viernes, 21 de enero de 2011

El Sello

Allí me encontraba yo. En medio de aquella lujosa fiesta, vestido con unos pantalones y chaleco de color negro con mi revuelto pelo ondulado del mismo color dejándose caer sobre mis hombros de tez morena. En ese momento la vi aparecer. Una hermosa dama vestida con un largo vestido palabra de honor azul oscuro que dejaba al descubierto la pálida piel de la joven, su largura apenas permitía ver los hermosos zapatos del mismo color que su vestido. Sobre su frágil cuello lucía una gargantilla hecha con piedras lapislázuli. Entre su negro pelo cortado a la altura de la barbilla con pequeños destellos azul marino se podían ver unos largos pendientes hechos también con lapislázuli.
Allí se encontraba, frente a mí, con la mirada perdida  cuando todos comenzaron a bailar. Sin dudarlo me aproximé a ella.
-          Madame, ¿me concede este baile? – dijo Jakov alzando una mano.
La joven lo observó y agarró su mano, de ese modo comenzaron a bailar.
-          Mi nombre es Jakov, madame. Espero no haberla ofendido con mi petición, pero no podía permitir que una dama tan hermosa como vos se quedase sin acompañante. –
-          ¡Calle, calle! Me halaga, pero va a lograr sonrojarme, caballero. Mi nombre es Yamiley.–
-          Miss Yamiley, si no es mucha intrusión en su intimidad… ¿qué hace una dama como vos sola en una fiesta como esta? –
-          Me agrada tanta amabilidad por su parte, Ser Jakov. He venido buscando algo. –
-          Si me dice lo que es, quizá pueda ayudarla a encontrarlo. Me he criado en este palacio.–
-          Ser Jakov, ¿sois vos el anfitrión de este lujoso baile? –
-          No. El anfitrión está bailando con su esposa. Soy el hijo de uno de los sirvientes y vivo junto a mi padre aquí en una de las habitaciones que mi señor proporciona al servicio.-
-          Ser Jakov, si no le importa… ¿podemos continuar esta conversación en un lugar más íntimo? –
-          Por supuesto, madame. Vayamos a mis aposentos. –
Jakov guió a Yamiley hasta su  cuarto, situado en la torre norte del palacio. La puerta era de madera algo descolorida por los años y la atravesaban largas bandas de hierro. La cerradura era grande  y estaba oxidada. El muchacho abrió la puerta e invitó a Yamiley a que pasase. La joven entró y observó el cuarto. Era simple. Ante la puerta se encontraba una vieja cama con finas sábanas. A la derecha una ventana redonda que estaba oculta por oxidados barrotes de hierro. Al lado izquierdo un armario, un escritorio y una silla echas de madera ya podrida.
Jakov se sentó en la destartalada cama y Yamiley le imitó, se sentó a su lado.
-          Madame Yamiley, lamento ser insistente pero… ¿qué busca en este nuestro palacio? –
-          Ahora, en la intimidad, ya puedo contárselo, Ser Jakov. Busco “el sello Cabric” y si conoce este palacio tan bien cómo presume creo que podrá ayudarme. –
-          Os ayudaré, pero puedo aseguraros que ese sello maligno no se encuentra en este palacio. ¿Para qué lo necesitáis? –
-          Verá, ese sello al que vos llamáis maligno, tiene la magia que podrá proporcionarme el poder suficiente para sacar a mi joven hermano de las manos de Hades. Él es todo cuanto tengo y tan sólo tiene tres años. He estado investigando, he luchado, he hecho todo cuanto he podido para averiguar el paradero de la rosa negra en la que se encuentra oculto “el sello Cabric”. –
-          Madame Yamiley, os ayudaré. Os prometo que os ayudaré a salvar a vuestro hermano de las manos de Hades. Pero os aseguro que en este palacio no hay ninguna rosa negra. –



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

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