martes, 20 de diciembre de 2011

La Navidad De Zaida Mich

Zaida regresaba a casa del colegio. Mientras caminaba observaba con el rostro triste todas las decoraciones navideñas que había por el barrio rico. Zaida caminaba y caminaba. Hasta que de pronto se detuvo ante el escaparate de una tienda de ropa. Observó impresionada un vestido de color rojo que creía que le encantaría a su madre. Zaida miró la etiqueta donde ponía el precio, era demasiado caro. La joven de quince años continuó caminando mientras pensaba. Ya era 22 de diciembre y la Navidad estaba muy cerca. Comenzó a adentrarse en su calle y entonces se le ocurrió una idea. Si trabajaba duro podría comprarle aquel vestido a su madre.
Zaida abrió la puerta de casa y allí estaba ella. En el sofá, completamente desnuda, drogada y cabalgando sobre uno de sus muchos clientes. La pequeña fingió no haberlo visto y caminó sin mirar atrás hasta su habitación. Cerró la puerta. Dejó la mochila sobre la cama. A continuación se desnudó. Abrió el armario y de él sacó la ropa más provocativa que tenía. Se vistió y se maquilló con llamativos colores.
Zaida abrió la puerta de su habitación. La quinceañera llevaba puesto un sujetador negro con encaje rojo que tapaba sus pequeños senos, un tanga rojo, unas medias de rejilla hasta el muslo, unos zapatos de alto tacón rojo y colgando del hombro izquierdo llevaba un pequeño bolso negro redondo. Zaida caminó hasta el salón donde aún se encontraba el cliente de su madre. El hombre estaba completamente desnudo tumbado en el sofá y observaba a la niña. Ella dio cuatro pasos dejando que el hombre viese bien su cuerpo y también sus dulces labios color rojo pasión. Zaida se detuvo ante el sofá y observó que el pene de aquel  hombre estaba completamente erecto. El cliente de su madre se dio cuenta de lo que miraba y le dijo:
-      ¿Quieres probarlo? A tu madre le encanta chuparlo, pero más aún tenerlo dentro. ¿Cuánto quieres a cambio de chupármela? –
-      Sabes que soy menor, ¿verdad? La juventud sale cara… - Contestó la pequeña prostituta mientras dejaba el bolso en el suelo y se arrodillaba acercándose extremadamente al pene del hombre.
-      Te doy 300 euros por una mamada y unas horas de folleteo. ¿Te parece suficiente? – dijo el hombre.
Zaida no respondió. Lo único que hizo fue abrir la boca, colocar con las manos el pene del cliente en ella y comenzó a dejar que sus labios tojo pasión se deslizasen por él. El hombre disfrutaba de tanto placer, tanto que en pocos minutos llenó de semen la boca de la menor. Después de ver que ella se había tragado todo el líquido le dijo:
-      Eres más puta que tu madre. ¿Cuántos años tienes? –
-      Tengo 15 años. ¿Ahora quieres follar? – contestó Zaida levantándose del suelo.
-      Me pone mucho follarme a una niña. Túmbate en el sofá y abre las piernas. Voy a enseñarte todo lo que le gusta a tu madre – dijo él levantándose del sofá.
Zaida obedeció. Se tumbó en el sofá y abrió las piernas. A continuación vio como las manos de aquel hombre de unos 45 años de edad se acercaban a su vagina. Con una mano apartó el tanga que la niña llevaba y luego introdujo dos dedos de la otra mano dentro de la vagina. Zaida sabía que si complacía todas las fantasías de aquel hombre ganaría el dinero suficiente para comprarle aquel vestido a su madre. Por todo eso fingió que le gustaba lo que le estaba haciendo. Zaida comenzó a gemir y a pedirle más a aquel hombre. El cuál parecía encantado con el comportamiento de la quinceañera. El cliente sacó los dedos de dentro de la vagina. Los observó y luego dijo:
-      Están empapados. Eres tan puta que te encanta follar conmigo. Como veo que te gusta te voy a dar unas cuantas órdenes. La primera desnúdate pero no te quites las medias. –
La muchacha hizo todo cuánto se le dijo durante horas. Después de tanto esfuerzo recibió más dinero del que había tratado. El cliente le dio 1000 euros en lugar de 300 cómo habían hablado. El hombre le dio el dinero y abandonó la casa. Zaida se fue a su habitación feliz con aquel dinero.

Al día siguiente la joven ya había empezado las vacaciones, pero aún así se levantó temprano. Eran las nueve de la mañana y ella ya se había duchado, cambiado y desayunado. Ahora abandonaba la casa con los 1000 euros escondidos en el sujetador. Descendió por las escaleras hasta llegar al portal, dónde se encontró con el dueño del piso en el que ella y su madre vivían. El hombre tenía unos 50 años de edad y era un conocido mafioso del barrio. Él la miró y le dijo:
-      Buenos días Zaida, ¿sabes si está tu madre en casa? Me tiene que dar el alquiler. –
-      Mi madre todavía está durmiendo, pero me ha dado a mí el dinero – Zaida sacó un fajo de billetes del lado derecho de su sujetador y se lo ofreció al mafioso, mientras continuaba – Aquí tienes. Hay 700 euros. Creo que eso salda nuestras deudas. –
-      Perfecto. Estamos en paz, pequeña – asintió el hombre.
Zaida asintió con la cabeza y salió por el portal con una gran sonrisa en la boca. Caminó felizmente hasta la tienda dónde el día anterior había visto aquel hermoso vestido. Entró en la tienda y se dirigió al mostrador. La empleada que había tras él la observaba extrañada. Estaba claro que Zaida no era bienvenida allí a pesar de que iba vestida con la mejor ropa que tenía. Después de un largo silencio, la empleada habló:
-      Hola pequeña. ¿En qué puedo ayudarte? –
-      Me gustaría llevarme el vestido rojo que tienen en el escaparate – dijo Zaida sonriente colocando el dinero sobre el mostrador.

Los días pasaron y ya era Noche Buena. Zaida había pasado todo el día decorando la casa de forma navideña y también cocinando. La joven había preparado una cena para su madre, la cual ese día no trabajaba.
Su madre entró en la casa y no pudo evitar emocionarse al ver todo lo que Zaida le había preparado.
-      Feliz Noche Buena, mamá. He hecho la cena y… ¡mira! Este año hay un regalo bajo el árbol. – dijo Zaida completamente entusiasmada.
-      Hija, no tenías porqué hacer toso esto. Aunque… este año habrá dos regalos bajo el árbol – dijo la madre de Zaida mientras sacaba un paquete de una bolsa que llevaba en la mano y lo colocó bajo el árbol. Así dio comienzo una hermosa cena navideña en casa de la joven Zaida Mich. Ella era feliz con pequeños momentos cómo aquel y estaba dispuesta a hacer todo lo posible para tener momentos así más a menudo.

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