jueves, 23 de febrero de 2012

Les Y Ray: El Fin

Les vio como Ray se iba. Vio como todos aquellos momentos tan intensos se escapaban de sus manos y no podía hacer nada. Ray había decidido irse. Tras muchos momentos con ella decidió que estaba haciéndole daño y que era mejor alejarse. Y así fue… Ray cogió sus maletas y se dispuso a abandonar la ciudad, pero antes de despidió de Les.

-       Les… Ahora me iré, pero quiero que sepas que estaré más cerca de ti de lo que te puedas imaginar. Y cuando estés mal… Recuerda… No es bueno para ti tener un vampiro en tu vida. –

-       Comprendo cómo te sientes y lo que dices. Y entiendo que quieras irte… Pero… ¿Has pensado que quizás yo quiera un vampiro en mi vida? –
-      La verdad es que nunca me lo había preguntado – Respondió Ray con cara de sorprendido. Parecía que la pregunta de la chica le había desconcertado por completo.

-      Pues mientras te vas piensa en ello. Yo pensaré en ti en cada momento y quizás me abrumen muchos pensamientos. Quizás me pregunte que hice mal. Pero acepto todo lo que está pasando. Te dejo ir. Sé libre y disfruta con lo que te encuentres. Sé libre Ray… Pero piensa en la pregunta que te he hecho. Piensa en que quizás yo quiera un vampiro en mi vida y piensa en que quizás no sabes realmente lo que yo quiero… Hasta pronto Ray… -Les se dio la vuelta y abrió la puerta de su casa y entró. Toda aquella despedida estaba surgiendo ante el hogar de la joven muchacha y eso le había facilitado la marcha a Les.

Ray se quedó inmóvil durante unos minutos sin quitar la mirada de la puerta cerrada. Tras ese tiempo, cogió sus cosas y abandonó aquel lugar. Caminó, caminó y caminó hasta llegar a un siniestro bosque oscuro y con mucha vegetación. Se adentró en su interior y siguió caminando.

Tras varias horas de mucho andar entre árboles, arbustos y demás vegetación bajo la luz de la noche, Ray llegó al lugar que quería. Se detuvo ante un enorme árbol que tenía en su tronco un gran agujero. Cogió sus cosas y las colocó en el interior de aquel extraño árbol. Después… El joven vampiro se tumbó en el suelo, observó cielo y comenzó a pensar. En el momento en el que empezó a pensar en su mente se dibujó la pregunta “¿Te has parado a pensar que quizás yo quiera un vampiro en mi vida?”.

Les estaba sentada en su habitación. Sentada en su cama, con la mirada perdida y con las lágrimas deslizándose ya por sus mejillas. La muchacha no podía dejar de pensar en lo que había sucedido ante su puerta. No podía dejar de pensar en la pregunta que le había hecho a Ray antes de irse. Con todo lo sucedido había llegado a pensar que el vampiro no se había preguntado en ningún momento i ella quería toda aquella complicación. Les tenía claro que él fuese un vampiro. Le gustaba que aquello fuese tan complicado y que él fuese tan libre. Ella quería incertidumbre en su vida. Quería estar con Ray a pesar de lo que él pedía. Ella pensaba y pensaba. Pero por más que pensaba nada se aclaraba. Lo único que lograba era que el dolor de su pecho fuese en aumento. Les siempre supo que estar con Ray iba a ser algo muy complicado y lo había aceptado desde el principio. Sabía lo que Ray quería… Quería libertad y ella estaba dispuesta a dársela.

El vampiro seguía tumbado en el suelo viendo el oscuro cielo. Seguía pensando en aquella pregunta que le había desconcertado tanto. Él quería libertad y sentía que si seguía adelante con Les la perdería. Pero… Nunca se había parado a pensar si ella quería lo mismo. Quizás ella también quisiese libertad. Pero él había hecho lo que creía más acertado. Pero no podía sacarse aquella pregunta de la mente. ¿Les quería un vampiro en su vida?




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