martes, 14 de septiembre de 2010

Hija Del Mal

Fue abandona ante la puerta de un convento cuando tenía apenas un mes de edad. La dejaron allí un 13 de febrero de 1991 y desde entonces las monjas se hacían cargo de ella.
Cuando contaba con, aproximadamente, cuatro años de edad, comen a mostrar un comportamiento muy agresivo. En una ocasión había clavado sus lápices de colores en los ojos de una de las monjas que la cuidaba. Los ataques a sus cuidadoras cada vez eran más frecuentes. Así que, el día de su quinto cumpleaños, decidieron encerrarla en el viejo sótano del convento. La bajaron allí y la encadenaron de pies y manos a la pared. La puerta fue asegurada con numerosos cerrojos y en la única ventana fueron colocados barrotes para impedir que aquella niña escapase.
En su décimo sexto cumpleaños logró reunir la fuerza suficiente como para romper aquellas oxidadas cadenas. Una vez se liberó de todas ellas se dirigió a la ventana. Tocó aquellos barrotes. El tiempo los había hecho débiles y consiguió arrancar los suficientes como para deslizar su cuerpo por allí. Salió por fin de aquella habitación donde se había visto obligada a permanecer durante dieciséis años. La luz del sol la cegó y la privó de la vista durante un instante. Cuando por fin volvió a ver, comenzó a vagar por aquellas calles que para ella eran completamente desconocidas. Después de mucho caminar observó algo que le pareció un bosque y se adentró en él. Había enormes árboles y mucha vegetación.  El lugar estaba plagado de diversas especies de animales. Buscó por entre la vegetación un lugar donde poder refugiarse.  Por fin encontró una pequeña cueva y observó que parecía no estar habitada por algún tipo de ser. Su primera noche allí fue trágica. Pasó frío, pasó sed y se moría de hambre. La segunda noche el se apoderó de ella y la empujó a salir a buscar cualquier cosa que poder comer. Cerca de un río se encontraban múltiples animales bebiendo. Atacó a un pequeño conejo y los demás seres huyeron. Por fin pudo calmar su hambre y pudo beber de aquel río. Cada noche hacía lo mismo, pero con el tiempo sus víctimas fueron aumentando de tamaño. Empezó dando caza a pequeños conejos pero sus últimas víctimas habían sido lobos feroces.
Una noche mientras se acababa su delicioso manjar un fuerte sentimiento de venganza se apoderó de ella. Sintió que si podía matar a aquellas bestias sería capaz de hacer lo mismo con las criaturas que la habían mantenido encerrada. Comenzó a trazar un plan en su mente. Debía preparar una venganza en la cual la sangre corriese igual que lo hacía el agua del río del que bebía cada noche.
Buscó ramas y piedras, con las cuales fabricó armas. Con las piedras afiló las ramas convirtiéndolas así en estacas. Se entrenó cada noche dando caza a los animales más fuertes de aquel lugar.
Llegó el día. No sabía porqué, pero sintió que esa era la noche. Salió del bosque e hizo el recorrido contrario al que hacía dos años había realizado. Llegó a la puerta del lugar donde había pasado la mayor parte de su vida. Tiró la puerta abajo y mató a todo ser viviente que allí se encontraba. Clavó las estacas en los corazones de todas aquellas personas como si de vampiros se tratasen. Recreó algunos de sus viejos ataques clavando estacas en los ojos de un par de monjas. Cuando las mató a todas se quedó inmóvil y observó con enorme satisfacción como todo aquel lugar estaba totalmente cubierto de sangre. Se arrodilló de golpe en el suelo, se echó las manos a la cabeza y vio una pancarta colgada del techo en la que ponía: “feliz dieciocho cumpleaños”. Entonces se dio cuenta, sabían que volvería aquella noche, pero… ¿cómo? ¿Cómo sabían que volvería? Se levantó del suelo. Paseó entre los cuerpos y entonces lo vio. Sobre una mesa había un libro abierto. Con dificultad lo leyó, sabía hacerlo todavía. Comprendió todo, al leerlo supo que una profecía predijo que todo aquello sucedería. Por eso las monjas habían colgado aquella pancarta. Se enfureció y rompió la mesa. En aquel libro decían que era hija del diablo y que había sido engendrada con el único fin de sembrar el caos en la tierra. Entonces una pregunta se dibujó en su mente. ¿Era aquello cierto?

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

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