lunes, 7 de mayo de 2012

Historia Inventada Real


Cristina estaba en casa preparando la celebración de su cumpleaños con dos de sus mejores amigos, Yeray y Ángela. La joven cumplía dieciséis años y estaba preparando una merienda para los seis amigos que todavía estaban por llegar. 

Dieron las cinco en punto en el reloj cuando el timbre de la entrada del porche sonó. Ángela se dirigió a la puerta mientras Cristina y Yeray acababan de colocar todo en la mesa que había situada en el patio de la casa. Ángela le abrió y los dos fueron a la parte trasera. Cuando llegaron a junto de sus dos amigos, Alejandro habló. 

-      ¡Chicos! Tengo una idea brillante para esta tarde. Pero necesito vuestra complicidad y la del resto de invitados. –
-      Vale. Pero cuéntanos de que se trata y déjate de tanto misterio – dijo Yeray ansioso por saber que era lo que trataba su amigo.
-      Veréis… Cris, invitaste a Sheila, ¿verdad? –
-      Sí. Llegará sobre las cinco y media. Pero… ¿Qué tiene eso que ver? – respondió la cumpleañera.
-      Mucho. Pensé en gastarle una pequeña broma. Sheila es bastante miedosa, todos lo sabemos. Pues pensé en que cuando empiece a oscurecer, alguno proponga contar historias de terror. Es algo muy típico. Entonces yo contaré una historia y los demás tendréis que ser cómplices de ella- He traído un bote de sangre falsa… - contó Alejandro.
-      ¿Quieres que alguno de nosotros finja que le ha pasado algo con la sangre falsa? – preguntó Yeray.
-      Exacto. Pero para eso necesito a dos cómplices vitales. Ángela, tú guardarás el bote de sangre falsa, Sheila nunca desconfiaría de ti. Y mi otro cómplice será Víctor. Es un gran actor y Sheila se creerá todo lo que él le diga. –
-      Me gusta mucho la idea. Vamos a prepararlo todo mientras llegan los demás – dijo Ángela.


Poco a poco los demás invitados fueron llegando. Víctor fue el siguiente en llegar después de Alejandro y sus amigos le contaron todo el plan y le informaron de cuál sería su papel en la historia. Más tarde llegó Iván al cual también le contaron todo lo que pasaría esa misma noche. Y por último, llegaron Soledad y la víctima, Sheila. 

La merienda transcurrió sin conflictos. Eran nueve adolescentes disfrutando de la compañía y riéndose mucho. Pero el momento planeado se estaba acercando. La noche empezaba a aparecer. Ya eran las siete de la tarde y como era el mes de febrero oscurecía pronto. Soledad, que había sido la última cómplice en llegar, fue informada de lo planeado en un momento en el que Sheila había ido al baño y ella fue la que dio comienzo a todo.

-      ¡Hey! ¿Qué os parece si contamos historias de miedo? – comentó Soledad.
-      ¡Me parece muy buena idea! – dijo Iván.
-      Si o parece bien… A mí hay una historia que me gustaría contar – contestó Alejandro mientras se levantaba de la silla en la que estaba sentado.

Los ochos amigos que permanecieron sentados dieron el visto bueno a que Alejandro fuese el que contase la primer historia. Él caminó hasta la pared de la casa que había situada ante la mesa y comenzó a narrar su historia.

-      La historia que os quiero contar es una historia que trata sobre un viejo inquilino de esta misma casa. Esta historia nos la contaba mi abuela a Cris y a mí cuando éramos pequeños y cuando Cris todavía no vivía aquí. Esto que os voy a contar ocurrió hace unos veinte años. La historia empieza cuando un hombre se mudó aquí con su hija pequeña de ocho años. Al principio parecían una familia normal, pero con el tiempo se demostró que no era así. La mujer del inquilino había muerto y eso había hecho que el hombre perdiese por completo la cabeza. Decía que oía a su mujer hablar y decía que ella no quería a su hija. Un día… El hombre… Guiado por la que él decía, era la voz de su mujer, cogió un cuchillo de la cocina y asesinó a su propia hija mientras dormía. La supuesta voz le dijo que debía emparedarla y él así lo hizo. No se sabe como… Pero consiguió abrir un agujero en esta pared de piedra y en él puso el cuerpo de la niña. Tapó el agujero y durante semanas fingió que su hija estaba enferma para excusar el por qué sus vecinos llevaban tiempo sin verla. Pero los vecinos desconfiaron y lo denunciaron a la policía. Tras numerosos interrogatorios al hombre, dijo lo que había pasado. Contó que su mujer le había ordenado hacerlo y que lo hizo porque se lo ordenaba la mujer que amaba. Les dijo que la había emparedado en la pared trasera de la casa y que había hecho tres marcas en la piedra situada al lado de donde había hecho el agujero. La policía fue a la casa y en la pared trasera encontraron las tres marcas y abrieron un agujero. Pero… Allí no había nada. El cuerpo de la niña no estaba allí. Nunca se supo qué fue lo que realmente pasó y lo que pasó con el cuerpo de la niña. Pero desde entonces… Dicen que el espíritu de la niña se manifiesta cuando alguien toca las marcas en la pared. Porque las marcas siguen en la piedra. Justo aquí – el muchacho señaló una de las piedras indicando dónde se encontraban las marcas que él creía haberse inventado. Pero en el momento en el que apartó la mirada de sus amigos y vio la piedra, pudo observar que era cierto. Las marcas de su historia estaban allí.

Yeray se levantó de la mesa y fue a junto de su amigo. Los dos observaron atónitos las tres marcas en la piedra.

-      Te juro que nunca las había visto… Me lo estaba inventando todo sobre la marcha… - dijo Alejandro completamente asustado.

2 comentarios:

  1. Que pena que no siga, pensaba que en realidad Sheila había preparado todo para jugársela a Alejandro y acojonarlo. Es muy típico de las tías, que Alejandro intentase soprender a Sheila y luego todas ellas traman algo par ajoder al pobre chaval jajaja

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  2. La historia tendrá continuación, lo que pasa es que todavía no la escribí

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