martes, 14 de septiembre de 2010

Nostalgia

Hoy he vuelto a esa casa. Después de mucho tiempo he pasado nuevamente por delante de esa habitación. Me detuve ante ella y miré hacia dentro, la puerta estaba abierta. Dentro todo se encontraba tal cual lo recordaba. Todo seguía igual, tal como tú lo dejaste hace dos años. En ese momento la nostalgia se apoderó de mí y no pude evitar romper a llorar. Entré en la habitación. Observé las paredes de color rojo, la cama con las sábanas negras, lo muebles de madera, los posters pegados en la pared… lo observé todo. Al final de la habitación, debajo de la ventana, encima del escritorio pude ver una libreta azul. Me acerqué y cogí ese cuaderno.  Una vez lo tuve entre mis manos, me dirigí a la cama y me senté. Abrí la libreta y en la primera página había algo escrito, tu nombre. Lo leí con detenimiento. Al cabo de un rato pasé la página. El contenido de aquella libreta eran tus dibujos. Aquellos bellísimos dibujos y retratos que hacías cuando estabas vivo. Pasé las páginas y observé cada dibujo con mis ojos llenos de lágrimas. Entonces… uno de tus dibujos me llamó mucho la atención. Un retrato mío. Sí, allí estaba. En aquella hoja de papel cuadriculado había un retrato mío hecho por ti. Junto a él se encontraban unas palabras escritas, “la chica de mi vida”. Rompí a llorar. No lo pude evitar. En ese mismo instante, entró tu madre en la habitación. La miré con los ojos inundados, sentada en aquella cama da sábanas negras con tu cuaderno azul entre mis manos.
-          ¿Le echas de menos verdad? –
-          Mucho. No puedo sacarme su imagen de la cabeza. –
-          Puedes quedarte esa libreta si quieres. Puedes quedarte lo que quieras de esta habitación. A él le gustará que tengas tú estas cosas. –
-          Gracias. –
-          De nada. Teníamos pensado cambiar la habitación. Va siendo hora de pasar página. Cuando lo hagamos te aviso y te quedas con lo que quieras, ¿vale? –
-          Vale. Bueno… creo que es mejor que vaya a la habitación de Alexis, me está esperando. –
Tras esa conversación con tu madre cerré la libreta, me levanté de la cama y salí de la habitación. Me dirigí a la habitación de tu hermano menor, Alexis. Llamé a la puerta y la abrí. Pasé la tarde con tu hermano pequeño. Es tu viva imagen. Me recuerda a ti, verle es como verte a ti. En su habitación tiene fotos tuyas. Fotos que no puedo ver, si las veo… lloro. Tu hermano me hablaba y yo lo único que podía hacer era pensar en ti y observar aquel dibujo que tú hiciste. Llegó la hora de irme y no pude llevarme aquella libreta. La dejé en tu casa. No soy capaz de tener nada tuyo. No soporto pensar que jamás volveré a verte, que jamás volveré a oír tu dulce sonrisa, que jamás volveré a sentir tus caricias… jamás volverás a estar a mi lado.
Cuando estabas vivo siempre sabías que decir para sacarme una sonrisa de la boca, siempre sabías que era lo que necesitaba, eras un chico muy atento. Podíamos pasarnos horas hablando sobre cualquier cosa y era genial. Siempre me decías que si te morías antes que yo me esperarías en el infierno, porque era al sitio al que tú querías ir y querías que yo fuese contigo. Ahora has muerto y espero que me estés esperando. Porque, aunque no puedas leer esto, nos veremos en el infierno. Iré allí y podremos volveremos a estar juntos. Volveremos a estar como antes, como cuando estabas vivo. Te echo de menos. Sé que escribir esto ahora no tiene ningún sentido, pero me siento culpable por no haberte dicho nunca lo que siento por ti. Nunca te lo dije cuando estabas vivo y ahora no puedo decírtelo porque ya no estás entre nosotros. Ahora sólo puedo escribir esto y lamentarme por no haberte dicho esto antes.

Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)

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