lunes, 31 de octubre de 2011

Historia De Un Maltrato

Todo parecía completamente normal. Aquel chico parecía que era el verdadero amor de Carla. Era un buen muchacho, amable, atento, cariñoso, con buena apariencia… Incluso jugaba con el niño de cinco años que Carla tenía de una relación anterior. Pero un día todo aquello comenzó a cambiar…
De pronto él se volvió posesivo y obsesivo. Aarón, que ese era el nombre del aquel muchacho de apariencia pacífica, comenzó a enviarle ramos de flores todos los días al banco en el que ella trabajaba. Al principio a Carla aquello le parecía un gesto muy amable y romántico, un símbolo de que la amaba. Al mes aquellos regalos se convirtieron en continúas visitas al despacho de Carla y si ella no podía recibirle él se enfadaba. Después de cada visita sin poder verse, la joven recibía llamadas amenazadoras a su teléfono móvil. Carla regresaba cada día a su casa, aterrorizada por aquellas palabras amenazadoras, pero en cuanto abrazaba a su hijo ese sentimiento se desvanecía.
Carla dejó de recibir flores, visitas y llamadas. ¿Qué había pasado? ¿Su amor se había olvidado de ella? La joven no comprendía nada. Ella le amaba, pero el comportamiento de Aarón estaba siendo muy extraño. Aquel día le añoraba y decidió llamarle para saber que le sucedía. Le pidió perdón por no poder recibirlo siempre en el trabajo. Aarón aceptó las disculpas y quedaron para cenar esa noche. Carla  dejó a su pequeño de cinco años en casa de la vecina para que jugase con el hijo que ella tenía.
Carla tenía todo preparado para la cena. Estaba muy ilusionada por ver al chico que había amenazado, algo que parecía haber olvidado.  El timbre sonó y la muchacha abrió la puerta con una enorme sonrisa dibujada en su boca. Tras la puerta, allí estaba, Aarón con un cuchillo en la mano. Empujó a Carla, la cual cayó al suelo, y cerró la puerta con un fuerte golpe. Amenazó a Carla y la insultó hasta hacerla llorar. Ella lloraba con tanta fuerza que creía que el color de sus lágrimas se iba a volver rojo. Tras ser insultada, golpeada y amenazada recordó a su hijo, reunió todas las fuerzas que pudo y se dispuso a atacar.
Aarón al ver que estaba tan aterrorizada se paseaba por la casa tranquilo con el cuchillo en la mano y hasta se tomó el lujo de observar el paisaje desde la ventana.  En ese momento, Carla no dudó, se levantó del suelo y corrió. Le dio un fuerte empujón a Aarón, el cual salió disparado por la ventana junto con fragmentos de cristal. Carla no comprobó si seguía vivo. Llamó a la policía y fue a buscar a su hijo a casa de la vecina.
Carla acabó con aquel maltratador psicológico y, al final, también físico. Pero ella es consciente de que cientos de mujeres mueren a manos de aquellas personas que dicen amarlas y que no sobreviven como lo hizo ella.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

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