martes, 4 de octubre de 2011

Un Monstruo Tras El Espejo (Acabado)

Era por la mañana muy temprano. Llevaba ya unos quince minutos despierta. Me encontraba observando cómo transcurría todo en la calle desde la ventana. El día estaba nublado y el gris oscuro de las nubes indicaba que probablemente acabaría lloviendo. Por la calle no había casi gente, ni tráfico ya que era domingo y la gente debía de estar todavía en la cama. Mientras veía la ciudad, en el cristal de la ventana vi reflejada la silueta de algo que parecía ser un hombre. No le di importancia, ya que aún estaba algo dormida. Dejé de observar el exterior y me dirigí al cuarto de baño que había dentro de mi dormitorio. Entré y cogí del mueble azul situado encima del lavabo el cepillo y la pasta de dientes. Desenrosqué la tapa del bote de la pasta de dientes, lo apreté por el medio del tubo y coloqué la pasta sobre el cepillo. Cerré de nuevo el bote y comencé a lavarme los dientes. Mientras me miraba en el espejo, todavía algo dormida, en el cristal apareció una imagen. Del espejo salieron unos brazos y una boca horrible, con unos dientes negros y putrefactos. Unas manos semejantes a unas garras me agarraron de los hombros y me metieron dentro del espejo. Por la rapidez con la que se me introdujo en el espejo se me calló el cepillo de dientes de la boca.
Aparecí en un lugar muy extraño, oscuro y sucio. Todavía tenía la boca llena de pasta de dientes y aún llevaba el pijama puesto. Escupí a un lado la pasta de mi boca y me limpié los restos con la manga de la camiseta de mi pijama color violeta. Intenté retroceder tras mis pasos, pero una pared tras de mí me lo impedía. Así que me adentré cuidadosamente en ese tan oscuro y desconocido mundo tras mi espejo.
Caminé con pasos cortos y poco decididos, ya que no veía nada a mí alrededor e iba descalza por el lugar sin saber qué era lo que estaba pisando. Por lo que podía sentir en mis pies, debía de estar caminando sobre un suelo de baldosa, porque estaba muy frio y resbalaba un poco, aquello me recordaba a cuando estaba en el baño de mi casa porque sentía lo mismo. Caminé y caminé, sin saber cuánto tiempo llevaba allí porque tampoco llevaba un reloj conmigo. Di, probablemente, unos diez pasos más cuando el camino comenzó a clarear. La oscuridad se iba desvaneciendo cada vez que daba un paso más. Di unos cuatro o cinco pasos más hacía delante, pero esta vez con una poca más de decisión que antes. Tras el cuarto o quinto paso, me adentré por fin en el claro. Observé a mi alrededor y vi que el suelo era de baldosa color blanco con pequeñas rayas grisáceas, las paredes de aquello que parecía ser un dormitorio era de color blanco también y pegada a la pared que se encontraba a mi derecha había algo parecido a una cama. Aquello que simulaba a la cama de mi habitación estaba hecho con materiales muy extraños que no lograba identificar qué eran y estaban bastante sucios. Continué mirando a mí alrededor y entonces me di cuenta. Aquello… aquel lugar en el que me encontraba… era una réplica de mi cuarto. Lo único que no se parecía era el suelo. Lo demás… ¡todo! ¡Era igual! La cama estaba colocada en la misma posición, las paredes tenían colocados cuadros que simulaban a los míos… todo, todo lo que allí había era prácticamente una copia de mi casa. Entonces mi di cuenta, pensé durante un rato y supe que si aquello era una réplica de mi habitación… probablemente el resto del lugar también lo sería. Caminé un poco más y vi que en la habitación había otro pequeño cuarto. “El baño” pensé. Me acerqué y abrí la puerta. Efectivamente, aquello era el cuarto de baño, con los muebles de color azul, igual que el mío. El espejo me llamó la atención. No se parecía en nada al mío. Era redondo y el mío era rectangular, el marco era de un color parecido al bronce pero parecía muy viejo y el mío no tenía marco, me miré en el espejo, pero para mi sorpresa… lo que vi… no fue a mí. Lo que vi fue mi propio cuarto de baño, vi el bote de la pasta de dientes justo donde yo lo había dejado antes de ser trasladada a este lugar, el cepillo de dientes estaba en suelo… se me había caído. Se oyó un ruido, como el cerrar de una puerta y sonó muy cerca, como si fuese es cerrar de la puerta de aquella habitación. Me asusté. No sabía qué hacer y en el cuarto de baño no había ningún rincón dónde pudiese esconderme para no ser descubierta por el ser o lo que fuese lo que me llevó allí. Se abrió la puerta. Mis piernas comenzaron a temblar con mucha intensidad, mis ojos empezaron a soltar esporádicas lágrimas y mi respiración y mi latir del corazón comenzaron a acelerar. Cuando la puerta ya se había abierto por completo… lo vi. Vi entero, en toda su plenitud, al ser que me había capturado. Me desmayé.

Abrí los ojos. Me encontraba algo aturdida. Intenté frotarme los ojos con las manos, pero mis brazos… mis brazos… ¡no se movían! ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no era capaz de moverme? Sólo lograba mover mi cuello hacía delante y hacía los lados, si lo movía hacía detrás chocaba con una pared. El aturdimiento se pasó al cabo de un rato, entonces levanté un poco la cabeza, la giré hacía los lados y comprendí porqué no podía moverme. Estaba encadenada… Encadenada de pies y manos a una pared. Parecía que estaba colgada a mucha altura, porque veía mucho trozo de pared bajo mis pies. Observé a  mí alrededor, buscando al monstruo que me había encadenado allí. Me di cuenta. Me encontraba en otra réplica de mi casa. Estaba encadenada a la alta pared de mi terraza, pero desde allí no se veía la calle de Manhattan en la que se encontraba el edificio en el que vivo. Desde allí lo que se veía… a parte del continuar de la pared de color granate, era el vacío, el vacío absoluto. No sabía qué hacer… Gritar no me serviría de nada. Y el ser que me tenía capturada parecía que no volvería a visitarme.
El tiempo pasaba muy lento estando allí colgada y más al no saber qué hora, ni si habían pasado cinco minutos.  Aquello era totalmente angustioso y el hambre y la sed estaban empezando a surgir. La angustia aumentaba cada vez intentaba moverme y me daba cuenta de que estaba encadenada sin poder mover nada más que la cabeza. De no poder moverme, ya casi no sentía las piernas, ni los brazos. La boca la tenía totalmente seca, ya casi ni generaba saliva… me estaba deshidratando. Necesitaba algo de agua ya y la noche estaba cayendo, con la cuál vendría el frío.
Oscuridad… La noche ya había dado aparición y desde el punto en el que me hallaba la luna no me iluminaba, por lo que no veía absolutamente nada. Deduje que la noche estaba nublada, porque sentía frío y como humo atravesando mi cuerpo. Oí de pronto un ruido que venía de debajo de mía y del lado izquierdo. Como todo aquel lugar era una copia de mi propia casa, deduje que el ruido procedía de la puerta corredera que daba a la terraza. Pero como no veía, no podía saber si aquello era así o no. Otro ruido llegó a mis oídos. Era como una mezcla del sonido que produce un grillo y el que produce una avispa, era un sonido que sin duda nunca antes había podido escuchar. En ese momento imaginé que el ser que me había capturado se encontraba allí. De pronto, se oyeron pasos… pasos en la pared… ¿Estaba aquel extraño ser caminando por la pared? Algo me agarró bruscamente la cabeza y me la inclinó hacia atrás con un movimiento seco, lo que me provocó un intenso dolor en el cuello. Lo que me tenía agarrado, las garras de aquel monstruo deduje, me abrió con la misma brusquedad que antes la boca y deslizó un líquido en ella. Era agua… fresca y fría agua que corría por mi boca y por mi garganta como si fuese la mayor delicia que hubiese en el mundo. Bebí como si se me fuese la vida en ello, bebí como si no hubiese fin… pero hubo fin. El agua se acabó y lo que quiera que fuese lo que tuviese al lado… se fue de nuevo y me volvió a dejar allí sola. Mi mente comenzó a pensar y no pudo evitar imaginar que aquello que le acaba de dar de beber era el cruel ser que la había introducido en aquel mundo detrás de mi espejo. Pero... si me tenía allí… ¿por qué me daba agua? No lo sabía… estaba allí colgada en el aire, sin poder ver absolutamente nada en aquella oscuridad, con ganas de beber más agua, con frío y con mucha hambre… pero nada podía hacer yo más que esperar a que aquel ser decidiese volver a aparecer.
No sé cómo sucedió, no sé si me dormí o si me desmayé, pero me desperté por la mañana (deduje por la claridad que había en el lugar) y ya no estaba encadenada en la pared de aquella terraza que daba al vacío. Me encontraba en… en… ¡aquello era…! ¡Era mi habitación! No sé como llegué hasta allí, pero me desperté tumbada en mi cama y ya no estaba encadenada. En mis muñecas aún podía observar las marcas de los grilletes que la noche anterior me habían estado manteniendo pegada a una pared. Observé a mí alrededor y corroboré que estaba en la réplica de mi habitación. Mientras miraba todo cuanto había reparé en que en el suelo, justo al lado de la cama, había un plato y un vaso. En el plato había algo que parecía puré pero no tenía el color que tiene el puré normal, tenía un color verdoso muy extraño y en el vaso parecía haber agua. Cogí el plato y olí aquel alimento tan raro. No olía mal. En el plato había también algo similar a una cuchara. La cogía y comencé a comer. Estaba rico, tenía un sabor peculiar, pero no me importaba, comería lo que hiciese falta o me moriría de hambre. Cuando me acabé aquel alimento, coloqué de nuevo el plato en el suelo y cogí el vaso. Comencé a beber. Era agua… Nunca en la vida imaginé que un vaso de agua podía llegar a ser algo tan añorado para mí, pero aquella agua era como tomar el mayor manjar que uno se puede imaginar. Aproveché que estaba en mi supuesta habitación y me levanté de la cama, las piernas me tambaleaban mucho y me costaba caminar, y me dirigí al cuarto de baño. Me lavé la cara, las manos e hice mis necesidades humanas. Abrí el armario azul que había encima del lavabo, donde se suponía que tendría que estar mi cepillo de dientes. Allí estaba. Un cepillo de dientes y una pasta muy extraña. Lo cogí y me lavé los dientes como si de una mañana normal se tratase. Al finalizar, me dirigí tambaleando de nuevo a la cama. Caminaba, aunque a mis piernas les costaba un poco y temblaban mucho en cada paso que daba. Logré llegar a la cama, con algo de dificultad, y me senté en ella. Me senté apoyando mi espalda contra la pared, pudiendo observar así las dos puertas que había en la habitación. ¿Dos puertas? Eso me sorprendió cuando reparé en ello. Una era la puerta por la que había entrado en aquel lugar, justo desde el lugar dónde había llegado nada más ser arrastrada a aquel mundo, y la otra… la otra puerta era la que daba al resto de la casa. Mi mente pensó… Si yo entré por aquella puerta… Quizá si vuelvo a salir por ella encuentre la salida y pueda volver a mi casa. Pero… ¿de qué me serviría? Aquel monstruo podría volver a capturarme del mismo modo del que lo había hecho. No podía pensar… Me costaba hacerlo…
La puerta se abrió y nuevamente tras ella volvió a aparecer aquel monstruo. Con largos pasos se aproximó a mí y se colocó frente a la cama. Allí le tenía, ante mí. Me observaba con aquellos ojos amarillos sin pupila y sin párpados, con la boca abierta mostrando aquellos negros y putrefactos dientes que apenas se abrían para producir aquel sonido tan extraño y ensordecedor. Sus sucias garras con uñas enormemente largas estaban arrastrándose ya por las sábanas de la cama. Su cuerpo extremadamente delgado y de color azul oscuro, en el que se notaba cada uno de los huesos que le formaban se estaba, se estaba aproximando cada vez más a mí. Mi corazón comenzó a latir con total rapidez y mi cuerpo temblaba de una forma exagerada. No sabía lo que podía pasar en aquel momento. ¿Me comería? ¿Volvería a encadenarme a algún lugar? Se aproximaba cada vez más… Ya sentía su aliento sobre mi cara y sus ojos estaban tan cerca de los míos que podía verme en ellos. Su sucia y asquerosa boca se aproximaba cada vez más… Bruscamente se separó de mí y se volvió a ir por el mismo sitio por el que había venido. No comprendía nada… ¿Qué acababa de suceder? ¿Por qué había actuado aquel ser de ese modo? No importaba, lo realmente importante era que continuaba viva y ahora tenía que pensar algo para acabar con aquello de algún modo. Debía hacer un esfuerzo y pensar algo antes de que él volviese a aparecer. Tenía que pensar algo para poder huir de allí y para acabar con aquel extraño mundo. Pensaba… pero nada se me ocurría… pensé como había llegado allí… ¡El espejo! ¡Claro! ¡Allí estaba la clave! ¿Cómo no me podía haber dado cuenta antes? Había llegado allí a través del espejo… así que la clave debía de estar en él… El espejo de la réplica de mi cuarto de baño tenía que ser la clave. Tras esos pensamientos me levanté de la cama con todo el sigilo que mis tambaleantes piernas me permitían, procurando no hacer ruido para que aquel ser no me escuchase. Caminé hasta el baño y entré en él. Observé durante unos minutos y comprendí que aquel espejo era la conexión entre aquel extraño mundo y mi casa… De algún modo debían de estar conectados y por eso se podía acceder de un mundo a otro. ¿Pero cómo podía yo romper aquella conexión? Romper… ¡eso era! Me acerqué todo cuando pude a aquel espejo y lo golpeé con un brusco y seco codazo. El espejo se rompió en múltiples y pequeños pedazos. En ese momento se oyó un grito muy agudo y siniestro que procedía de alguno de los lugares de aquella extraña réplica de mi casa. Rápidamente cogí uno de los fragmentos más grandes que había del espejo en el suelo y lo coloqué dentro de la manga de la camiseta de mi pijama violeta. De pronto apareció aquel monstruo y entró en el baño totalmente enfurecido produciendo extrañísimos sonidos con su putrefacta boca. Como pude logré escabullirme y huir del cuarto de baño. Corrí hacía la puerta que conducía al oscuro pasillo por el que había llegado a aquel lugar el día anterior. Corrí todo lo rápido pasillo por aquel pasillo que seguí sin conocer con luz. Entonces recordé que aquel camino acababa en una pared y que no tendría escapatoria. Me quedé inmóvil, intentando pensar con rapidez, pero aquel ser llegó antes de que algún pensamiento surgiese de mi mente. No sabía qué hacer, estaba muy asustada, pero tenía que superar el pánico si quería regresar a mi casa. No sé cómo, ni de dónde saqué el valor necesario para hacer lo que hice. Pero cuando tenía al monstruo muy cerca de mí, con rapidez saqué de mi camiseta el pedazo de espejo que había guardado y se lo clavé en lo que yo creía que era el estómago. El ser jadeó, gritó y probablemente sollozó, hasta que cayó sin aliento al suelo. Me desmallé…
Aparecí en mi cama, en mi verdadera casa. No sé porqué me desmayé, pero había despertado en mi cama y no en una réplica como había estado anteriormente. Sin pensarlo salí de la cama y corrí hasta el baño. Una vez dentro vi que el espejo estaba roto, echo pedacitos en el suelo… Y en el suelo… entre los pedazos de espejo… estaba mi cepillo de dientes… Seguí allí. Todo aquello me llevó a pensar que no lo había soñado… sino que todo aquello era real, había sucedido. Me senté con cuidado en el suelo de baldosa blanca con pequeñas franjas grisáceas para no clavarme ningún cristal y observé atentamente todos y cada uno de los pedazos. Cogí uno de los cachos entre mis manos y… ¡no podía ser! No me veía reflejada en él… Veía al monstruo, al extraño ser todavía tendido aparentemente sin vida en el suelo de aquel paralelo mundo. Me quedé totalmente aturdida. De pronto… unos dientes salieron del pedazo de cristal provocando que lo tirase al suelo y que se rompiese todavía más. Me levanté del suelo y me dirigí a la cocina a por una escoba y un recogedor. Tenía que deshacerme de aquellos pedazos de espejo e intentar olvidar todo cuanto había sucedido. Tendía que olvidar o me acabaría volviendo loca. Pero antes de olvidar tenía que deshacerme de aquellos trozos y alejarlo lo más posible de mí.
Regresé al cuarto de baño dispuesta a barrer todo aquel desorden pero… Ya no había pedazos en el suelo. El espejo estaba colocado en su sitio, completamente entero.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

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