lunes, 30 de enero de 2012

Escuela De Monjas: El Castigo

-      Prepárate Aira, el castigo va a comenzar… -
Resurrección se quitó el top que todavía llevaba puesto ante la atenta mirada de la alumna desnuda. La monja se aproximó a Aira y le abrió las piernas. Se arrodilló en el suelo, acercó la cabeza a entre las piernas de la adolescente y comenzó a lamerle la vagina.
Aira tenía un inmenso calor interno recorriendo todo su cuerpo. La joven gozaba de lo que su profesora le estaba enseñando. Entonces, comprendió que disfrutaría más de la situación si se involucraba en ella.
-      Maestra, creo que merezco ser castigada. Pero si quiere puedo enseñarle lo que me pedía – dijo Aira.
Resurrección elevó la cabeza y miró a los ojos verdes de aquella muchacha. Se levantó del suelo, se colocó tras la silla dónde Aira permanecía sentada, se agachó un poco poniendo su culo en pompa y le susurró al oído.
-      Tu comportamiento merece castigo, pero también debes ponerte al día con las clases. Así que tienes que demostrarme tu conocimiento sobre el aparato reproductor femenino. –
Aira se levantó de la silla y se colocó tras la maestra. Observó maravillada el pompis de Resurrección. Aunque lo que más le gustó fue la imagen de los dos agujeros. El ano y la vagina de aquella mujer católica la estaban incitando. Aira se aproximó más, se arrodilló en el suelo y comenzó a lamer aquellas nalgas. La profesora empezó a mover el culo en círculos. Eso excitó más a Aira, la cual deslizó su lengua de la nalga izquierda hasta el ano de la católica. Mientras lamía aquel agujero alzó su mano derecha hasta la religiosa vagina e introdujo en ella uno de sus dedos. Así la adolescente masturbaba a Resu y le lamía el ano.
-      Umm… Aira, entiendes mucho de esto… Pero creo que tengo que darte unas clases. –
Al escuchar eso Aira dejó de hacer lo que estaba haciendo. Resu se puso de pie. Observó a la alumna aún arrodillada en el suelo.
-      Sígueme, pero no te levantes. Sígueme a gatas – dijo la monja mientras caminaba hasta la mesa.
La profesora se sentó en la mesa y comenzó a masturbarse. Aira alcanzó el lugar y se quedó allí a cuatro patas, mirando. Miró como aquella católica metía y sacaba cuatro dedos de la mano izquierda en su vagina.
-      ¿Ves cómo lo hago? –
Aira asintió con la cabeza sin apartar la mirada.
-      Ahora me voy a tumbar en la mesa y tu castigo es complacerme. –
La alumna se levantó del suelo mientras su maestra se tumbaba sobre la mesa.
-      Muy bien. Ahora ponte de rodillas entre mis piernas e introduce cuatro dedos en mi tan hambrienta vagina – ordenó Resurrección.
Aira hizo lo que se le dijo. Metió cuatro dedos de su mano derecha y comenzó a masturbar a su maestra.
Estuvo así durante unos cinco minutos. En ese momento Resurrección agarró la cabeza de Aira por la nuca hasta que la boca de la chica tocó su clítoris.
-      Lame. Pero no pares de masturbarme – ordenó la monja.
Aira obedeció sin queja, ya que aquello le estaba excitando profundamente. Era su primera experiencia lésbica y le estaba provocando unas sensaciones que nunca antes había sentido. Aquello duró dos intensas horas. Tiempo en el que alumna y maestra se dieron placer hasta llegar cada una al orgasmo.
-      Bueno Aira. Este ha sido tu castigo. Pero creo que vamos a tener que seguir poniéndote al día en la asignatura. Ahora ve a tu habitación. Mañana seguiremos con las clases – dijo Resurrección mientras observaba como la alumna acababa de vestirse.
La adolescente asintió con un suave movimiento de cabeza y se dispuso a abandonar aquel despacho.
-      ¡Aira! Te voy a dar un consejo. Cuando llegues a tu habitación dile a tu compañera Úrsula que tiene unas tetas muy bonitas. Es la mejor forma de empezar bien la convivencia. –
Tras escuchar el consejo de la maestra católica, Aira abandonó el despacho. Comenzó a caminar por el pasillo y a buscar su habitación.

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