lunes, 17 de octubre de 2011

Placer Entre Amigas

Aquella dulce joven, de 21 años de edad, se encontraba allí. Estaba tendida en la cama de su habitación, el único lugar dónde ella creía tener intimidad. De pronto, alguien abrió la puerta, pero Danna no se dio cuenta. Apareció entonces su mejor amiga, una chica rubia con el pelo muy largo y liso. Su bronceada piel se dejaba ver entre el pequeño top violeta y la minifalda negra que llevaba puesta. Los zapatos de tacón que calzaba aumentaban su altura hasta el metro noventa. Sus ojos color miel observaban atónitos la imagen que estaban viendo.
Bárbara estaba observando desde la puerta el esbelto cuerpo de Danna totalmente desnudo tumbado entre las sábanas de seda roja de la cama. La joven tenía su cuerpo totalmente a la vista y los largos cabellos rizos y pelirrojos caían suavemente sobre los pálidos hombros de Danna. Bárbara seguía observando a su amiga gimiendo por el placer que ella misma se estaba proporcionando con sus propios dedos. Continuó observando a la dulce chica, la cual tenía los ojos cerrados por el placer impidiendo que Bárbara pudiese ver sus hermosos ojos verdes. La joven pelirroja seguía sin percatarse de que su mejor amiga estaba allí y sin darse cuenta de que ésta empezaba a aproximarse a la cama. La muchacha rubia se aceró a la cama y subió a ella haciendo que su corta falda permitiese ver el pequeño tanga de encaje rojo que llevaba. Se acercó gateando hasta Danna y comenzó a acariciarle aquellos firmes pechos de gran tamaño.
Danna abrió los ojos al sentir aquellas excitantes caricias. Observó con lujuriosa nada el despampanante cuerpo de su amiga y dejó de masturbarse. Colocó las manos sobre los hombros de Bárbara, la cual estaba arrodillada en la cama, ante ella. Se miraron fijamente durante un par de minutos. Lentamente fueron acercando sus bocas hasta fundirse en un profundo beso que provocó una gran explosión de excitación. Entrelazaron sus lenguas, se mordieron suavemente los labios y Bárbara deslizó su boca hasta el cuello de Danna. Con suaves, pero intensos mordiscos fue deslizándose poco a poco por el cuerpo de su amiga. Dejó que su boca se perdiese entre las piernas de la joven pelirroja que empezaba a emitir esporádicos sonidos. Bárbara deslizó su lengua, subiendo y bajando, por aquel lugar tan erótico. Danna no dejaba de gemir y tenía agarrada a su amiga de la cabeza para asegurarse de que no iba a salir de entre sus piernas.
La joven rubia comenzó a sentir líquido en su boca y que Danna le apretaba cada vez más la cabeza y supo que el orgasmo había llegado.


Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

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