martes, 14 de septiembre de 2010

El Nombre (Parte II)

Abrí los ojos. Me encontraba un poco aturdida. Estaba tumbada en una cama que no era la mía. Me erguí y observé a mí alrededor. Deduje que me encontraba en un hospital por todos los aparatos médicos que podía ver. Intenté levantarme, pero no pude. Un montón de cables adheridos a mi cuerpo me lo impedía.
De pronto se abrió la puerta de aquella desconocida habitación. Una enfermera entró.
-          ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? –
-          Estás en el hospital. Te desmayaste mientras hacías un examen. Te trajeron en ambulancia desde tu instituto. Has estado en coma tres días. Avisaré al doctor de que has despertado. –
La enfermera abandonó la habitación. ¿Me había desmayado? Por más que lo intentaba, no recordaba nada. Tan sólo había una cosa en mi mente. Eran tres palabras, un nombre… Leonardo García López, pero ¿quién era?
La puerta volvió  a abrirse. La enfermera había vuelto y con ella venían más personas. Junto a ella venían un doctor, mi profesora de historia y el director de mi instituto. Me observaron. Me miraban como si verme resultase algo extraño, como si estuviesen viendo a un fantasma. El doctor se aproximó a mí. Me tocó la frente y observó con interés una de las máquinas que se encontraba en la habitación. Después, habló.
-          Ángela, ¿qué tal te encuentras? –
-          Bastante bien. Un poco aturdida. –
-          Es normal que estés aturdida después de haber estado en coma. Bueno, ahora te dejo con tu maestra y tu director. Quieren hacerte unas preguntas. –
El médico y la enfermera abandonaron silenciosamente la habitación. La puerta se cerró. La profesora se acercó a mi cama, sacó un papel de su bolso y me lo entregó.
-          ¿Reconoces este papel? –
-          Sí. Es el examen que hice el lunes. –
El director se aproximó y se colocó al lado de la mujer. Malhumorado me sacó el papel de las manos. Lo observó durante unos segundos.
-          ¿Por qué escribiste el nombre de mi hijo en él? –
-          ¿El nombre de su hijo? ¿Tiene un hijo? –
Con brusquedad me devolvió la hoja y me indicó qué era lo que debía leer en ella. Leí lo señalado. En mi examen había escrito el nombre que tenía clavado en mi mente, pero no lo recordaba.
-          No recuerdo haber escrito esto. Lo último que recuerdo es estar escribiendo información sobre los Reyes Católicos. –
-          Ese es el nombre de mi hijo. ¿Por qué lo escribiste? –
-          Le estoy diciendo que no losé. Es un nombre que tengo clavado en mi mente desde hace algún tiempo. 
El director iba a hablar, pero la profesora lo impidió. Durante unos segundos se produjo un silencio muy incómodo. La mujer lo rompió.
-          Ángela. Si recuerdas algo más avísanos, por favor. El nombre que has escrito concuerda con el del hijo del señor director. El cual ha desaparecido esta misma mañana. Ahora descansa. –
Asentí con la cabeza yambos se fueron, dejándome sola en la habitación. Me tumbé en la cama y comencé a pensar en todo lo que acababa de suceder. Mientras pensaba, mis párpados comenzaban a ocultar mis ojos. Me dormí.
Comencé a soñar. Lo veía todo como una película. Veía un bosque oscuro, parecía de noche, con un estrecho camino. A los lados del camino había agua, situada a unos cinco metros más abajo. Por el camino pasaba un coche. Un vehículo azul. Era un BMW de color azul. Dentro de él iban dos personas. Un chico y una chica. El automóvil se salió del c amino y por el lado izquierdo se calló al agua. Ambos se sumergieron junto con el coche. La muchacha pudo desabrochar el cinturón de seguridad, abrir la puerta y salir a la superficie. Gritó un nombre.
Ángela dormía plácidamente cuando su mejor amiga y su novio entraron en la habitación. Cerraron con cuidado la puerta, no querían hacer ruido. Se aproximaron a la cama donde descansaba la chica. La observaron durante un instante. De pronto, Ángela despertó. Se sentó en la cama con un rápido movimiento. Gritó algo.
-          ¡Leonardo! –
Se volvió a tumbar en la cama y continuó durmiendo como si nada hubiese ocurrido. Asustados, sus visitantes pidieron ayuda.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

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