martes, 14 de septiembre de 2010

La Sombra Y El Gato

Un grupo de amigos, formado por tres chicas y dos chicos, estaban paseando tranquilamente por un parque cercano a sus casas. Las chicas tenían ganas de sentarse, por lo que se dirigieron a un lugar donde hubiese bancos.
Encontraron el lugar que buscaban y las tres chicas se sentaron, mientras los dos chicos jugaban alrededor.
El sitio a las chicas les recordaba a un símbolo satánico, pues era un circulo con tres bancos situados de una forma que les recordaba a la güija. Al darse cuenta de ese detalle, comenzaron a hablar de temas de ese tipo. Hasta que una de las chicas, Tiffany, se dio cuenta de algo…
Los chicos estaban recorriendo el lugar y estaban pensando en algo para dar un pequeño susto a sus amigas. Tuby no dejaba de darle ideas a su amigo Redferne, pero a él ninguna acababa de convencerle. Seguían caminando, cuando de pronto oyeron un grito. La voz les sonaba. La persona que estaba gritando era una de sus amigas.
Tiffany  estaba sentada en el banco central, situada justo en frente de sus dos amigas, Rora y Nagore. Detras de las dos chicas había mucha vegetación y a la derecha unas escaleras que permitían bajar a un camino que atravesaba  el lugar. Tiffany estaba mirando con los ojos muy abiertos al sitio donde estaban sus dos amigas. Ellas no sabían lo que su amiga miraba. Nagore se giró para comprobar que observaba Tiffany. Cuando se dio la vuelta y vio lo mismo que su amiga no pudo evitar dar un grito y saltar del banco. Rora se asustó con el grito su amiga y se levantó del banco inconscientemente. Una vez de pié vio lo mismo que sus amigas y se quedó aterrorizada.
Tuby y Redferne salieron corriendo hacia el lugar donde se encontraban sus tres amigas. Ambos estaban asustados, pues creían que les había pasado algo. Corrían todo lo rápido que sus piernas les permitían. Por el camino tenían que esquivar piedras, raíces de árboles y diversas cosas que se encontraban en el suelo, lo cual hacía más difícil llegar al lugar.
Las chicas estaban observando un árbol, del que colgaba una cuerda. Al final de esa cuerda había un gato. El gato era negro, tenía los ojos casi fuera de las órbitas y, obviamente, estaba muerto. No podían dejar de mirarlo. El susto las había dejado totalmente paralizadas. Tiffany por fin consiguió reaccionar y le dijo a sus dos amigas que era mejor que se fuesen de allí. Así que se fueron en busca de sus dos amigos. Subieron por entre la vegetación, a pesar de que era un camino con muchas dificultades.
Los chicos por fin llegaron al lugar donde habían dejado a sus amigas, pero…ellas ya no estaban allí. Miraron a su alrededor, pero no las vieron. Redferne miró entre los árboles, por si se hubiesen escondido para darles un susto. No las encontró. Solo vio una cuerda atada a un árbol. Tuby llamó a su amigo y decidieron seguir buscando.
Rora estaba en el suelo. Había tropezado con la raíz de un árbol. Sus amigas la vieron y fueron a ayudarla a levantarla, pero ella no les hacía caso. Estaba totalmente quieta, observando un arbusto. Nagore se agachó y le preguntó que si estaba bien. Su amiga la miró, se levantó del suelo y dijo:
-He visto una sombra.-
Sus amigas creyeron que era una alucinación provocada por el susto de lo que acababan de ver. Continuaron en busca de sus amigos. Recorrieron un camino largo y rodeado de árboles. Cuando llegaron al final del camino se encontraron con sus dos amigos, que venían corriendo hacía ellas. Nagore no puedo evitarlo y abrazó a Tuby. Estaba muy asustada y llorando. Redferne les preguntó que el motivo por el que habían gritado y Tiifany les contó la historia. Los chicos creyeron que se lo estaban inventando para asustarlos, puesto que había estado en el lugar y habían visto la cuerda de la que ellas hablaban, pero allí, no había ningún gato negro. Las chicas estaban totalmente asustadas y no entendían porque sus amigos no las creían.
Rora estaba muy rara. No dejaba de mirar a su alrededor con cara de pánico. Todos la observaban e intentaban averiguar qué era lo que ella miraba, pero no lo entendían. Tiffany se acercó a ella y le preguntó que miraba. Ella no contestó. Nagore le preguntó lo mismo y tampoco obtuvo respuesta alguna. Al cabo de unos minutos, Rora los miró y dijo:
-Chicas, una sombra nos sigue desde mi caída. Tiene forma de gato. Está ahí delante, quieta y observando todo lo que hacemos. Ahora mismo me está mirando a los ojos. Son negros, totalmente negros y están casi fuera sus órbitas. Tiene rajado el vientre, pero aún así camina.-
Los cuatro amigos se miraron entre ellos sorprendidos por las palabras de Rora. Los chicos comenzaban a creerse la historia.
-Se está acercando a  ti, Nagore. Te mira con cara de deseo. Sus dientes están muy afilados y ensangrentados. Está muy cerca ya. Puedes sentir su respiración en tu cuelo, ¿verdad?-continuó diciendo Rora.
Nagore estaba aterrorizada, no podía creerse lo que su amiga decía. Todos estaban muy sorprendidos. Rora parecía estar poseída y no dejaba de hablar. Ellos le escuchaban con total atención, aunque asustados.
-Ya lo tienes encima. Está oliendo tu cuello. Puedes sentir su cálido aire en tu piel. No deja de observarnos. Nos ha elegido. Somos su presa. Hoy es nuestro fin. Moriremos. No podemos hacer nada por evitarlo. No podemos huir. Este es nuestro fin. Nagore, tú serás la primera y luego iremos los demás. Ninguno se librará de este trágico final.-
Nagore estaba totalmente aterrorizada. Rora no podía estar diciendo todo aquello en serio. Redferne intentó hacerla volver en sí, pero no lo logró. Tiffany observó que Rora tenía algo en la muñeca. Tenía una marca, como si alguien la hubiese mordido.
De pronto, Nagore cayó al suelo. Estaba sangrando por el cuello. Tiffany se quedó paralizada mirando la marca de Rora, mientras Tuby y Redferne socorrían a su amiga. Era demasiado tarde, Nagore había muerto. En su cuello se encontraba la misma marca que en la muñeca de Rora.
-Sí Tiffany, lo has averiguado. No soy Rora, soy el gato que antes visteis. Tus amigas han muerto y tú serás la siguiente. Sólo utilizo el cuerpo de otros seres para alimentarme. Las marcas son mis colmillos. Eres una chica muy lista. No, no pienses eso, no hay escapatoria. Tú eres la siguiente. Después irán tus amigos.-
Tiffany intentó correr, pero sus piernas no respondían. Los chicos no sabían que hacer, estaban atormentados con lo que ocurría. No entendían nada.
-No puedes huir, te lo he dicho. Eres una chica lista. Vas entendiendo lo que ocurre. Serás la última en morir. No lo intentes. Ya es tarde. Mientras me prestabas atención los he matado. Lo siento, ya están todos muertos. Sólo quedas tú. Morirás. No puedes evitarlo. Habéis cometido un gran error. No debisteis sentaros allí. Pero lo hicisteis. ¿Quieres decir algo antes de morir?-
-Sí. ¿Quién eres?-
-No te hagas la tonta. Sabes de sobra quien soy. Puedo verlo en tus ojos. Lo sabes todo desde el primer momento. Conoces la historia.-
-Mi abuelo me la contaba de niña. No era una leyenda, era cierto. Existes. Creí que no os mostrabais de este modo.-
-Hemos tenido que aprender modos nuevos. Las leyendas nos han hecho mucho daño. Creéis que sólo son historias para asustar a los niños, pero existimos. Somos tan reales como vosotros. A menudo estamos a vuestro alrededor. En el cuerpo de algún ser querido, de alguna mascota…Pero no lo notáis. No entiendo como tú lo has sabido desde el primer momento.-
-Las marcas. Lo he sabido por eso. Sólo los de tu especie dejan esas marcas. Sólo vosotros os alimentáis de sangre. Sólo vosotros sois capaces de manipular así la mente humana. No hay otra raza capaz de hacer algo tan cruel.-
En cuanto Tiffany acabó la frase un chorro de sangre bajó muy lentamente por su cuello. La chica se calló al suelo. Los cinco amigos habían muerto a manos de un ser horrible…

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

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