domingo, 27 de febrero de 2011

No Soy Humano

“Veo mi alma reflejada en cada espejo, en cada cristal y trato de averiguar por qué no tiene luz y es todo oscuridad. Observo el reflejo durante horas y es entonces cuando me doy cuenta. No veo oscuridad, en realidad, lo que veo, es que no tengo alma. Nada se refleja en el espejo y por eso lo veo oscuro. No tengo alma. No soy humano, pero tampoco sé lo que soy. ¿Por qué vienen ahora estas dudas a mí? ¿Por qué no me había dado cuenta antes de que no tengo alma? Sigo mirando mi reflejo en el espejo y continúo sin comprender nada. Hay demasiada oscuridad para mí. Necesito continuar observando durante horas, hasta que todo esto tenga una explicación. Si es que todo esto tiene algún tipo de explicación. Tal vez la única que haya es que no soy quien creía ser. Siempre pensé que era humano, uno más entre todos los habitantes normales de este lugar. Pero tal vez no sea así. Empiezo a pensar que no soy de aquí. No tengo alma y eso no es algo normal en los humanos. ¿Qué soy pues? Si no tengo alma no soy humano, pero hay muchos seres sin alma vagando sin que nos demos cuenta por este mundo. ¿Cuál de ellos soy? ¿Qué soy? ¿Cómo puedo averiguar quién soy? Sólo una cosa tengo clara... debo mantener esto en secreto, pues nadie me creerá si se lo cuento. Nadie sabrá comprender que me he dado cuenta de que no soy humano. Es normal, ni yo mismo comprendo nada de esto. No entiendo lo que está pasando y no sé de qué modo lograré comprenderlo....”

Axl llevaba tanto tiempo inmerso en sus pensamientos y en su propio reflejo que no se dio cuenta de que alguien le observaba desde la puerta del baño. Una mujer estaba apoyada en la puerta, observándole, pero él parecía no darse cuenta. Axl continuaba pensando en qué clase de ser podía ser, ya que se había dado cuenta por primera vez de que no tenía alma. Seguía mirándose en el espejo cuando vio aparecer en él una figura femenina. Era una chica rubia, muy delgada, sus ojos eran azules y su cara era tan pálida que simulaba estar muerta. La mujer que le había estado observando sin que él se diese cuenta, estaba ahora en el espejo, junto a su reflejo. Axl se giró rápidamente. Pero no vio nada en aquel pequeño cuarto de baño, sólo estaba él. Se giró de nuevo y miró el espejo. En el reflejo, sólo estaba él. Ya no había rastro de aquella misteriosa mujer. De pronto, un niño entró en el baño. Tenía aproximadamente unos cinco años de edad. Era un niño de pelo moreno y corto, vestía con un pijama de color rojo, sus ojos eran de un marrón tan oscuro que apenas se distinguía la pupila del iris y su piel era morena. El pequeño se acercó al lavabo, cogió una pequeña silla que había cerca y la colocó ante él. Se subió y se lavó las manos.
Axl estaba atónito. Estaba observando todo lo que el niño hacía y él ni se había dado cuenta de su presencia. El pequeño estaba ante el lavabo, ante aquel espejo en el que él se había estado mirando, situados en el mismo lugar y no lo sentía. Axl observó al niño con detenimiento. Le recordaba a él cuando era pequeño. Los ojos, el pelo, el color de la piel... todo era igual que él pero en un niño. Axl se acercó más al pequeño cuando en el baño entró una figura femenina.

- Axl, ¿ya has acabado de lavarte las mano? -
- Sí, mamá. -

El pequeño contestó y se fue de aquel cuarto con aquella joven, la cual era su madre.
Axl se quedó totalmente paralizado. Aquella joven era su novia Aral y aquel niño... se llamaba igual que él.

El joven muchacho salió del cuarto de baño y recorrió un largo y estrecho pasillo que conducía hasta el salón. Conocía bien aquella casa, pues llevaba viviendo allí 8 años. En el salón, estaban Aral y el pequeño Axl. Era por la mañana temprano y ambos estaban desayunando todavía en pijama, ya que era sábado y no tenían que salir de casa. Axl se acercó a ellos y se sentó en el sofá de color marrón junto a su novia Aral. La muchacha no hizo ningún gesto que indicase que había percibido la presencia de alguien a su lado. Axl se quedó sorprendido al no ver reacción alguna en ella. Aproximó su mano al hombro femenino para llamar la atención de la joven.

Entonces, pasó. La mano de Axl no se apoyó en el hombro de Aral. La mano atravesó el hombro. No entendía nada. Su mano acababa de atravesar a su novia y ella no lo había notado. El joven se acercó un poco más y se sentó entre el pequeño Axl y Aral. Observó al niño, ya que este parecía haber notado su presencia.

Aral estaba sorprendida, su pequeño estaba levitando en el sofá. Estaba muy asustada. No comprendía nada y temía que su hijo estuviese en peligro. El pequeño Axl estaba siendo movido por el aire en todas direcciones, parecía como si alguien le sostuviese en brazos y le estuviese paseando por aquel pequeño salón. Entonces... Aral se quedó quieta y pensó. A continuación, habló:

- Axl, ¿eres tú? ¿Tú mueves al niño? –

El pequeño quedó suspendido en el aire, completamente quieto ante una chimenea situada en la mitad de la habitación.

Axl no lo podía creer. Aral se había dado cuenta de que estaba allí y él podía tener al pequeño en brazos. No daba crédito a lo que estaba sucediendo.

- Aral... ¿puedes verme? Soy yo. Axl, tu novio. –
- Axl, ¿de verdad eres tú? Creí que era una locura el simple hecho de imaginar que eras tú quien está moviendo a nuestro hijo –
- ¿No me ves? El pequeño si parece verme. Esto es increíble. ¡Espera! ¿Nuestro hijo? Aral, no comprendo nada. ¿Qué ha pasado? –





Escrito por: Paloma García y Alexis Sprasky
Vigo (Pontevedra)

No hay comentarios:

Publicar un comentario