miércoles, 29 de septiembre de 2010

Lujuria

Se la llevó a su habitación. El cuarto estaba situado en el sótano de aquella antigua iglesia. Estaba muy oscuro. Entraron y él encendió unas cuantas velas que dejaron el lugar en penumbra. Cerró la puerta y sonrió a la chica. Fue aproximándose poco a poco a ella, hasta que ambos cayeron en la cama que había situada al fondo de la habitación. Comenzó a besarla. Le mordisqueó las orejas, lamió su cuello y deslizó su lengua hasta el pecho. Se quitó la camiseta y se tumbó sobre ella. Continuó lamiendo el cuello y le susurró al oído: “necesito sangre”. Ella no pensó, sólo respondió: “tómala”. Clavó los colmillos en la sensual garganta. Notó dos pequeños pinchazos. La sangre comenzó a brotar. Chupó el líquido hasta que la voz de la joven hizo que parase. “Quiero ser como tú, conviérteme”. Cogió de su mesilla de noche una pequeña pero afilada daga. Se hizo un leve corte en el cuello y esperó a que la sangre comenzase a caer. Aproximó la boca de su amada y ella empezó a chupar. Poco a poco fue sintiendo el cambio. Podía sentir como sus colmillos aumentaban afilados. Ambos estaban sumergidos en el placer que aquello les provocaba. Mutuamente se absorbieron la sangre.
Sintieron dolor. Algo estaba atravesando el corazón de ambos. No se habían dado cuenta de la presencia del cura. Los habían cogido. El cura había clavado una estaca por la  espalda del chico y estaba atravesando el corazón de ambos. La pareja murió prácticamente al instante.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

1 comentario:

  1. Escrito? En serio? Si tú crees que eso es escribir, fabuloso. Pero conozco anos que son literatos natos en comparación...
    HA HA HA

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