Galera tenía una
entrevista de trabajo en una prestigiosa empresa de moda. La joven estaba de
pie ante el espejo de su dormitorio. Observaba con atención su imagen para
comprobar que iba bien vestida. Tras cinco minutos retocando su imagen,
abandonó por fin la casa y se puso en camino a su destino.
Galera acudió a la empresa
en taxi, lo que llevó aproximadamente veinte minutos. El vehículo se detuvo
ante un alto edificio de color azul que parecía muy lujoso visto desde fuera.
Caminó por la calle, ante las atentas miradas de los peatones, hasta la puerta
del edificio. Abrió la puerta de cristal y entró en el edificio. Una vez dentro
se dirigió a un mostrador donde pregunto por el jefe de la empresa, un chico
llamado Yemen. Le dijeron que su despacho se encontraba en la décima planta. Galera
fue hasta el ascensor, entró en él y pulsó el botón del número diez. En el
ascensor se volvió a mirar en el espejo donde vio a una exuberante chica de
veinticinco años, delgada, alta, con una talla noventa de pecho, unas estrechas
caderas, un estilizado trasero, con el pelo de color rojo ondulado que se
dejaba caer por sus hombros, con la piel pálida y los ojos azules. Siguió
observándose. Llevaba unos zapatos negros con un tacón alto y fino y un vestido
negro ceñido con un amplio escote y muy corto. El ascensor se abrió y Galera
salió de él con paso firme. Caminó de frente y llamó la puerta que se encontró.
- ¡Adelante!
– Se oyó decir y la muchacha abrió la puerta.
- ¡Hola!
Venía por la entrevista. Soy Galera. –
- ¡Pasa!
¡Pasa! –
Galera entró en el
despacho y cerró la puerta. Caminó hasta quedarse de pie ante la mesa. Observó
al hombre que se encontraba tras ella. Era un hombre de unos cuarenta años de
edad, con la tez morena, el pelo corto y negro aunque algo canoso. Sus ojos
eran de un verde oscuro. Era alto, delgado y fibroso. A Galera le impactó su
imagen.
- Siéntate.
Ponte cómoda – indicó el hombre con un gesto con la mano.
Ella hizo lo que se le
dijo y se sentó.
- Bueno,
mi nombre es Yemen y soy el jefe de todo esto. Venías por el puesto de diseñadora, ¿verdad? –
- Así
es. –
- ¿Y
qué estás dispuesta a ofrecer a la empresa? – preguntó Yemen mientras se levantaba
de su silla y caminaba hasta sentarse en la mesa delante de Galera.
- Pues
creo que puedo ofrecer diseños modernos y más frescos. Con un toque de
elegancia y sensualidad muy característico de la mujer – contestó la diseñadora
mientras se daba cuenta de que Yemen no dejaba de mirarle el escote.
Yemen no respondió. No
dijo nada. Tan sólo observó a Galera. Al cabo de unos minutos comenzó a
desabrocharse la camisa poco a poco. Se la quitó y dejó a Galera totalmente
sorprendida con el buen físico que tenía. El empresario se levantó de la mesa y
se colocó de pie muy cerca de la joven.
- ¿Y
para los chicos qué puedes diseñar? Por ejemplo… ¿Qué ropa elegirías para mí?
–preguntó Yemen.
- Creo
que una camiseta muy ajustada con un traje de color gris oscuro. Sería perfecto
para resaltar todos esos músculos – respondió Galera mientras alzaba los brazos
para acariciar el torso desnudo del que podría ser su jefe. –
Yemen se dejó tocar y en
cuanto tuvo la oportunidad cogió una de las manos de la chica y la bajó hasta
la cremallera de su pantalón. Galera bajó la cremallera, desabrochó el botón y
le bajó los pantalones. Él se apartó un poco, se quitó los zapatos y se quitó
la prenda. Se aproximó de nuevo a ella y comenzó a acariciarle los pechos. Tras
unos minutos tocándole aquellos preciosos senos, Yemen bajó su mano derecha
suavemente hasta llegar a entre las piernas de Galera. Deslizó la mano bajo el
vestido y con un delicado movimiento de dedos apartó la ropa interior de la
joven. Comenzó a masturbarla. Ante eso ella sólo pudo echarse hacia atrás en la
silla y disfrutar mientras su mano izquierda acariciaba el pene del hombre por
dentro de sus calzoncillos.
Yemen dejó de tocar el
sexo de Galera. Se apartó un poco y bajo la confusa mirada de la diseñadora se
quitó la ropa interior. Ella al ver lo que él hacía se quitó el tanga que
llevaba puesto, se sacó el vestido y también el sujetador. Galera se quedó en
la silla tan sólo con sus zapatos de tacón puestos. Él volvió a acercarse a la
silla. Se agachó ante ella. Separó las piernas de la muchacha y acercó su boca
hasta aquella depilada y blanquecina vagina. Gimió. Esa fue la reacción de
Galera que estaba disfrutando por completo. Tenía la cabeza echada hacia atrás
y se tocaba con fuerza los pechos mientras gemía al sentir lo que Yemen le
estaba haciendo.
El hombre se levantó del
suelo con la boca impregnada en el líquido salido del sexo de aquella hermosa
pelirroja. Ella lo observó con cara de querer más placer. Yemen la cogió en
brazos y la colocó sobre la mesa de su despacho. Le abrió las piernas e
introdujo su pena en la vagina de Galera. Poco a poco fue penetrando a la joven
y ésta gemía de placer.
Fuera del despacho se
escuchaban gritos. Los cuales llamaron la atención de Selena, la secretaria de
Yemen. Selena abrió la puerta del despacho y vio a su jefe desnudo penetrando
salvajemente a una bella joven de pelo rojo. Entró sigilosamente en el despacho
y cerró la puerta. Se apoyó en la pared y observó la escena.
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