistola de las manos y se la introduje por su vagina, lo que a ella parecía excitarle especialmente. Pero entre orgasmos, risas y corridas por parte de todos, el arma se disparó dentro de ella. Los cinco chicos y yo, en lugar de asustarnos y llamar a emergencias, continuamos penetrando el cuerpo de mi novia que poco a poco iba perdiendo la vida.
Después de saciarnos todos con ella, cogimos el coche de policía de su padre y nos fuimos de la casa.
Al día siguiente me levanté creyendo que todo había sido una horrible pesadilla y por eso fui a visitar a mi novia a su casa. Allí descubrí que no había sido un sueño. La casa estaba llena de policías y los médicos se estaban llevando el cuerpo sin vida de mi novia. Su padre me detuvo allí mismo en el momento en el que mis lágrimas estallaban… Aquel infierno se prolongó durante dos años entre interrogatorios y juicios.
Mi abogado intentaba defenderme alegando que estaba drogado y que todo había sido un terrible accidente. Pero una parte de mi ser me decía que yo quise aquello y que apreté el gatillo a propósito. Me declaré culpable con diecisiete años de edad. El juez me condenó a trece años y seis meses de condena. Por lo que fui encerrado en un reformatorio y, cuando cumplí la mayoría de edad, trasladado a una cárcel. Durante toda la condena pensé en lo que había hecho. Yo amaba a aquella chica por lo que una parte de mí quería creer que todo aquello había sido un accidente provocado por las drogas. Pero otra parte de mí creía que yo había elegido aquello, ya que yo mismo decidí consumir aquellas drogas.
A día de hoy y con treinta años de edad soy libre. Ya no vivo en la misma ciudad y la gente ya a penas me recuerda. En cambio, toda mi libertad se rompe con la eterna duda de si apreté aquel gatillo queriendo. Vivo atormentado por aquel suceso que me amargará la vida eternamente y que, lo más seguro es que, acabe provocando mi suicidio. No sé cómo he logrado subsistir todos estos años en la cárcel con este infierno…


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

lunes, 31 de octubre de 2011

Historia De Un Maltrato

Todo parecía completamente normal. Aquel chico parecía que era el verdadero amor de Carla. Era un buen muchacho, amable, atento, cariñoso, con buena apariencia… Incluso jugaba con el niño de cinco años que Carla tenía de una relación anterior. Pero un día todo aquello comenzó a cambiar…
De pronto él se volvió posesivo y obsesivo. Aarón, que ese era el nombre del aquel muchacho de apariencia pacífica, comenzó a enviarle ramos de flores todos los días al banco en el que ella trabajaba. Al principio a Carla aquello le parecía un gesto muy amable y romántico, un símbolo de que la amaba. Al mes aquellos regalos se convirtieron en continúas visitas al despacho de Carla y si ella no podía recibirle él se enfadaba. Después de cada visita sin poder verse, la joven recibía llamadas amenazadoras a su teléfono móvil. Carla regresaba cada día a su casa, aterrorizada por aquellas palabras amenazadoras, pero en cuanto abrazaba a su hijo ese sentimiento se desvanecía.
Carla dejó de recibir flores, visitas y llamadas. ¿Qué había pasado? ¿Su amor se había olvidado de ella? La joven no comprendía nada. Ella le amaba, pero el comportamiento de Aarón estaba siendo muy extraño. Aquel día le añoraba y decidió llamarle para saber que le sucedía. Le pidió perdón por no poder recibirlo siempre en el trabajo. Aarón aceptó las disculpas y quedaron para cenar esa noche. Carla  dejó a su pequeño de cinco años en casa de la vecina para que jugase con el hijo que ella tenía.
Carla tenía todo preparado para la cena. Estaba muy ilusionada por ver al chico que había amenazado, algo que parecía haber olvidado.  El timbre sonó y la muchacha abrió la puerta con una enorme sonrisa dibujada en su boca. Tras la puerta, allí estaba, Aarón con un cuchillo en la mano. Empujó a Carla, la cual cayó al suelo, y cerró la puerta con un fuerte golpe. Amenazó a Carla y la insultó hasta hacerla llorar. Ella lloraba con tanta fuerza que creía que el color de sus lágrimas se iba a volver rojo. Tras ser insultada, golpeada y amenazada recordó a su hijo, reunió todas las fuerzas que pudo y se dispuso a atacar.
Aarón al ver que estaba tan aterrorizada se paseaba por la casa tranquilo con el cuchillo en la mano y hasta se tomó el lujo de observar el paisaje desde la ventana.  En ese momento, Carla no dudó, se levantó del suelo y corrió. Le dio un fuerte empujón a Aarón, el cual salió disparado por la ventana junto con fragmentos de cristal. Carla no comprobó si seguía vivo. Llamó a la policía y fue a buscar a su hijo a casa de la vecina.
Carla acabó con aquel maltratador psicológico y, al final, también físico. Pero ella es consciente de que cientos de mujeres mueren a manos de aquellas personas que dicen amarlas y que no sobreviven como lo hizo ella.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

miércoles, 26 de octubre de 2011

El Juez De Los Condenados

Un nuevo preso ha llegado a las celdas de la famosa cárcel de Wataku. Él es Saita y ha sido condenado por cometer más de treinta asesinatos. Saita en sus delitos mató a famosos psicópatas de la ciudad, los cuales llevaban años siendo buscados por la ley. Pero ahora que la policía ha logrado capturar y condenar al que el pueblo considera un héroe, muertes muy extrañas han comenzado a surgir en la prisión de Wataku.

Saita era un chico normal, pero estaba harto de ver cómo los criminales de su ciudad se escapaban sin condena. Por lo que un día decidió tomarse la ley por su mano y empezó a impartir justicia. Poco a poco se fue deshaciendo de los psicópatas de Wataku. Cuando eliminó a todos sus objetivos se entregó a la policía y declaró ante el juez ser culpable de los treinta homicidios de los que se le acusaba. Pero nadie supo darse cuenta de que lo que quería era terminar con su “exterminación” dentro de la cárcel. Quería convertirse en el juez de los condenados y deshacerse de todos los criminales aunque para ello se tuviese que convertir en uno de ellos.


(Continuará…)






Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

lunes, 17 de octubre de 2011

Placer Entre Amigas

Aquella dulce joven, de 21 años de edad, se encontraba allí. Estaba tendida en la cama de su habitación, el único lugar dónde ella creía tener intimidad. De pronto, alguien abrió la puerta, pero Danna no se dio cuenta. Apareció entonces su mejor amiga, una chica rubia con el pelo muy largo y liso. Su bronceada piel se dejaba ver entre el pequeño top violeta y la minifalda negra que llevaba puesta. Los zapatos de tacón que calzaba aumentaban su altura hasta el metro noventa. Sus ojos color miel observaban atónitos la imagen que estaban viendo.
Bárbara estaba observando desde la puerta el esbelto cuerpo de Danna totalmente desnudo tumbado entre las sábanas de seda roja de la cama. La joven tenía su cuerpo totalmente a la vista y los largos cabellos rizos y pelirrojos caían suavemente sobre los pálidos hombros de Danna. Bárbara seguía observando a su amiga gimiendo por el placer que ella misma se estaba proporcionando con sus propios dedos. Continuó observando a la dulce chica, la cual tenía los ojos cerrados por el placer impidiendo que Bárbara pudiese ver sus hermosos ojos verdes. La joven pelirroja seguía sin percatarse de que su mejor amiga estaba allí y sin darse cuenta de que ésta empezaba a aproximarse a la cama. La muchacha rubia se aceró a la cama y subió a ella haciendo que su corta falda permitiese ver el pequeño tanga de encaje rojo que llevaba. Se acercó gateando hasta Danna y comenzó a acariciarle aquellos firmes pechos de gran tamaño.
Danna abrió los ojos al sentir aquellas excitantes caricias. Observó con lujuriosa nada el despampanante cuerpo de su amiga y dejó de masturbarse. Colocó las manos sobre los hombros de Bárbara, la cual estaba arrodillada en la cama, ante ella. Se miraron fijamente durante un par de minutos. Lentamente fueron acercando sus bocas hasta fundirse en un profundo beso que provocó una gran explosión de excitación. Entrelazaron sus lenguas, se mordieron suavemente los labios y Bárbara deslizó su boca hasta el cuello de Danna. Con suaves, pero intensos mordiscos fue deslizándose poco a poco por el cuerpo de su amiga. Dejó que su boca se perdiese entre las piernas de la joven pelirroja que empezaba a emitir esporádicos sonidos. Bárbara deslizó su lengua, subiendo y bajando, por aquel lugar tan erótico. Danna no dejaba de gemir y tenía agarrada a su amiga de la cabeza para asegurarse de que no iba a salir de entre sus piernas.
La joven rubia comenzó a sentir líquido en su boca y que Danna le apretaba cada vez más la cabeza y supo que el orgasmo había llegado.


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

viernes, 14 de octubre de 2011

Hombre Lobo - Vampiro

Querido diario:
Hoy te empiezo a escribir, porque si no lo hago acabaré volviéndome loca. Estos últimos días han estado pasando muchas cosas, pero nada ha sido tan impactante como lo que sucedió hoy cuando me despedía de Rick.
Empezaré contando esta historia desde hace unos tres meses… Necesito poner todos mis pensamientos en orden contarle esto a alguien, aunque tan sólo sea a una libreta de color negro como esta.
Hace aproximadamente tres meses, descubrí que era una bruja. Así es, mi familia descendía de brujas y yo, ahora era una. Te preguntarás cómo lo descubrí y eso es lo que te voy a contar. Mis padres viajan mucho debido a su trabajo como extractores de minerales y cuando se van de viaje a mí me dejan en una pequeña casa de huéspedes que hay al lado de mi hogar. Allí vive una anciana un tanto extraña, la cual me lleva cuidando desde que soy un bebé siempre que mis padres viajan. El nombre de esa anciana es Tie. En la ciudad casi todos piensan que está loca, pero la verdad es una señora de lo más adorable. Bueno, el caso es que hace unos tres meses, mis padres se fueron de viaje y yo me quedé en la que ya era mi habitación de la casa de la señora Tie. Allí ella me contaba fantásticas historias sobre hombres lobo, brujas, vampiros, duendes y diversos seres de cuento. Pero una noche, estaba con ella, en la cocina, charlando sobre qué tal me iba el instituto, cuando de pronto, sin saber cómo, hice levitar una taza con leche hasta mi boca y beber de ella sin utilizar las manos. No sé cómo pasó, pero sé que en ese momento estaba deseando tomar un poco de leche de aquella taza que me había servido la señora Tie muy amablemente. Aquel acontecimiento me hizo quedar sin palabras, boquiabierta viendo la taza levitar. Miré a la señora Tie de reojo, para ver cuál era su reacción. La anciana estaba allí, a mi lado, riéndose de lo que estaba pasando. Entonces, conseguí reaccionar y preguntarle por qué se reía. La anciana, me contestó, con aquella voz tan aguda y suave. Me dijo:
-      Arania, cielo. Creo que ya es hora de qué conozcas tu verdadero yo. –
Cuando me dijo eso no comprendí nada. Pero la señora Tie cogió de un estante cercano un viejo libro (o eso me pareció por el aspecto que tenía) y comenzó a narrarme la historia que aquel libro contaba en forma de imágenes. El libro contaba la historia de una familia de jóvenes brujas y magos. Poco a poco me contó con todo detalle aquello y comencé a reconocer a personas de aquellas fotos. ¡Oh dios mío! En una de aquellas fotos estaba mi abuela con mi madre de niña. La señora Tie me estaba contando la historia de mi familia y me estaba explicando que YO, Arania, soy una bruja. Aquel “incidente” con la taza era el descubrimiento de muchos de mis poderes.
Durante los meses que estuvieron fuera mis padres, aquella anciana que parecía tan débil, me enseñó a utilizar muchos de los poderes que yo no sabía ni que tenía. Me enseño a levitar cosas cuando se me antojase, me enseñó a utilizar la telepatía con seres fantásticos, me enseñó a leer el aura de las personas, me dio libros con múltiples hechizos y me dijo que pronto empezaría a tener premoniciones.
Todo esto, te lo cuento querido diario, porque es importante en la historia que voy a contarte ahora. Lo cierto es que ya sabía que muchas de aquellas historias que me contaba la señora Tie eran ciertas. Porque hacía unos cinco años, mejor amigo, Rick, me había contado algo sorprendente sobre los barones de su familia. Me había contado que todos los barones de su familia eran hombres lobo, aunque trataban de pasar desapercibidos. Claramente, cuando me lo contó no me lo creí, pero un noche de luna llena… me lo demostró. Ante mis ojos lo tuve a él, totalmente convertido en un lobo muy siniestro, como salido de una de las historias que aquella anciana me contaba. Comprendí en ese momento que una de aquellas historias era la historia de la familia de Rick.
Dos historias reales, sobre familias reales. ¿Cuántas de esas historias son ciertas y cuántas reales? Creo que sólo la señora Tie lo sabe.
Bueno, sigo con la historia que me estoy yendo por las ramas. El caso, es que tras descubrir que soy una bruja. Cada tarde después de las clases practicaba hechizos y poderes con la señora Tie. Una de aquellas tardes, Rick se presentó en la casa. La anciana fue a abrirle la puerta, mientras yo continuaba practicando como helar un vaso de agua en el patio trasero. La señora Tie dejó entra a Rick y cuando ambos llegaron al patio trasero me vieron a mí… ¡a mí! Congelando aquel vaso de agua que la señora Tie había colocado sobre una mesa. Rick se quedó sin palabras, igual que yo tras el “incidente” con la taza. Entonces, en aquel mismo momento, me vi obligada a contarle a mi mejor amigo el hombre lobo que soy una bruja.
Rick aceptó mi condición e incluso participó en los entrenamientos con la señora Tie, ayudando a que pronto me convirtiese en algo más que una buja novata.
Pasaron tres meses y llegamos al día de hoy. Mis padres siguen de viaje, extrayendo minerales de vete tú a saber dónde y yo sigo en casa de la señora Tie. Esta tarde Rick vino a ayudarme en mi entrenamiento leyendo el aura de la gente y a apreciar cualquier tipo de alteración en ella. El entrenamiento finalizó y la señora Tie me dijo que ya estaba lista, que ahora debía de seguir entrenando y aprendiendo hechizos para llegar a ser una gran bruja. Pero yo sabía que aún no lo había aprendido todo… Las premoniciones… Aún no las había tenido. Tras el entrenamiento Rick se fue a su casa, porque aquel día era luna llena y debía prepararse para no hacer daño a nadie. Cuando se fue, se despidió de mí con un abrazo. Esto no es lo raro de la historia. Querido diario, sé que no comprendes porqué alargo tanto la historia, pero ahora lo vas a comprender todo…
En el momento de aquel abrazo… Tuve mi primera (pero no la última) premonición. Lo que vi… Me aterró. Todavía no se lo he contado a nadie y pienso en si debería contárselo a la señora Tie.
Mi premonición fue… Lo que vi fue… Vi a Rick… Una noche de luna llena transformado en hombre lobo… Y a punto de transformarse también en un… VAMPIRO. Estaba totalmente transformado, tal como el día en el que se transformó ante mí, pero sus ojos… sus dientes… los rasgos de su cara… Se estaban volviendo los de un vampiro.
¿Cómo puede ser? ¿Puede un hombre lobo ser a la vez un vampiro? ¿Cómo se transformó Rick en un vampiro? ¿A estado intercambiando sangre con alguna vampira y no me lo ha contado?
Estoy asustada, desconcertada… y no sé qué hacer. Nunca había escuchando que un hombre lobo pudiese ser también un vampiro. El caso es que aquello fue una premonición… lo que significa que quizá… aún no sea un vampiro. Tengo que investigar cómo puede suceder eso, debo preguntarle a la señora Tie si mi premonición puede ser posible y sobre todo… tengo que evitar que ocurra…
¿Será eso posible? ¿Será posible evitar que una premonición ocurra?
Todavía no lo sé, pero… Te prometo querido diario… Que lo voy a averiguar… Por el bien de Rick…


(Continuará…)

Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

domingo, 9 de octubre de 2011

Sueños Eróticos

Eidan se encontraba tumbado en la cama, con los ojos cerrados. Se estaba quedando dormido y su subconsciente ya empezaba a generar imágenes en su mente. Comenzó a soñar... a soñar que Ainara, aquella joven que vivía en el piso de enfrente, entraba en la habitación con un vestido negro de encaje muy transparente. Que ella se subía a la cama y que comenzaba a gatear por ella con una lasciva mirada. Aquellos movimientos hacían que aquel vestido permitiese ver casi por completo uno de aquellos pechos que él tanto deseaba. Se paró a unos centímetros de él y se sentó con las piernas un poco abiertas permitiendo que Eidan viese que no llevaba ningún tipo de ropa interior. Ainara continuaba con un pecho fuera del vestido y ahora comenzaba a tocarlo con su mano izquierda mientras su mano derecha se perdía ya entre aquellas piernas que Eidan deseaba acariciar...


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

Hombre Misterioso Entra En La Habitación

Una joven se encontraba tumbada sobre la cama, estaba leyendo. En ese momento entro un muchacho fuerte y esbelto que llamó la atención de la chica. Ella lo observó de arriba a abajo con total detenimiento, a continuación se quitó las gafas con un lento movimiento con la mano derecha y las dejó sobre el libro que hasta entonces estaba leyendo. Lentamente el apuesto muchacho comenzó a caminar acercándose cada vez más y más a ella. Él se encontraba ante la cama ya, justo frente a ella, de pie. El chico se agachó lentamente y aproximó su boca al cuello de la joven y comenzó a besarlo. Lo lamió con suave delicadeza y mientras lo hacía se colocó lentamente sobre la chica. Su lengua poco a poco fue bajando del cuello al pecho, del pecho a la barriga... así hasta recorrer todas las curvas de aquel cuerpo femenino que tenía bajo su cuerpo. Con suavidad acercó su mano a los hombros de la joven y con mucha delicadeza le fue bajando las asas de la camiseta y desabrochó todos y cada uno de los botones, quitándole así la prenda de ropa que llevaba. Después alzó un poco a la chica con un brazo que colocó bajo su cintura y con la mano derecha le desabrochó el sujetador dejando sus lindos senos al aire. Dejó caer el cuerpo femenino con suavidad de nuevo sobre la cama y aproximó su boca hasta aquel pecho que estaba totalmente al descubierto....







Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

El Mejor Amigo De Mi Hermano Es Un Vampiro

Mi nombre es Ariadna y hoy os voy a contar cómo empezó todo mi contacto con los seres de la noche…
Todo dio comienzo cuando tenía 20 años. Llevaba años enamorada de Ángel, el mejor amigo de mi hermano. Un chico cuatro años mayor que yo, con el pelo rubio, de 1’90 cm, unos 75 kg de peso, ojos verdes con una pequeña franja naranja alrededor de la pupila, unos labios finos y carnosos… En fin, un chico muy hermoso. Pero yo creía que aquel amor era imposible por la diferencia de edad y porque era el mejor amigo de mí hermano. Un día todo aquello cambió.
Los padres de Ángel se fueron de viaje y mis padres decidieron acogerle en mi casa, pero como la habitación de mi hermano es muy pequeña lo metieron a dormir en la mí. Sí, allí, en el suelo de mi habitación, sobre una cama hinchable, tendría durmiendo al amor de mi vida.
La primera cena con Ángel en casa pasó y llegó el momento de irse a dormir. Yo ya estaba en pijama y metida en la cama, leyendo un libro sobre vampiros. Ángel entró en la habitación, con unos pantalones cortos de color azul y sin camiseta. A lo largo de los años había visto aquella imagen en numerosas ocasiones, pero nunca me había impactado cómo aquel día. Él entró y se tumbó en la cama hinchable. Yo fingí que aquella situación no me incomodaba y continué leyendo. De pronto sentí su mirada clavada en mí y después dijo:
-      Ari, quiero preguntarte algo. –
-      Dime – le respondí mientras dejaba el libro sobre la cama y le miraba.
-      ¿Yo te gusto? –
-      Em… Pues sí… - contesté totalmente colorada. –
Ángel se levantó y se arrodilló ante mi cama, clavando aquellos preciosos ojos verdes en mí. Y volvió a hablar:
-      Ariadna, ya tienes la edad que esperaba para poder decirte esto. Ari, estoy enamorado de ti desde… desde siempre. Ahora ya tienes 20 años y la diferencia de edad ya no se nota tanto. –
Ángel se aproximó más a mí. Me acarició la cara y después… me besó. Me besó con aquellos labios que deseaba desde hacía tanto tiempo.
-      Ahora lo que te pido es que no quiero que tu hermano se entere de esto. Si se llega a enterar me mata. Pero te amo y no puedo esperar más para estar a tu lado – dijo al finalizar aquel beso tan dulce y carnoso.
Después de aquella extraña y a la vez feliz noche. Mi vida comenzó a cambiar. Comencé una relación en secreto con el mejor amigo de mi hermano. Ángel pasaba los días en mi casa y dormí en mi habitación, pero a los ojos de los demás para mi él seguía siendo un “capullo”. Pero a las espaldas del mundo, él era la persona a la que yo más amaba. Los días pasaron y cada vez tenía más ganas de gritarle al mundo que estaba con él, pero seguíamos ocultándolo, viéndonos a escondidas, besándonos en la oscuridad de mi habitación… Todo ello en total secreto. Aunque él todavía tenía algo que confesarme, algo que haría que mi vida sufriese un cambio radical…
Habían pasado ya 47 noches desde que Ángel y yo habíamos empezado con aquella extraña relación y desde que él estaba viviendo temporalmente en mi casa. Esa noche, Ángela me había dejado una nota dentro del libro que estaba leyendo en la que ponía: “Ponle una excusa a tus padres para pasar la noche fuera y nos vemos en la puerta de mi casa a media noche. Firma tu amado secreto”. Como bien decía la nota, busqué una excusa. Hablé con mi mejor amiga y le pedí que me cubriese, ya que les diría a mis padres que iría a dormir a su casa. Ella aceptó y mis padres me creyeron. Así que… preparé una mochila con ropa y me dispuse a salir de casa. A media noche llegué a la casa de Ángel, la cual estaba vacía porque sus padres aún no habían vuelto de viaje. Me acerqué a la puerta de la casa y en ella había un sobre pegado en el que en el exterior ponía mi nombre. Lo despegué de la puerta y saqué la nota que había dentro. “Entra, la puerta está abierta y dirígete al salón”. Empujé la puerta y esta se abrió. Entré y la cerré con un pequeño empujón. Caminé hasta llegar al salón, el cual estaba lleno de velas por todas partes, con las persianas completamente bajadas y con una mesa llena con rosas negras y comida. Ángel se encontraba de pie junto a la mesa. Cuando vi todo aquello no pude evitar emocionarme y él se aproximó poco a poco hacía mí. Me besó, me cogió de la mano y me pidió que me sentase en el sofá.
-      Ángel, esto es precioso. Pero… ¿por qué lo has hecho? – le pregunté intrigada.
-      Verás, Ari, llevamos ya 47 noches juntos y tengo algo muy gordo que confesarte, pero… quizá debamos cenar antes. Ven, vamos a la mesa. –
Me cogió de la mano y me llevó hasta la mesa. Dónde una maravillosa y romántica cena juntos. Cuando acabamos… yo no pude esperar más y le pregunté qué sucedía. Ángel se levantó y se arrodilló junto a la silla en la que me encontraba sentada.
-      Ariadna, lo que te tengo que te tengo que decir no es fácil, pero eres mi novia y quiero que lo sepas. Verás… Bueno… espera, creo que es mejor que lo veas por ti misma – cuando acabó de decirlo giró la cara y miró hacia abajo.
-      Me estás asustando, ¿qué ocurre? –
-      Lo que vas a ver ahora mismo no es fácil de entender y espero que no salgas huyendo cuando lo veas – en ese momento levantó la cabeza.
Algo sorprendente fue lo que vi. Tenía unos colmillos enormes, sus ojos se había vuelto completamente negros y su cara… Su cara se había vuelto muy extraña.
-      Ari, soy un vampiro. –
-      ¿Qué? – me levanté de la silla sin apenas ni darme cuenta y vagué dando vueltas sin rumbo por aquel salón.
-      ¡Espera! ¡Ariadna! Todo tiene una explicación. Te contaré cómo pasó. Pero prométeme que no huirás y que no se lo dirás a nadie. Eres la primera persona a la que se lo cuento – dijo intentando que yo parase de dar vueltas.
-      Ángel, te amo y no huiré de tu lado. Sabes que me encantan los vampiros. Pero entiéndelo… esto no es fácil de digerir. No puedo aceptarlo en menos de un minuto – en ese momento paré quieta y me senté en el sofá de color negro.
-      Lo sé, sé que no es fácil. Pero creo que es mejor que sepas esto ahora y no dentro de unos años. Quiero que me ames tal cuál soy y esto forma parte de lo que soy –
-      Te amo tal cuál eres y esto no hará que ese sentimiento cambie. Pero… ¿cómo ocurrió? –
-      Todo ocurrió cuando tenía 9 años y volvía a casa de haber estado en tu casa, jugando con tu hermano. Regresaba por el mismo camino por el que viniste tú hasta aquí esta noche. Caminaba tranquilamente por él cuando de alguna parte salió algo que se abalanzo sobre mí y que me mordió en el cuello. Por el dolor del mordisco me desmayé. Así que no sé cómo ocurrió todo exactamente. Sé que me desperté y que regresé a casa como si nada hubiese pasado. Pero había pasado y cuando entré en mi cuarto… y vi a mi hámster… sentí un enorme impulso de chuparle la sangre. En aquel momento no comprendí con exactitud lo que pasaba, pero con el tiempo lo comprendí. –
-      Tu hámster… no murió… ¡lo mataste tú! –
-      Sí, suena horrible, pero fue como sucedió. –
-      Pero… Ángel… Tengo una duda. Según los libros que he leído sobre vampiros, para poder convertirte en uno tienes que haber intercambiado sangre con él, ¿no? –
-      Así es, con el tiempo me he encontrado con otros como yo que me han explicado ese tipo de cosas y que me han explicado por qué puedo salir a la luz. Quizá aquel ser me hizo beber de su sangre cuando estaba desmayado. No lo sé… -
-      Esto es increíble… Mi novio… El mejor amigo de mi hermano… Es un vampiro… -
-      Ari, siento no habértelo dicho antes, pero tenía miedo de que me abandonases. –
-      No te abandonaré. Pero… ¡conviérteme! –
-      No, no haré eso. No quiero condenarte a una vida eterna, en la que tengas que ver morir a tus seres queridos y en la que tengas que huir de todos los lugares para no ser descubierta. No te condenaré a una vida eterna junto a mí… - dijo mientras volvía a poner su cara de forma normal.
-      Ti lo has dicho… Una vida eterna junto a ti. Eso significaría que algún día tendríamos que dejar de ocultar nuestro amor. –
-      No. Ariadna. Me niego a convertirte. Al menos… No ahora. –


(Continuará…)



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra