lunes, 27 de septiembre de 2010

Una Muerte

Era un jueves por la mañana. Tres chicos y una chica se dirigían a ensayar con el grupo que los cuatro tenían. Se dirigían como cada jueves por la mañana al local, una vez allí hicieron lo de siempre. Comenzaron a ensayar, cuando de pronto uno de ellos dijo:"hay un hombre en el suelo". Tiró su guitarra al suelo y salió corriendo. Sus compañeros hicieron lo mismo. Una vez fuera reconocieron al hombre, le conocían. Estaba completamente lila, casi no respiraba y tenía convulsiones. Dos se quedaron con él y los otros dos corrieron a pedir ayuda. Más personas salieron a ayudarles, pero nadie hacía nada, solo miraban y lloraban. La chica del grupo llamó corriendo una ambulancia, pero estaba nerviosa y no sabía que decir, de modo que le pasó su teléfono a uno de sus compañeros.
Lo tenían entre sus manos, el resto de la gente solo miraba y lloraba, nadie les ayudaba. La ambulancia llegó pronto. Uno de los chicos salió corriendo para encaminar a los médicos hasta el lugar. Los médicos llegaron, pero no se daban prisa. Los cuatro chicos gritaban que corriesen. Una vez llegaron hicieron todo lo que pudieron. Estuvieron durante casi una hora intentando reanimarle, pero todo fue inútil, no había esperanza.
Los chicos estaban dentro del local, con las miradas perdidas y sin saber qué hacer, ni que decir. Unos amigos llegaron e intentaron animarles, pero sabían que la experiencia era muy dolorosa. Prácticamente se les había muerto en las manos.
Veían a los conocidos del hombre llorar. Veían como se llevaban el cuerpo todavía caliente y como le sacaban todas su pertenencias. No hablaban, apenas ni se miraban.
Al cabo de un rato comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que ese día algunas cosas no habían sido como cada jueves. Dentro del local la bajista y uno de los guitarristas no estaban en su lugar habitual. De haberlo estado habrían visto caer al hombre. De manera que al pensar esto un fuerte sentimiento de culpa se apoderó de la bajista, sentía que podían a ver hecho más.
Decidieron irse, no tenían ganas de seguir tocando. De vuelta a casa casi no hablaron.
Esa misma tarde el batería y la bajista fueron juntos a clase, como cada tarde. Pero su rutina ya se había roto y así seguiría durante todo el día.
Ella no habló mucho en toda la tarde, de hecho pasó bastantes días casi sin hablar. Las imágenes de aquel suceso se apoderaban de ella y se sentía fatal.
Pocos días después esta chica sufrió la pérdida de un ser muy querido para ella. Ya iban dos muertes en una misma semana. Se sentía gafada. Sentía que todo lo querido por ella tenía un mal final, se sentía culpable por todo. Para ella sería el principio de muchas situaciones inolvidables y quizás traumáticas...

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

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