viernes, 11 de noviembre de 2011

Niño Soldado

Vivo en un país en el que día a día las guerrillas libran batallas llevándose las vidas de cientos de inocentes sin importarles. Vivo en un lugar dónde los ejércitos de otros países campan a sus anchas y abusan del pueblo como si de sus esclavos se tratase. Mi nombre es Satur, tengo dieciséis años y quiero contaros como me convertí, o más bien como me convirtieron, en un niño soldado.
Todo comenzó hace ocho años. Mi padre era el líder de la mayor guerrilla de nuestro país. Mi madre era una pobre de casa que intentaba ocultarme lo que mi padre hacía. Yo era de los pocos niños privilegiados que podían acudir a la escuela. Cada día iba solo al colegio y mi madre se quedaba en casa realizando las tareas que mi padre le había mandado antes de salir a “trabajar”
Así transcurrían los días, hasta que un día cuando yo regresaba del colegio algo sucedió. La guerrilla enemiga a la de mi padre me                    capturó. Me llevaron a su base a la fuerza, a base de golpes y amenazas. Una vez allí me llevaron ante su líder. Él me encerró en una habitación muy, muy pequeña y me obligó a ver sangrientos asesinatos. Todos aquellos crímenes habían sido llevados a cabo por mi padre. Aquella gente me hizo ver aquellas imágenes una y otra vez y me lavaron el cerebro hasta convencerme de que mi propio padre era el enemigo. Me entrenaron, me enseñaron a disparar y me obligaron a mutilar a cientos de inocentes, incluso a mis propios amigos.
El líder de la guerrilla me adoptó y me nombró su sucesor, pero antes quería que le demostrase mi lealtad. Me encomendó una misión y si la cumplía algún día yo sería el líder. La misión de lealtad era eliminar al líder de la guerrilla enemiga. Acepté la misión y con un ejército me presenté en casa del enemigo. Cómo era de esperar, se alegraron al verme. Mi madre me abrazó creyendo que volvía a casa, asqueado por el afecto del enemigo le clavé un cuchillo y la dejé agonizar en el suelo. Mi padre se quedó atónito. Cogí una de las pistolas de mis hombres y disparé a mi padre en la cabeza. Sin pensarlo ni un segundo acabé con el enemigo, que era mi propia familia, las personas que me habían traído al mundo.
El líder de mi guerrilla se sintió muy orgulloso. Había cumplido con total éxito la misión de lealtad y con ocho años de edad fui nombrado su sucesor. Desde ese momento me convirtió en un auténtico cretino, me convirtió en un niño soldado sin escrúpulos.
Al cabo de tres años, el que yo creía que era mi padre, murió asesinado por el sucesor de mi padre biológico. Mataron a mi líder en venganza por lo que yo mismo había hecho. En ese momento me convertí en el líder más pequeño de la guerrilla más sanguinaria que mi país ha conocido nunca. Yo, Satur, me convertí el líder con tan sólo once años. Para entonces me había lavado tanto el cerebro y me había convertido en un soldado tan despiadado que ordené a mi ejército que capturasen y mutilasen a todos los que apoyasen a la guerrilla enemiga. De ese modo, todos los ciudadanos se vieron obligados a seguirme para poder salvar sus inocentes vidas. Incluso algunos soldados se volvieron a mi ejército para proteger a sus familias. Me convertí en un verdadero dictador con las manos completamente manchadas de sangre. Hundí en la más profunda miseria a mi propio pueblo y maté a todos y cada uno de los miembros que todavía vivían de mi familia.

Ahora tengo dieciséis años y me he dado cuenta de lo que he hecho. Sé que nunca lograré que mi pueblo me perdone y jamás recuperaré a mi verdadera familia. Lo único que he podido hacer es matar a todos aquellos soldados que todavía permanecían con las ideas de nuestro líder y abandonar aquella dictadura. Dejé a mi pueblo libre de aquellas batallas entre guerrillas y los dejé ser libres. En cambio, algo no he logrado cambiar, no he logrado que los demás ejércitos dejen de tratarnos como esclavos.



Firmado: Paloma García Villar
Vigo, Pontevedra

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