martes, 14 de septiembre de 2010

Vendetta

Fui apuñalada en plena calle. Recibí sesenta y tres puñaladas entre pecho y barriga. Mi cuerpo se desangraba y retorcía de dolor mientras los peatones pasaban a mi lado. Todos observaban la crueldad que alguien había descargado sobre mí. En cambio, nadie se paraba a socorrerme.
En mis últimos minutos de vida, entre llantos y jadeos, ante mis ojos hubo una aparición. Tenía ante mí al mismo diablo.
Se arrodilló ante mí y me propuso un trato. Me estaba dando a elegir entre la venganza o la muerte.
En mis segundos finales como viva pude decir entre balbuceos que aceptaba el trato. El diablo se acercó más, podía sentir su aliento en mi cara. Puso su mano sobre mi pecho ensangrentado y entre chispas y destellos me llevó hasta el cálido infierno.
De pronto estaba rodeada de demonios y llamas. Mi cuerpo estaba intacto. Sobre mí no quedaba ni una sola marca de las sesenta y tres puñaladas que anteriormente había recibido. Sin darme cuenta, al aceptar el trato, le había vendido mi alma a Satán.  A cambio, él me ofrecía todos los medios y toda la información para vengarme de las personas que no habían echo nada por salvar mi vida.
Ya no tenía alma, ni escrúpulos, tampoco quedaba en mí ningún rastro de piedad. Lo único que ahora quería era venganza. Quería que todas aquellas personas sufriesen tanto como yo aquel día. No dejaría que nadie se escapase., todos merecían la muerte.
Mi amo me proporcionó una lista con los nombres de todos aquellos seres. En último lugar se encontraba el nombre de la cruel persona que había intentado quitarme la vida. Pero mi amo me dijo que a esa persona no debía matarla, sino reclutarla y bajarla al infierno.
Así que, ahora mi misión era matar a ochenta y ocho personas y reclutar a una y quitarle el alma para dársela a mi amo, el diablo.
A la mañana siguiente di comienzo a mi matanza y en mi mente sólo existía una palabra, vendetta.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

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