Era un día soleado, con una elevada temperatura, hacía calor. África estaba en casa acabando de prepararse. Había quedado con su amigo Javi para ir de turismo.
Llegó la hora y África aguardaba en la puerta de su casa. Un coche negro apareció y frenó ante ella. Era Javi que iba a recogerla, tal y como habían quedado. La joven subió al coche y se pusieron en camino al destino al que nunca llegarían.
Iban por la carretera principal de la ciudad cuando de pronto algo sucedió. Un coche apareció de la nada y se dirigía a toda velocidad hacía ellos. Javi no pudo hacer nada para esquivar al otro vehículo. Chocaron. África se golpeó la cabeza, pero continuaba consciente. Se sacó el cinturón de seguridad y miró a su lado. Su amigo estaba muerto, ya no respiraba. Salió del coche y se colocó en mitad de la carretera pidiendo a gritos que alguien la ayudase. Un coche frenó ante ella y de él salió un joven dispuesto a ayudarla. Entonces… sonó el teléfono.
África despertó y se dio cuenta de que todo había sido una pesadilla. Se levantó de la cama y salió de la habitación. Una vez en el pasillo de la casa, se dirigió a una pequeña mesa donde el teléfono continuaba sonando. Descolgó el aparato.
- ¿Sí? –
- Hola. Le llamamos desde urgencias. ¿Es usted la señorita África? –
- Sí. Soy yo. ¿Qué ha pasado? –
- ¿Es familiar o conocida de Javier Sánchez? –
- Soy amiga del. ¿Qué le ha pasado? ¿Está bien? -
- Lo siento mucho señorita. Su amigo ha tenido un trágico accidente de coche y ha fallecido. No hemos podido hacer nada. –
África soltó el teléfono y cayó al suelo con los ojos envueltos en lágrimas. No podía creerse la noticia que le acababan de comunicar. Su amigo había fallecido tal y cómo ella había soñado. Tan sólo cambiaba algo… ella no iba con él.
Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)
Escrito por: Paloma García Villar
Vigo (Pontevedra)
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