jueves, 29 de marzo de 2012

Z - 535 (Continuado)

Dika se encontraba trabajando en su despacho. La joven estaba revisando los informes de sus últimos pacientes cuando alguien llamó a la puerta. Tras ella se encontraba Suder, uno de los psiquiatras de la cárcel y además el mejor amigo de la joven.

- Dika, acaba de llegar un paciente a tu sección. Está en la celda treinta. Allí ya está esperando Enek con el informe – dijo Suder sujetando todavía el pomo de la puerta con la mano derecha.
- Está bien. Finalizo este informe y voy a la celda treinta. Espérame allí con Enek – contestó Dika sin apenas apartar los ojos de los papeles con lo que estaba trabajando.

Suder se fue sin decir nada, como si estuviese cumpliendo una orden. El joven cerró la puerta con un pequeño golpe el cual parecía que Dika no había oído. La muchacha continuó revisando los últimos papeles del informe que tenía sobre la mesa. Cuando finalizó su trabajo, metió los documentos en una carpeta de color marrón y ésta en el primer cajón del lado izquierdo de su mesa. Se levantó de la silla y se dirigió a la puerta. La abrió y se fue.

Suder y Enek estaban esperando ante la celda treinta. Dika apareció en ese momento por el largo pasillo donde estaba situada la celda. La psiquiatra se acercó a Enek y le dijo:
- Enek, infórmame sobre el paciente. –

El joven la observó mientras le entregaba una carpeta de cartón rojo a la que era su compañera de trabajo y también su novia. Dika le echaba un vistazo a los papeles de dentro de la carpeta mientras Enek hablaba:

- El paciente es Lisckia Clap, un joven de veintiocho años. Clap fue encontrado cuando devoraba el cuerpo de uno de sus vecinos. Nuestros trabajadores tuvieron que dispararle trece dardos tranquilizantes para lograr dormirle. El estado del cuerpo es muy putrefacto como si se tratase de un muerto viviente. –

- ¿Qué se ha hecho con el cuerpo que Clap estaba devorando? – preguntó rápidamente Dika.

- Están trabajando con él nuestros forenses en el sector siete – respondió Suder.

- Bien. Cuando los forenses tengan el informe subírmelo a mi despacho. Suder, mientras Clap sigue dormido sácale una muestra de sangre y envíala al sector cuatro, allí sabrán qué hacer con ella. Enek, ¿se le encontró alguna pertenencia al paciente? – dijo Dika.

Enek asintió con la cabeza y comenzó a caminar por el largo pasillo seguido de Dika, mientras Suder entraba en la celda para realizar el trabajo que su mejor amiga le había encargado. Suder entró en la celda y sacó una jeringuilla de uno de los bolsillos de su bata blanca. Se arrodilló ante el paciente que permanecía dormido en el suelo. Le levantó el brazo derecho, introdujo la jeringuilla y le extrajo sangre. Se levantó y se dirigió a la puerta de la celda. Cuando se disponía a abrir la puerta Clap se levantó del suelo y le empujó por la espalda. A Suder se le calló la jeringuilla fuera de la celda debido al golpe. En el suelo intentaba librarse de Lisckia Clap, pero éste ya le estaba empezando a devorar la barriga.


Enek y Dika caminaban por un pasillo dirigiéndose al sector dos. Llegaron al sector y Enek la llevó a la habitación tres. Allí estaban guardadas todas las pertenencias del paciente Lisckia Clap. Dika cogió la caja del paciente y comenzó a caminar fuera de la habitación.

- Voy a mi despacho a llevar esto. Pásate tú a por el informe del forense. –

Cuando Dika se fue, Enek salió de la habitación y cerró la puerta con llave. El joven se puso en camino al sector siete para recoger el informe del forense. Para ello tuvo que pasar por delante de la celda treinta. Ante ella se encontró tirada en el suelo una jeringuilla con sangre. La recogió y la guardó en uno de los bolsillos de su bata blanca. Observó la celda y allí estaba Clap, con la boca inundada en sangre. En el suelo se podía observar un cuerpo sin movimiento.


Dika se encontraba ya en su despacho. Estaba revisando los objetos que se encontraban dentro de la caja. Pero allí no había nada de interés. Sólo una cartera de cuero marrón con documentación del paciente, un reloj, un collar de plata cuyo colgante era un pentáculo y también una hoja de libreta arrancada. El último objeto le llamó la atención a Dika. Era una hoja cuadriculada, algo rota como si fuese arrancada con violencia y estaba totalmente en blanco. Dika cogió la hoja y colocó la caja con las demás pertenencias en el suelo. Observó la hoja con mucha atención mientras pensaba porqué llevaría aquello Lisckia Clap. Pensó y pensó. Entonces recordó las historias de misterio que le gustaba leer y vio la solución. De un bote de lata negro que había sobre la mesa cogió un lápiz y pasó su mina delicadamente por la hoja. En el papel empezaron a aparecer letras. Eran las marcas de impresión de lo que habían escrito encima. “ES EL PRINCIPIO DEL FIN. Z – 535.” La psiquiatra no comprendía el mensaje. Lo copió en una hoja, guardó el papel original en un sobre y lo colocó en la carpeta roja donde estaba el informe del paciente. En ese momento la puerta del despacho se abrió y entró Enek en la habitación.

- Dika, tengo malas noticias. Lisckia Clap ha matado a Suder. Me lo encontré comiéndose la barriga de Suder cuando me dirigía al sector siete. Fuera de la celda encontré una jeringuilla con sangre, la cual llevé ya al sector cuatro. El cuerpo de Suder está ya con los forenses. –

Dika se quedó totalmente anonadada. Acababa de perder a su mejor amigo y no sabía ni cómo reaccionar. Tan sólo se quedó mirando fijamente a su novio.

- Te dejo aquí el informe del forense de la primera víctima de Clap – Enek dejó una carpeta de cartón verde sobre la mesa de Dika y abandonó la habitación.

Dika se quedó sola y rompió a llorar. Había tenido pacientes muy complicados, pero ninguno había sido cómo aquel. En ese momento se propuso algo. Se propuso que no pararía hasta encontrar el motivo del porqué de aquello.


Las horas pasaron y Dika continuaba encerrada en su despacho llorando, pero unos gritos muy fuertes detuvieron sus lágrimas. La chica se levantó de la silla y se dirigió a la puerta. Tras ella se escuchaba mucho ruido. Abrió un poco la puerta y observó por el hueco lo que estaba pasando. El pasillo estaba lleno de personas en el mismo estado que Lisckia Clap. Los que todavía eran normales estaban siendo devorados por los infectados. Dika cerró delicadamente la puerta. Sacó de uno de sus bolsillos de su bata blanca unas llaves y cerró la puerta con llave. Se detuvo un momento a pensar. Se dirigió a su mesa y comenzó a arrastrarla contra la puerta. Se sacó la bata blanca y la tiró sobre la mesa. Rápidamente cogió del suelo su mochila de cuero negro y la abrió. Cogió de la caja que todavía estaba en el suelo la pertenencias de Clap, de la mesa cogió las carpetas con los informes pertenecientes al caso y cerró la mochila. Se puso la mochila a la espalda, guardó las llaves que todavía tenían en la mano en el bolsillo delantero derecho de su pantalón y se dirigió a la ventana. Abrió la ventana y observó el exterior. La altura no era mucha, el despacho se encontraba en un primer piso. Se sentó en la repisa de la ventana, respiró hondo y saltó. Con el salto se rasgó los pantalones convirtiéndose así en unos pantalones extremadamente cortos. Al caer al suelo Dika se hirió la rodilla izquierda, aún así se levantó del suelo cojeando y caminó hasta la entrada del edificio. Observó que la entrada estaba libre y entró. Corrió hasta el sector dos a pesar del dolor de rodilla. Dika alcanzó con dificultad el sector dos. Abrió la puerta y entró. Buscó con la mirada por la habitación algo con lo que atrancar la puerta. Estanterías. Dika las movió con dificultad hasta atrancar la puerta con ellas. Luego abrió la primera puerta con las llaves que sacó del bolsillo de su pantalón. Entró y abrió todas las cajas que allí había. Allí se encontraban las pertenencias de todos los pacientes cuyos casos ya habían sido cerrados. Entre todos los objetos encontró varios utensilios que podían serle de gran utilidad. Cogió un arco negro con dibujos rojos, tres flechas que pertenecían al arco y un pequeño hacha. Se colgó el hacha del cinturón de su pantalón y también las flechas. Guardó las llaves en la mochila y caminó recto por el pasillo con el arco en la mano. Caminó hasta el final del pasillo dónde se encontraba la habitación donde guardaban todos los medicamentos. Entró y dejó el arco sobre una mesa. Abrió todos los muebles y todos los cajones. De un cajón cogió una botella de alcohol farmacéutico y se lo echó por la herida de la rodilla. Del mismo cajón cogió un rollo de venda y se vendó la rodilla. A continuación se quitó la mochila, la colocó junto al arco y la abrió. Metió en ella vendas, la botella de alcohol y todos los medicamentos que encontró. Cerró la mochila y se la colocó de nuevo a la espalda. Cogió el arco y se lo colgó del hombro derecho mientras observaba si había algo más de utilidad en la habitación. Entonces encontró una pistola de dardos tranquilizantes junto a una caja de cincuenta dardos. Guardó en la mochila la caja y colgó la pistola de su cinturón. Sacó el hacha del cinturón y respiró hondo. Retrocedió sobre sus pasos y desatrancó la puerta. El pasillo estaba lleno de lo que parecían muertos vivientes. Dika se llenó de valor y comenzó a dar hachazos hasta ser el único se viviente en aquel pasillo.

Caminó entre cadáveres hasta llegar al sector cuatro. Allí encontró el tubo de ensayo con la muestra de sangre de Lisckia Clap y la carpeta correspondiente a su informe. Guardó la carpeta en mochila y se colgó como pudo el tubo de ensayo de su pantalón. Unos ruidos se oyeron tras ella. Dika se giró y vio a Enek y Suder acercándose hacia ella, infectados. Ella cogió la pistola y les disparó los diez dardos tranquilizantes que tenía, cinco a cada uno. Los chicos se cayeron al suelo y se durmieron. Dika vio cadenas, candados, mascarillas y camisas de fuerza. Eran los utensilios que se utilizaban con los pacientes más complicados. Cogió las camisas de fuerza y le puso dos a cada joven. A continuación le puso las mascarillas, los encadenó por el cuello y aseguró las cadenas con candados. Los observó. Mientras continuaban dormidos se preparó. Metió la pistola en la mochila y sacó de ella el colgante del pentáculo de Clap. Se lo colgó al cuello.


Enek y Suder despertaron cuando Dika caminaba por los pasillos rodeada de los cadáveres de sus pacientes y compañeros de trabajo. Mientras caminaba los arrastraba por el suelo mediante unas cadenas que llevaba enroscadas y agarradas en la mano izquierda. La psiquiatra caminaba por un largo pasillo mirando a todas partes, observando la masacre que allí había habido. Caminando entre tanta muerte, llegó a su despacho. Intentó abrir la puerta, pero todo el esfuerzo fue inútil. Entonces recordó que antes de saltar por la ventana había atrancado la puerta con su mesa. Se quedó pensativa durante unos minutos apoyada a la puerta. Al cabo de un instante se le ocurrió una idea. Cogió el pequeño hacha que se había colgado del pantalón y comenzó a golpear con ella la puerta. Quería abrir un agujero que fuese lo suficientemente grande para que ella pudiese pasar. Estuvo golpeando el pedazo rectangular de madera durante casi media hora y por fin logró hacer un agujero en la puerta por el que ella podría pasar. Tras el hueco se veía su mesa atrancando la puerta. La empujó con dificultad y la arrastró hacia atrás para poder entrar en el despacho. Una vez hizo espacio para poder entrar, se desenroscó las cadenas de la mano izquierda y las ató al pomo de la puerta. Dejó allí a sus dos infectados y entró en la habitación. Pasó por el hueco que ella misma había hecho con el hacha y caminó hasta la silla que había tras la mesa que ella misma había arrastrado. Se sentó en ella. Se echó un poco hacía delante y de uno de los cajones de su escritorio sacó un ordenador portátil de color rojo. Lo colocó sobre la mesa y cerró el cajón. Arrastró con los pies la silla hacía delante para colocarse más cerca del escritorio. Abrió el ordenador, pulsó el botón de encendido y esperó a que se encendiese. Una vez encendido, Dika comprobó si la conexión de internet continuaba funcionando y al ver que sí, abrió un buscador. En él introdujo como palabras clave el nombre de Lisckia Clap y con el cursor pulsó el botón que aparecía en la pantalla en el que ponía “búsqueda”. Entonces aparecieron 50000 resultados. La joven dirigió el cursor hasta el primer resultado y lo pulsó. Era la noticia de un periódico local y había sido publicada hacía un par de semanas. En la noticia ponía: “Lisckia Clap, el reconocido médico nacional, ha accedido a participar en la investigación de la búsqueda de una cura para el SIDA”. Tras leer el artículo, abandonó la página web y accedió al siguiente resultado. Mientras el segundo resultado se abría en el ordenador, la joven cogió una libreta de su mochila de cuero negro y bajo la frase “ES EL PRINCIPIO DEL FIN. Z – 535” anotó la información que acababa de leer. Volvió a mirar la pantalla del ordenador y en ella había encontrado lo que buscaba. En aquella página web estaba todo lo que necesitaba saber sobre el doctor Lisckia Clap. Anotó todo en su libreta y la volvió a guardar en su mochila. Apagó su ordenador portátil de color rojo, lo cerró y lo metió también en su mochila de cuero. Se levantó de la silla, se colocó la mochila a la espalda y caminó hasta el hueco de la puerta. Atravesó el agujero y salió al pasillo del sector en el que se encontraba, que era el sector tres. Desató a Suder y a Enek del pomo de la puerta y se enroscó una vez más las cadenas a su mano izquierda. Comenzó a caminar. Tenía que salir del sector tres y atravesar los sectores dos y uno para llegar a la entrada principal de la cárcel psiquiátrica.

Dika llegó a la puerta principal. La atravesó y salió a la calle. Fuera de la cárcel no había nadie. La ciudad estaba completamente desierta y en silencio. Pero se podía ver que allí había pasado lo mismo que en el psiquiátrico, porque los coches y las casas se veían completamente destrozados. Antes de seguir su camino, se giró para observar su lugar de trabajo. Estaba totalmente destruido. Dika suspiró, se volvió a girar y comenzó a caminar por las desiertas calles. Tenía que pasar por diez calles antes de llegar a su lugar de destino y tenía que hacerlo con total cuidado para no encontrarse con más gente infectada.


La joven psiquiatra llegó a su objetivo sin ningún problema. Las calles estaban completamente vacías, como si toda la gente hubiese huido hacía otros lugares o hubiesen fallecido todos. Dika se encontraba ante un gran edificio de color azul. Era el hospital “Tagileror”. Según la información que había obtenido de internet allí era donde se estaba llevando a cabo la investigación en la que Lisckia Clap había estado trabajando. Se acercó a la puerta principal del centro médico y observó por el cristal de la puerta. Dentro estaba todo totalmente destrozado y había mucha gente muerta por el suelo. Pero no parecía que hubiese gente en el mismo estado que Suder y Enek. Así que decidió entrar. Abrió la puerta con cuidado mientras cogía el pequeño hacha que llevaba colgado de su pantalón. Caminó por un largo y estrecho pasillo con el hacha en la mano por si aparecía algún infectado. Observó el suelo ensangrentado, con pedazos de cuerpos y de órganos. Las camillas estaban tiradas por el suelo, muchas de las ventanas estaban rotas y las puertas golpeadas. Dika continuó caminando. La chica buscaba el laboratorio de investigación ya que allí pensaba que podría encontrar cosas que le sirviesen para averiguar qué era lo que estaba pasando. Pero no conocía aquel centro médico y eso le obligaba a tener que recorrer por completo todas y cada una de las plantas que tenía aquel edificio. El primer piso ya había sido inspeccionado a fondo y cuando Dika se dirigía a las escaleras vio que en el pasillo había un mapa del hospital pegado a la pared. Lo arrancó sin dificultad de la pared y lo observó. Vio en él que el laboratorio de investigación estaba situado en el piso número trece. Dobló el mapa en cuatro pedazos y se lo guardó en el bolsillo trasero derecho de su pantalón. Caminó hasta las escaleras y comenzó a ascender por ellas. Como meta, el piso número trece.

Llegar hasta su objetivo le llevó bastante tiempo ya que le resultaba bastante complicado subir escaleras tirando de Suder y Enek. Pero logró llegar. Avanzó por el piso con pasos cortos y observando todo lo que se encontraba. Buscó con la mirada atentamente entre las puertas el laboratorio de investigación. Tras pasar diez puertas por fin encontró el cartel que ponía “Laboratorio de investigación”. Se detuvo ante la puerta y suavemente giró el pomo que la abría. La abrió y vio el desastre que allí dentro había. Cuando la muchacha se disponía a dar el paso que la llevaría al interior de la habitación vio a alguien sentado en el suelo tras una mesa. Empuñó con fuerza el hacha que llevaba en la mano y comenzó a caminar procurando no hacer ruido y con pasos cortos. Suder chocó contra algo y provocó un ruido que hizo que aquella persona se levantase del suelo. Dika le amenazó con el hacha y estaba dispuesta a matarlo si era otro infectado.

- ¡Tranquila! No me mates por favor. –

- ¿Quién eres? – preguntó Dika mientras continuaba avanzando hacia el muchacho.

El misterioso joven era chico de un metro ochenta de altura, delgado aunque fuerte, con el pelo corto y rubio, los ojos color azul algo oscuro, la tez blanquecina y con una apariencia angelical que impactaba a Dika. La joven mientras observaba al desconocido fue bajando la guardia y dejó de amenazarle con el hacha que llevaba en la mano.

- Mi nombre es Layshian. Antes trabajaba aquí. –

- ¿Trabajabas aquí? –

- Sí. Trabajaba como ayudante de los investigadores de este laboratorio. Trabajaba aquí antes del… Bueno, antes del desastre de esta mañana. –

- ¿Antes del desastre? –

- Sí. Esta mañana uno de los investigadores se volvió loco y comenzó a morder y a comerse a la gente del hospital. Pero… Todos aquellos a los que se comía… Extrañamente seguían con vida… -

- Es lo mismo que ha pasado en “Redas Mol Karel”… ¿Cómo te salvaste? – preguntó Dika, la cual estaba algo confusa.

- ¿Has dicho “Redas Mol Karel”? –

- Sí. Trabajaba como psiquiatra allí. Hasta que esta mañana pasó lo mismo que creo que ha pasado aquí. –

- Vaya… - dijo totalmente confuso Layshian.

En el laboratorio se hizo un silencio absoluto. Dika miraba al suelo totalmente pensativa y con el rostro sumido en una profunda tristeza. Layshian miraba a la joven y a sus dos infectados esperando a que ella dijese algo.

- Bueno… Layshian. Cuéntame. ¿Cómo has sobrevivido a todo esto? – consiguió preguntar al fin la joven psiquiatra.

- Cuando Kory Wen se volvió loco huí al laboratorio forense y allí me metí en una de las cámaras frigoríficas donde guardan los cadáveres. Esperé allí hasta que el hospital se quedó vacío. –

- ¿Kory Wen? ¿El famoso científico que trabajaba en la búsqueda de una cura para el SIDA? – preguntó sorprendida Dika mientras en su mente recordaba toda la información que había recopilado sobre Lisckia Clap.

- Sí. ¿Cómo lo sabes? –

La joven respiró hondo. Hizo una pequeña pausa. Se sentó en una mesa que había en el laboratorio mientras acariciaba a Suder y contestó.

- Este desastre se produjo en “Redas Mol Karel” cuando Lisckia Clap llegó tras haber sido capturado mientras devoraba a uno de sus vecinos. Allí se comió parte del estómago de Suder y luego todos estaban muertos y vivos a la vez… -

- Era uno de los investigadores. Yo era el ayudante de Kory Wen… -

- Creo que todo esto que está pasando tiene que ver con esta investigación… Tengo que buscar información aquí – dijo Dika levantándose de la mesa y comenzando a abrir los cajones de ésta.

- Puedo ayudarte si quieres. Sé donde lo guardaban todo y conozco datos sobre la investigación. –

La muchacha miró a Layshian y asintió con la cabeza. El ayudante se acercó a ella y la ayudó a buscar todas las carpetas con los informes de la investigación. Dika revisó todos los papeles de las carpetas en busca de una explicación cuando Layshian le llevaba otra carpeta que sacó de un cajón que estaba cerrado con llave. Ella dedujo que aquella mesa era la de Kory Wen y que por eso Layshian tenía la llave del cajón. Se acercó a ella y le extendió la carpeta. Dika la cogió fijándose en la venda de la mano derecha del joven.

- Son las anotaciones que Kory Wen hacía durante los experimentos con los roedores con los que se hacían las pruebas. Quizá te sirvan de algo. – mientras Layshian decía eso, Enek le dio un pequeño golpe en la pierna.

- ¿Quiénes son esos? – preguntó algo asustado.

- Son mi novio y mi mejor amigo. Trabajaban conmigo en “Redas Mol Karel” fueron infectados por Clap. Por cierto… Mi nombre es Dika. ¿Qué te ha pasado en la mano? –

- Me corté con un cristal entre tanto caos – respondió Layshian observando fijamente a Suder y a Enek.

Dika continuó observando los papeles pero no encontró nada que le sorprendiese. Por lo que guardó las carpetas en la mochila que llevaba a la espalda. Dio un par de vueltas por la habitación buscando cosas que pudiesen serle de utilidad, pero no encontró nada. Tras ver que nada le servía, se dispuso a salir del laboratorio pero Layshian la detuvo hablándole.

- ¿Te vas? –

- Ya no tengo nada que hacer aquí. Cogeré algunas cosas de utilidad como medicamentos y vendas. Pero luego me iré. –

- ¿Puedo ir contigo? Cuatro ojos ven más que dos y puedo serte de ayuda – preguntó Layshian esperando un sí por respuesta.

La psiquiatra miró fijamente al joven y asintió con la cabeza. Luego siguió caminando y comenzó a buscar medicamentos y útiles que le pudiesen servir para algo.


Buscaron por las quince plantas del centro médico y luego volvieron a la planta baja. Dika observó por el cristal de la puerta, la noche ya se había hecho con las calles. Ahora no podía seguir adelante con lo que tenía pensado. No podía salir en medio de la oscuridad con todo lo que estaba pasando. Tendría que esperar al día siguiente para ir a su próximo destino. Por el momento tendría que pasar la noche en “Tagileror” con aquel chico al que acababa de conocer y el cual decía ser el ayudante de Kory Wen. Estaba claro para Dika que esa noche no podría dormir tranquila, podía aparecer el enemigo de dentro o de fuera del hospital.

- ¿Vamos a quedarnos aquí? – preguntó Layshian mientras seguía observando impacientemente a los dos infectados que Dika llevaba encadenados.

- Es de noche ya. No sería seguro salir porque no tendríamos una buena visión. Tendremos que quedarnos – respondió ella mientras se sentaba en el suelo ante la puerta.

Layshian imitó a la chica y se sentó en el suelo a su lado. Así tuvieron que pasar la noche. El joven se quedó dormido pero Dika pasó la noche en vela asegurándose de su seguridad y pensando si aquel muchacho era de fiar o no. Pero parecía ser un chico inofensivo.


La noche transcurrió sin problemas y un nuevo día comenzaba ya para Dika en el centro médico. Layshian se estaba despertando ya y Dika estaba de pie ante la puerta. Suder y Enek miraban fijamente al ayudante de Kory Wen mientras se levantaba del suelo al despertarse.

- ¡Buenos días Dika! –

- No son buenos… Ya nada puede ser bueno… - respondió la muchacha sin apartar los ojos del cristal de la puerta.

- ¿Qué vamos a hacer ahora? –

- Ir a la casa de Lisckia Clap. He averiguado su dirección, así que iremos allí a ver si encontramos algo que nos pueda aclarar todo esto. ¿Tienes algún arma? ¿Algo con lo que defenderte? – continuó contestando Dika sin apartar la mirada.

- Tengo en el bolsillo los bisturís de los médicos. –

- Está bien. Pues vamos a ponernos en camino ya. Que si no luego se nos echa la noche encima y todavía tenemos que averiguar qué haremos. –

La psiquiatra abrió la puerta del centro médico y salió a la calle. Layshian la siguió. Dika caminaba con pasos largos y firmes mientras pegaba pequeños tirones de las cadenas de su mano izquierda para obligar a caminar a Suder y Enek. El muchacho caminaba al lado derecho de ella para mantenerse alejado de los dos infectados. Caminaron así durante dos horas, en completo silencio y con los ojos totalmente abiertos. Layshian miraba a Dika esperando que ésta dijese algo, pero no parecía que fuese hacerlo. La psiquiatra caminaba muy decidida y no pararía hasta llegar a la casa de Lisckia Clap.

Llegaron por fin a una casa de color rojo en el exterior. Alrededor de ella había un jardín y en él un estrecho camino de baldosas color gris que llevaban hasta la entrada principal de la vivienda. Dika se colocó sobre la primera baldosa gris y caminó por el camino hasta la puerta principal. Se detuvo ante ella. Extendió su mano derecha y le dio un pequeño empujón a la puerta. Estaba abierta. La joven le dio otro empujón, pero esta vez más fuerte y seco para que la puerta se abriese del todo. Entró en la casa cogiendo de su pantalón el pequeño hacha. Se giró para mirar a Layshian que entraba detrás de ella y acercando el dedo a su boca le indicó que no hiciese ruido. Dika caminó por toda la casa comprobando en cada una de las habitaciones que no hubiese nadie y que ningún infectado estaba allí salvo los que ella lleva encadenados. No había nadie. La casa estaba totalmente vacía y algo revuelta.

- Layshian, tenemos que buscar información sobre la investigación. Yo miraré en las habitaciones que hay situadas al lado derecho y tu mira las del lado izquierdo. Así acabaremos antes. Coge todo aquello que creas que nos puede ser útil, como comida, armas, medicamentos y cosas así – le dijo Dika mientras se dirigía a la cocina de la casa, que era la primera habitación que veía.

Layshian la obedeció y se metió en la primera habitación que veía al lado izquierdo. Era un dormitorio. Dedujo que era donde Clap y su mujer dormían porque la cama era de matrimonio. Abrió el armario que había al lado izquierdo de la puerta. Ropa. No parecía que allí fuese a encontrar algo útil. Vio una mochila. La cogió. Cerró el armario y se dirigió a la mesita de noche que había frente al armario al lado de la cama. Abrió los cajones. Carpetas. Eran carpetas del hospital. Las cogió y las metió en la mochila que había sacado del armario. Sin cerrar los cajones se dirigió a la mesita que había situada al otro lado de la cama. Abrió los cajones, pero allí no había nada. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hasta la puerta para salir del dormitorio e ir a la siguiente habitación. Cuando ya estaba casi llegando a la puerta vio a alguien pasar. Era un infectado, lo sabía por el estado de su cuerpo. El infectado se dirigía a la cocina de la casa. Layshian esperó a que pasase y después salió del dormitorio. Entró en la siguiente habitación.

Dika estaba en la cocina. Buscando cuchillos que les sirviesen como defensa y provisiones. En los muebles todavía quedaba comida y bebida. Cogió los alimentos de los muebles y los colocó sobre la mesa blanca que había tras ella. Los cuchillos que sacó de uno de los cajones los metió en su mochila. De pronto, notó la fría respiración de alguien en su cuello. Se giró rápidamente y vio que tenía a un infectado tras ella. Intentó coger uno de los cuchillos de su mochila, pero el no muerto se estaba abalanzando ya sobre ella para intentar comérsela. Dika forcejeó con él como pudo. Tenía que defenderse como fuese, pero sería complicado. El infectado quería morderla fuese como fuese. La psiquiatra levantó su mano izquierda e intentó ahogar al infectado con las cadenas de Suder y Enek, pero no era capaz. Entonces, sin saber cómo la cabeza del infectado cayó al suelo y comenzó a rodar por él.

- ¿Estás bien? – preguntó alguien a quien Dika no había visto.

Dika giró su cabeza en dirección a la voz y vio a un joven. Él había sido quien la había salvado. Lo observó respirando entrecortadamente mientras él esperaba una respuesta a su pregunta. Era chico con la tez pálida, los ojos de color verde claro con una fina franja marrón bordeando la pupila, pelo largo castaño por encima del hombro y el flequillo siempre le tapa el ojo izquierdo, con dos piercings en el labio inferior uno a cada lado de la boca, muy delgado y de estatura media. En la mano derecha sujetaba un largo cuchillo.

- ¿Estás bien? – volvió a preguntar el desconocido.

- Sí. Gracias por ayudarme – respondió Dika todavía con la respiración entrecortada.

- Deberías andar con cuidado y estar más atenta –

Dika asintió con la cabeza y en ese momento apareció Layshian corriendo por la puerta.
- ¡Dika! ¿Estás bien? – preguntó el ayudante de Kory Wen muy alterado.

- Sí… -

- Escuché ruidos y vine corriendo. ¿Qué ha pasado? –

- Un infectado entró y me atacó, pero él me ha salvado – respondió ella señalando al todavía desconocido.

- ¿Y este quién es? – preguntó Layshian mirando al joven con cara de asco y desconfianza.

- Mi nombre es Latse. Vivo en la casa que hay situada al lado. Os vi llegar y venía a preguntaros que hacéis aquí – respondió el hombre misterioso.

- Mi nombre es Dika y él es Layshian – presentó la psiquiatra – Vinimos en busca de información sobre la investigación que estaba llevando a cabo Lisckia Clap – continuó diciendo mientras Layshian se acercaba a ella para abrazarla y asegurarse de que realmente estaba bien.

- ¿Conocéis la investigación? –

- Sí. Lisckia Clap llegó en este estado tan extraño a “Redas Mol Karel”, la cárcel psiquiátrica donde yo trabajaba y extendió por allí esta extraña infección – contestó Dika mientras apartaba a Layshian tras haberle dado un abrazo.

- Yo era el ayudante de Kory Wen, que fue el que extendió esto por “Tagileror”, el hospital donde se llevaba a cabo la investigación – dijo Layshian mirando a Latse con cara de repugnancia.



(Continuará...)

martes, 6 de marzo de 2012

Me Torturo

Me torturo día a día...
Me torturo al no sacarte de mis pensamientos.
Me torturo viendo una foto tuya.
Me torturo siendo estúpida y creyendo que todo tendrá arreglo.
Me torturo pensando en lo que pudo ser y no será por mi estupidez.
Me torturo recordando los pocos momentos que vivimos.
Me torturo recordando tu mirada.
Me torturo recordando tu sonrisa.
Me torturo pensando que ya no soy nada en tu vida, aunque no me lo hayas dicho así.
Me torturo recordando tu voz.
Me torturo recordando tu olor.
Me torturo al clavarte cada vez más en mi corazón.
Me torturo pensando como arreglarlo sabiendo que quizás no haya arreglo.
Me torturo diciendo palabras que no servirán de nada.
Me torturo pensando en ese plan que jamás llegará.
Me torturo recordando tus frases.
Me torturo pensando en ti...


domingo, 4 de marzo de 2012

El Suicidio De Lady Gadian

Lady Gadian se encontraba allí, mirando al vacío. Estaba sentada al borde de un barranco, observando el vacío con los ojos totalmente bañados en lágrimas. Buscaba con la mirada el fondo de aquel barranco, pero bajo sus pies sólo veía el vacío absoluto. Y allí estaba ella. Sentada. Llorando y pensando en qué había sido lo que la había llevado hasta aquel momento, hasta aquella situación. Pensaba y pensaba, y cuanto más lo hacía más lágrimas brotaban de sus ojos. Quería acabar con todo. Quería tirarse al vacío y acabar con todo aquello. Quería desaparecer de la tierra, del mundo… Quería irse con los muertos y quería hacerlo ya. Pero… Pensó que debía dejar alguna explicación antes de hacerlo. Debía dejar una carta por si todavía existía alguien que la quisiese. Lady Gadian sacó de su pequeño bolso de cuero negro un pergamino y una pluma. Comenzó a escribir:

“Hoy yo, Lady Gadian, la princesa del reino escribo esta carta desde el Barranco Prohibido. Con ella quiero despedirme. Quiero deciros a vos, que estáis leyendo esta carta, el motivo por el cual la he  escrito.

Me encuentro aquí, sentada al borde del Barranco Prohibido y a punto de tirarme a su inmenso vacío. Pero mis pensamientos me han hecho escribiros por si todavía os importo. Una de las razones por la que me encuentro aquí y ahora es porque me siento vacía. Elegí la soledad como un modo de vida, pero sólo la elegí como forma de vida sentimental y ahora me encuentro inmersa en la soledad más eterna que un ser humano pueda conocer. Mis seres queridos, mis amigos, la gente en la que creía confiar… Me han dejado sola. Me siento inmersa en la soledad eterna. Creí que era mi mejor decisión y sigo creyéndolo. Mi elección de estar sola fue la mejor, pero al final la soledad se ha hecho dueña de todo mi mundo. Y por eso ahora estoy aquí, escribiendo esto por si todavía queda alguien en la tierra a quien yo, Lady Gadian, le importe. Quizás vos seáis esa persona a la que aún le importo o quizás sólo seáis la persona que se ha encontrado accidentalmente esta carta. Ahora la dejaré aquí y quizás el aire se lleve o quizás siga aquí durante mucho tiempo…”

Lady Gadian dejó de escribir. Dejó a su lado derecho la pluma y dobló el pergamino dos veces. Cogió de nuevo la pluma y escribió en el pergamino “Carta de suicidio de la princesa Lady Gadian”. Dejó el papel y la pluma nuevamente a su lado derecho. Se levantó y se puso de pie al borde del precipicio. Miró al frente. Aquella sería la última vez que vería aquellos hermosos paisajes. Bajó la mirada al vacío y se tiró. Sin pensarlo ni un momento se dejó caer.

La Abogada De Caníbales II

Aistian describía todo lo ocurrido con una frialdad espeluznante. Aquella forma de actuar del inspector Dack le recordaba al primer delincuente al que detuvo como inspector. Ese recuerdo la enfadaba y por ello no dejaría que quedase libre.
-      Entonces, ¿Cintia fue un modo de pago? – preguntó muy serio Dack mientras observaba de reojo como Naoki paseaba por la sala de interrogatorios.
-      Supongo que podría decirse que sí – respondió Aistian todavía con la mirada clavada en la mesa.
-      Dijiste que ella también tomó cocaína… ¿La obligasteis o accedió voluntariamente? –
-      Se la ofrecimos. Al principio no quiso, pero finalmente accedió. –
-      También has dicho que accedió a cumplir vuestros caprichos sexuales. ¿Mantuvisteis relaciones sexuales con ella? – continuó preguntando el policía mientras anotaba en una libreta todo lo que el caníbal le decía.
-      Yo no. Los demás si lo hicieron. Yo sólo observé mientras seguía metiéndome cocaína. –
-      ¿A quién se le ocurrió la idea de comerse a la víctima? –
Aistian alzó la cabeza y calvó sus claros ojos verdes en el inspector Dack. Después miró a Naoki, buscaba nuevamente una mirada de aprobación. Pero ella no le miró.
-      Inspector Dack, ¿cree que es importante de quién fue la idea? Todos hicieron lo mismo a causa de las drogas – dijo la abogada caminando por detrás de la silla del inspector con las manos entrelazadas a la espalda.
-      Señorita, aquí las preguntas las hago yo que para algo soy el policía. Aistian, responda por favor. –
-      Realmente la idea fue de Cintia. Mientras mantenía relaciones sexuales con mis compañeros me pidió que la mordiese. Me dijo que quería saber que se sentía cuando le arrancaban un pedazo de carne – contestó el joven volviendo a bajar la cabeza y clavando una vez más su mirada en la mesa que tenía ante él.
-      Y usted accedió, ¿verdad? –
-      Así es. Le mordí el estómago y le arranqué un pedazo de carne. Ella gimió de placer y me pidió que continuase haciéndolo y yo no me negué. El cacho de carne me gustó y comencé a comer de cada parte de su cuerpo y ella gemía. Pero murió por la pérdida de sangre y porque mis cuatro compañeros habían comenzado a hacer lo mismo al ver que a ella todo aquello le producía placer. Así que fue todo idea de Cintia, pero supongo que a ella no se le puede condenar porque ahora está muerta. –
-      ¿Diría usted que todo fue consecuencia de las drogas? ¿O fue consciente de lo que hizo? –
-      Es posible. No sabría responder a eso con exactitud. –
La forma tan fría de Aistian al responder a aquella pregunta impactó mucho al inspector Dack. Quería condenar a aquel joven para vengarse de todo lo que le había hecho Naoki James, pero sabía que con tanta frialdad no sería un caso fácil.
-      No tengo nada más que preguntar. Fin del interrogatorio. Señorita Naoki, si lo desea tiene diez minutos para estar con su cliente. Después nos lo llevaremos a su celda – Dack se levantó de la silla y abandonó la sala de interrogatorios número tres.
Naoki se sentó sobre la mesa en cuanto el inspector abandonó la sala. Había permanecido todo el interrogatorio de pie para que Dack no descubriese la herida que Aistian había dejado bajo el cuello de su negra camisa. Una vez sentada observó al joven esposado que permanecía cabizbajo.
-      Cariño--- Todo lo que has contado al inspector, ¿es cierto? –
-      Sí Naoki. Todo sucedió así. La idea surgió de ella y sabes que no puedo resistirme a la carne y más si me la ofrecen de ese modo. No pude resistirlo – respondió él a la pregunta mientras alzaba la cabeza para poder ver a los ojos a su abogada.
-      Si todo eso es cierto podemos pedir que se te haga una prueba de la verdad. Un detector de mentiras podría ayudarnos. Aunque seguiría sin liberarte de la cárcel. Porque aunque fuese idea de ella, tú cometiste el delito de canibalismo. –

viernes, 2 de marzo de 2012

La Abogada De Caníbales

Naoki era una abogada de la ciudad de Nueva York. Quizás era una de las mejores abogadas que allí había y era especialmente conocida por haber defendido a los mayores psicópatas de los EE.UU. La joven llevaba casi un año sin casos importantes hasta que la policía hizo un descubrimiento muy macabro.
La policía había logrado llegar hasta una importante banda de narcotraficantes. Había llegado hasta ellos gracias a un chivatazo y se habían presentado en el piso donde vivían los cinco hombres que formaban la banda para detenerlos. Pero cuando entraron en la vivienda tras haber tirado la puerta abajo descubrieron algo peor a lo que imaginaba. Se encontraron con algo impactante y espeluznante hasta para ellos. Tras haber derribado la puerta se encontraron con los cinco varones abalanzados sobre el cuerpo de una mujer sin vida. Los cinco delincuentes tenían las bocas completamente impregnadas en sangre y los policías pudieron observar que al cuerpo le faltaban pedazos de carne. Se estaban comiendo a la joven. Los policías no daban crédito a lo que sus ojos veían, pero para uno de ellos aquella no era la primera vez. Para el inspector Dack no era el primer caso de canibalismo. La autoridad detuvo a aquellos criminales y los trasladaron a la comisaria de Nueva York. Una vez en la comisaria el inspector Dack les dio la opción de llamar a sus abogados. Todos ellos solicitaron abogados de oficio, pero uno de ellos pidió llamar a un abogado en concreto. Aistian solicitó la llamada.
Naoki estaba tranquila en su despacho, revisando los papeles de un caso por atropello y fuga cuando sonó su teléfono móvil. Al cuarto tono la abogada pulsó el botón de descolgar, puso el teléfono en su oreja derecha y dijo:
-      Al habla la abogada Naoki James, ¿en qué puedo ayudarle? –
-      Naoki, soy Aistian. Me han pillado. Te necesito como abogada en comisaria ya. –
-      Sabía que os acabarían cogiendo. Voy para allí. En cinco minutos estoy en comisaría. ¿Alguno más necesita de mis servicios? –
-      No. Los demás han solicitado abogados de oficio. –
-      Está bien. ¿Quién lleva vuestro caso? –
-      Lo lleva el inspector Dack. –
-      Vaya. Volveremos a vernos las caras… Ahora mismo voy para ahí. –
Naoki apartó el teléfono de su oreja y pulsó el botón que pondría fin a aquella llamada. Guardó el teléfono móvil en el bolsillo izquierdo de su chaqueta color violeta. Cogió el maletín negro que había sobre su escritorio y se dispuso a abandonar el despacho. Bebía llegar a la comisaría lo antes posible.
La puerta de la sala número tres de interrogatorios se abrió. El inspector Dack y el caníbal Aistian observaban con atención esperando a ver quien aparecía tras la puerta. Y allí apareció una joven asiática con la tez pálida, el pelo rojo como el fuego, los ojos color miel, alta y esbelta vestida con un traje de chaqueta y pantalón de color violeta y una camisa negra. En su mano derecha llevaba un maletín que iba a juego con el color de su camisa. La joven llevaba el pelo recogido en un moño lo cual hacía que su cara luciese más bajo la baja luz de la sala de interrogatorios número tres.
-      Hola Naoki. Volvemos a vernos las caras y nuevamente en un extraño caso de canibalismo – dijo el inspector de policía con un tono de voz muy desafiante.
-      Dack, esto no es nuevo para mí. He defendido a muchos caníbales y todos ellos han quedado en libertad. Sabes que soy buena en esto. –
-      Esta vez no voy a permitir que pase lo mismo que hace cinco años. Hagas lo que hagas no lograrás que este quede libre – respondió el hombre de avanzada edad mientras abandonaba la sala y dejaba sola a Naoki con el delincuente que había solicitado sus servicios.
La abogada, tras escuchar el golpear que indicaba que la puerta se había cerrado, se aproximó al delincuente que se encontraba sentado y esposado. Aistian era un joven extremadamente bello. Era muy alto, delagado pero fuerte a la vez, tenía los ojos de un verde claro que dejaban asombrado a todo el que le miraba, su pelo largo moreno y ondulado se deslizaba por sus hombros y su piel era de un tono blanco cadavérico que le hacía todavía más bello. Naoki se sentó ante él, sobre la mesa y lo observó. Aistian alzó la cabeza para poder mirarla a los ojos y en ese momento ella comenzó a hablar.
-      Cariño, te pedí que tuvieses más cuidado y no me has hecho caso.  Esto es grave. No será fácil defender a un narcotraficante caníbal con antecedentes penales en casi todos los estados que forman los EE.UU. –
-      Lo siento Naoki. No pude resistirme a esa carne tan bella y fresca. –
-      ¿No te llega con lo que te llevo yo a casa? Me cuesta mucho conseguirlo en el depósito de cadáveres. –
-      No. Quería recordar cómo era el comer de un cuerpo y no los pedazos que tú me das. –
-      Aistian, pude salvarte de esto una vez en Texas. Pero después de aquello será muy complicado que te libres de ir a la cárcel. –
-      ¿No hay ningún modo de evitarlo? –
-      Podría alegar que fue todo consecuencia de las drogas mezclado con un problema mental. Pero tras lo de Texas eso no servirá de ante de un jurado. Como mucho reduciría tu condena, pero no te libraría de la cárcel. –
Naoki miró a Aistian el cualla miraba con los ojos envueltos en lágrimas y con cara de ser un buen chico. Pero ella sabía que no era así. Conocía su problema y debía pensar algo para poder solucionar todo aquello. Alzó la mirada, volvió a bajarla y besó al delincuente en la boca.
-      Naoki… ¿Podrás ayudarme? ¿Podrás hacer lo mismo que hiciste en Texas? –
-      Haré todo lo posible. Pero Dack no me lo pondrá fácil. Él hará todo cuanto esté en sus manos para acusarte de lo que sea necesario. –
-      ¿Qué ha pasado entre el inspector Dack y tú? –
-      Verás. Como ya sabes este no es mi primer caso de canibalismo y el tuyo de hace tres años en Texas tampoco lo fue. Mi primer caso de canibalismo fue hace cinco años, aquí, en Nueva York. Defendí a un tipo llamado Jeve Najh. Era un hombre muy extraño. Tenía la pinta de un buen hombre y como tal se comportaba. Pero en la intimidad le gustaba disfrutar de la carne humana. Un día a Jevea todo se le fue de las manos y perdió el control. La policía de Nueva York lo cogieron comiéndose a una hermosa mujer en la calle, a plena luz del día. Aquel fue el primer caso como inspector de un hombre llamado Dack, el cuál descubrió que la mujer a la que Jevea se estaba comiendo era su mujer. Jevea Najh me solicitó como abogada y alegando un desequilibrio mental logré que el jurado lo dejase libre. Algo que el inspector Dack no me perdonará jamás. –
-      Este caso está perdido – dijo Aistian en un tono de voz triste, decepcionado y bajo.
-      Cariño, voy a hacer todo lo posible para ganar este caso. –
Naoki volvió a besar a aquel delincuente. Se fundieron en un profundo beso. La abogada comenzó a acariciar el cuerpo de Aistian. Tras el beso la joven se levantó de la mesa y se sentó en el regazo del caníbal. Volvieron a besarse y Naoki le susurró al oído.
-      Aunque estés esposado es posible que tengamos sexo aquí. ¿Te gustaría? –
Aistian asintió con un suave movimiento de cabeza al que Naoki respondió con un fogoso beso. Después se levantó del regazo del joven y se quitó los pantalones. A continuación se agachó y bajó los pantalones y la ropa interior de Aistian. El delincuente estaba esposado por lo que no podía hacer nada, pero se dejó hacer. Naoki se colocó encima de él e introdujo el pene de éste dentro de su vagina mientras apartaba su tanga negro con la mano que le quedaba libre. Y así los dos comenzaron a hacer el amor en la sala de interrogatorios número tres sin preocuparse de que pudiese pillarlos. Cuando ya llevaban veinte minutos haciendo el amor, Naoki acercó su boca a la oreja izquierda del caníbal y le susurró:
-      Acerca tu boa a mi cuello y muérdeme. Come un pedazo de mi carne que sé que es la que más te gusta. –
Aistian no lo dudó ni un segundo. Aproximó si boca al cuello de Naoki y mordió allí donde el cuello negro de la camisa de la joven taparía la herida. Mordió con fuerza y cuando apartó la boca tenía un pequeño fragmento de carne en ella. Se lo comió mientras Naoki continuaba haciéndole el amor en aquella silla.
Dack abrió la puerta sin llamar antes y se encontró a Naoki de pie ante su cliente. Aistian tenía la cabeza baja y la mirada clavada en la mesa que tenía ante él. La abogada se giró para observar como el inspector entraba en la sala y se sentaba en una silla que había al otro lado de la mesa, frente a Aistian.
-      Señorita Naoki, voy a comenzar el interrogatorio. ¿No quiere usted sentarse? – dijo Dack señalando con la mano una silla vacía situada al lado izquierdo del delincuente.
-      ¿Ahora me tratas de usted? No quiero sentarme. Demos comienzo al interrogatorio, por favor. –
-      Está bien. Aistian, todos tus compañeros te han señalado como el cabecilla de la banda y han dicho que lo sucedido ha sido idea suya. ¿Puede contarme su versión de los hechos? –
Aistian miró a Naoki buscando una mirada de aprobación que le indicase que podía contestar a la pregunta que el inspector Dack le acababa de realizar. La abogada aprobó la pregunta con una mirada que el caníbal supo interpretar.
-      Todo empezó esta mañana cuando los cinco nos metimos nuestra dosis habitual de cocaína antes de salir a venderla – comenzó a narrar Aistian sin apartar la vista de la mesa que tenía ante él – Después salimos al encuentro de uno de nuestros mayores compradores. El cuál nos dio el dinero acordado y a una chica llamada Cintia. Ella estaba muy asustada, pero aún así nos la llevamos a casa con nosotros. Una vez en casa nos volvimos a meter cocaína y le dimos también a nuestra invitada. Luego ella accedió a cumplir cualquiera de nuestros caprichos sexuales y al final decidimos comérnosla para averiguar su sabor. –